Foto: Telesur.
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Finalmente al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, le salió el tiro por la culata. En la reunión especial convocada “para promover la normalización institucional” de Venezuela, los representantes de los 34 estados miembros optaron por llamar al diálogo y rechazaron los intentos injerencistas de Almagro. Apenas un día después del exabrupto colonialista de Almagro, el organismo no avaló la propuesta de su máxima autoridad.

En este marco, y mientras el pueblo bolivariano se manifestaba en la calle, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, rechazó la intentona injerencista de Almagro y llamó a defender la Revolución. “Si el imperialismo norteamericano, a través del secretario general de la OEA, lograra intervenir Venezuela nos tocaría iniciar una resistencia histórica que nos llevaría a una batalla hasta la victoria final de nuestro pueblo”, dijo el mandatario.

“La patria no se vende, la patria se defiende, y se defiende para que siga siendo libre, soberana, democrática, y para construir la felicidad social”, agregó Maduro, que culminó su discurso con un contundente “Almagro go home, Almagro go home”.

La OEA adoptó una declaración en apoyo a un acuerdo entre el gobierno y la oposición en Venezuela para encontrar “una solución pronta y efectiva”. Los 34 países miembros acordaron un documento que llama a un diálogo abierto entre el gobierno del presidente Nicolás Maduro y el Parlamento opositor y recomienda una serie de medidas que conduzcan “de manera oportuna, pronta y efectiva a la solución de las diferencias y la consolidación de la democracia representativa’’.

El organismo, además, votó a favor de la iniciativa de mediación liderada por los ex mandatarios de España, José Luis Rodríguez Zapatero; República Dominicana, Leonel Fernández; y Panamá, Martín Torrijos con el objetivo de encontrar “alternativas para favorecer la estabilidad política, el desarrollo social y la recuperación económica de Venezuela”.

La Unasur, a diferencia de la OEA, siempre por un diálogo sin actitudes injerencistas ni servilismo con relación al Imperio. El secretario general del organismo, Ernesto Samper, anunció que la próxima semana habrá una nueva reunión de mediación entre el gobierno y la oposición de Venezuela, que podrían verse cara a cara. Aseguró, además, que el Papa se ofreció a colaborar con el proceso.

Almagro, en cambio, había anunciado el martes que se convocó a una reunión extraordinaria “para promover normalización institucional”, e invocó la Carta Democrática. Muy distinta había sido su reacción frente al golpe perpetrado en Brasil. En ese caso, expresó preocupación y no se avaló al gobierno interino de Michel Temer, pero ahí quedó la cosa y nunca se habló de la Carta Democrática. Las distintas varas suelen caracterizar la política internacional.

Almagro convocó a una reunión del Consejo Permanente al considerar que “hay elementos suficientes que indican que se puede llegar a una situación de ilegitimidad”.

A través de un documento, la OEA llama al gobierno de Maduro “a garantizar la realización de un referéndum revocatorio, a liberar presos políticos y a detener el bloqueo de la Asamblea”.

El intento de Almagro incluyó apelar al procedimiento establecido en el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, de acuerdo al cual el secretario general podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente.

“La Secretaría General de la OEA considera que la crisis institucional de Venezuela demanda cambios inmediatos en las acciones del Poder Ejecutivo a riesgo de caer en forma inmediata en una situación de ilegitimidad”, señala el informe publicado en la página oficial de la organización. En una decisión sin precedentes en el organismo, Almagro abrió el camino que podría conducir a la suspensión de Caracas de la OEA.

El secretario general de la OEA reiteró punto por punto los planteos que la oposición a Maduro suele hacer para describir la crisis que padece ese país. Mencionó la situación alimentaria y de nutrición, y los problemas sanitarios y de los servicios básicos. “Todo ello implica que la responsabilidad de la comunidad hemisférica es asumir el compromiso de seguir adelante con el procedimiento del artículo 20 de una manera progresiva y gradual que no descarte ninguna hipótesis de resolución ni las más constructivas ni las más severas”, agregó Almagro, a quien le cabe el dudoso honor de ser el primer secretario general del organismo en activar la carta a un Estado miembro contra la voluntad de su Gobierno, y pese a la reticencia de la mayoría de los 34 Estados miembros. Su intentona, finalmente, no prosperó y el organismo votó otra cosa. Por una vez, la OEA no funcionó como una suerte de sucursal del Departamento del Estado de los EE.UU:

El mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, que también está en la mira de los que quieren terminar con el populismo en la región, señaló que su gobierno, cercano ideológicamente al de Venezuela, no está de acuerdo con el llamado que formuló el secretario general de la OEA. “No estamos de acuerdo con ese llamado”, señaló Correa, que agregó que el pedido de Almagro atiene al Poder Legislativo venezolano, siendo que la OEA debe atender los pedidos de los Ejecutivos de los países miembros.

“El gravísimo problema venezolano se solucionará con el diálogo” y abogó por la tarea mediadora que realizan ex presidentes de la región. “Nosotros vamos a seguir apoyando esos diálogos con la mediación de estos ex presidentes y con apoyo de la Unasur”, agregó Correa.

Los más felices con la actitud de Almagro son, obviamente, la propia oposición al gobierno de Maduro, y EE.UU. El Departamento de Estado saludó la medida y evaluó que la OEA “es el lugar apropiado” para que otros países expresen sus “preocupaciones” sobre Venezuela.

Fuente: El Eslabón

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