Macri

El discurso de Macri el sábado en Tucumán ratificó la ideología del Presidente, su visión de la política, la sociedad, el trabajo y los trabajadores. No hubo errores, ni actos fallidos. Sólo una visión del mundo, desnuda.

El festejo del Bicentenario de la Independencia quedó marcado por dos hechos que despertaron la indignación y la incredulidad de muchos ciudadanos. Ya la presencia del rey Juan Carlos generó resquemor. Luego, ese sentimiento fue agravado con un discurso presidencial que alegó que el “conjunto de ciudadanos” que lideraron el proceso de independencia “deberían (debieron) tener angustia de tomar la decisión de separarse de España”.

La frase despertó críticas y sátiras por doquier, a la vez que disparó preguntas de las más variadas: ¿fue falta de tacto del presidente? ¿Un error no forzado? ¿O dijo lo que piensa porque considera que los costos políticos son mínimos? En esta nota se tratará de esbozar algunas reflexiones que apunten a dilucidar la intencionalidad política de las afirmaciones del Jefe de Estado, partiendo de la idea fuerza de que el discurso no fue casual ni espontáneo, sino que estuvo minuciosamente pensado.

Para avanzar en el análisis, es necesario considerar el resto del discurso presidencial que, si bien logró menor resonancia, brinda claves para la comprensión de la intencionalidad en su totalidad. En un pasaje tuvo lugar lo que tanto Macri como distintos funcionarios de Cambiemos vienen reiterando en los últimos meses, y tiene que ver con la justificación de medidas regresivas implementadas y de la crítica situación social utilizando el recurso de la “pesada herencia”, y, más recientemente, con la creación de un marco de culpabilidad hacia todos los argentinos que consumimos más de la cuenta y que trabajamos menos de la cuenta.

Luego de exaltar una veintena de veces que lo que necesita el país es emprender el camino del “esfuerzo” y “recuperar la cultura del trabajo”, el presidente continuó con que “nos tenemos que alejar de lo que pasó en los últimos tiempos, donde creció el ausentismo, las licencias, las jornadas horarias reducidas”, para luego justificarse: “dada la precariedad, tuvimos que tomar muchísimas decisiones, y alguna de ellas fueron duras… me dolieron”.

La veracidad de las afirmaciones sobre los trabajadores se rebate rápidamente. Las estadísticas publicadas por el Ministerio de Trabajo indican que el porcentaje de trabajadores ausentes cayó de un 20% promedio en 2012 a un 17% en 2015. Al mismo tiempo, los datos de la Encuesta Permanente de Hogares nos dicen que el 65% de la población trabaja más de 35 horas semanales, cifra que fue estable en los últimos diez años. Por último, lo absurdo de plantear la necesidad de la cultura de trabajo es evidente si se considera la cantidad de puestos de trabajo perdidos desde que asumió la nueva gestión.

Pero más allá de la veracidad de sus afirmaciones, el discurso del mandatario busca justificar sus políticas de ajuste re-significando, de alguna manera, el hecho histórico de la independencia. Las “angustias” del “conjunto de ciudadanos” de 1816 (no habla de los próceres), se equiparan a los esfuerzos, las angustias y la responsabilidades que debemos afrontar los ciudadanos de 2016. Él mismo se posiciona en ese lugar. Porque ha tenido que tomar decisiones difíciles, que duelen, pero que fueron para mejorar, para recibir las tan deseadas inversiones (que nunca llegan) y así generar más trabajo y bajar la inflación.

Lo que nos quiere decir es que las angustias de hoy serán las “felicidades” de mañana, pero primero hay que ser responsables. Su frase final lo sintetiza: “ser independientes significa ser responsables”. Lo que se busca es promover una ligazón entre la angustia de otrora y la de hoy, que no es más que la angustia de separarse de los derechos sociales conquistados en los últimos 12 años.

La carga política e ideológica de la base del mensaje de Macri tiene lógicas profundas para comprender el rumbo que desea darle a la Argentina. Más allá de los retazos discursivos que rebotaron en los medios por su alto grado de peculiaridad, lo importante es el todo y no debe ser pasado por alto, pues allí radica su concepción de la sociedad.

 

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