
El atril de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) no es para cualquiera. Y aún en esta época en la que, salvo raras excepciones, no hay grandes oradores, el presidente Mauricio Macri debutó con un papelón.
Y no se trató de meras cuestiones de oratoria, ni de la carencia de técnicas ciceronianas para captar y convencer al auditorio. Es mucho más grave. Macri ofreció, una muestra más, y en esta ocasión para todo el mundo, su típico balbuceo. Un farfullo ahíto de falsedades, y sazonado con la mendacidad mórbida que caracterizan sus dichos, a los que nunca les falta, asimismo, cuotas de cinismo que ofenden la inteligencia de quienes lo escuchan. Sus palabras constituyen formas de violencia simbólica pocas veces vistas en la Argentina.
En algo más de quince minutos, justo lo estipulado para cada presidente, pudo esparcir generosas cuotas de vergüenza ajena sobre las argentinas y argentinos que aceptaron, estoicos, el mal trago de prestarle oídos a la bla-bla patronal que expele su dura boca.
No le faltaron competidores al presidente argentino. La cucarda para el mandatario más mentiroso y cínico viene muy disputada en la 71° Asamblea General de la ONU.
Por ejemplo, el presidente de EEUU, Barack Obama, criticó el imperialismo y la injerencia en los asuntos internos de los países vecinos.
“En un mundo que ha dejado atrás la era de los imperios, vemos cómo Rusia intenta recuperar su gloria pasada por la fuerza. Si Rusia continúa interfiriendo en los asuntos internos de sus vecinos, eso podrá ser popular en su país. Podrá impulsar fervor nacionalista por algún tiempo. Pero con el paso del tiempo, también va a disminuir su estatura y hacer que sus fronteras sean menos seguras”, dijo Obama.
Por su parte, el mandatario de Brasil, Michel Temer, que ocupa ese lugar tras un golpe de Estado contra la presidenta elegida democráticamente Dilma Rousseff, osó manifestarse en favor de la democracia y destacó la calidad institucional que existe en su país.
El mandatario señaló que la farsa de juicio político que lo llevó al poder “transcurrió dentro del más absoluto orden constitucional” y agregó que la destitución de Rousseff demostró que “no hay democracia ni estado de derecho en el que las normas no se apliquen por igual a todos, inclusive a los más poderosos”.
Representantes de seis países latinoamericanos se retiraron mientras Temer daba lecciones de democracia, en busca de un antiemético: Venezuela, Ecuador, Costa Rica, Bolivia, Cuba y Nicaragua decidieron dejar la sala.
Macri y el cinismo zen
En ese marco, en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU, Macri insistió con la impronta entre religiosa y de autoayuda con la que intenta sostener la estafa electoral que lo llevó al poder. Hubo autobombo al por mayor. Hizo campaña para él mismo y para su canciller.
Hasta habló de “pobreza cero”, un eslogan de campaña que hasta sus propios ministros desmintieron. “La Argentina eligió el camino de confiar unos en otros, dialogar y hablar con la verdad”, pontificó, cínico y zen.
Y agregó que su gobierno “logró la normalización de la macroeconomía y una relación madura con el resto de los países y los organismos multilaterales”. Se sabe que en la jerga neoliberal “relación madura” se traduce por “subordinación total a los poderes fácticos”.
Macri señaló, asimismo, que “ya se están empezando a ver los resultados” de sus políticas. Y esto es rigurosamente cierto, para desgracia de las mayorías y de la soberanía popular. Y dijo sentir orgullo porque las prioridades de su gobierno “están alineadas con las de la comunidad internacional”.
Insistió con la “pobreza cero”, y sobre sus buenas intenciones de “derrotar el narcotráfico” y “unir a los argentinos”.
“Vivimos en una época de grandes transformaciones globales, donde los cambios son cada vez más veloces y nos presentan nuevas oportunidades”, agregó, ya en papel de mendigo de inversiones.
El mandatario argentino definió a la Argentina como “una potencia productora de alimentos” y aseguró que “no se puede aceptar que haya personas pasando hambre en ningún lugar”.
De paso, además de hacer campaña para sí mismo y su gobierno, intentó hacer campaña a favor de su canciller, Susana Malcorra, que pretende ocupar el puesto de secretaria general de la ONU. En este caso, argumentó, si es que este término puede aplicarse a su discurso, apoyándose en cuestiones de género. “Queremos un enfoque transversal para que las mujeres tengan las mismas posibilidades que los hombres”, dijo el presidente argentino.
“Quiero agradecerle el apoyo que ha recibido nuestra Canciller para la Secretaría General de Naciones Unidas. En el siglo XXI, tener a una mujer al frente de esta organización sería un ejemplo alentador», insistió Macri.
Pero todo indica que Malcorra se quedará en la Argentina, enmendando y desmintiendo los dichos irresponsables del mandatario, como lo hizo en el caso del tema Malvinas (ver aparte).
La canciller está cada vez más lejos de ponerse al frente de la ONU. En la cuarta votación informal realizada en el organismo, Malcorra quedó en los últimos lugares. Obtuvo 7 votos a favor, 7 en contra y una abstención. El ex primer ministro portugués Antonio Guterres ganó por 12 votos.
Empleado del mes del Imperio, contra Venezuela
Ya antes de su discurso ante la OEA, en el marco de una entrevista para el diario británico Financial Times, se esmeró para ser el empleado del mes del Imperio, y volvió a embestir contra Venezuela. Dijo que ese país “es un desastre” y se declaró asombrado de que haya gente que siga creyendo que en esa nación caribeña “se practica la democracia”.
De paso, advirtió, cínico y TN-zen, que el kirchnerismo estaba “llevando a Argentina hacia los mismos tipos de problemas”.
“No fue fácil rebalancear la economía luego de una década de mentiras. Estaban llevando a Argentina hacia los mismos tipos de problemas que Venezuela está enfrentando ahora”, destacó.
“Todas las cosas no se pueden cambiar en apenas unos meses, pero cada día se avanza un poco más. Entiendo que la mayoría de las decisiones que tuve que tomar no fueron fáciles para muchas personas. Si hubiera habido una alternativa, la habría tomado, pero no hay”, agregó.
Ante los periodistas británicos se definió como una suerte de luchador por la libertad y la democracia en la satánica Venezuela. “Siempre he luchado por la realización del referéndum revocatorio y por la libertad de los presos políticos”, dijo, mientras todavía estaba fresca la tinta de los carteles que lo esperaban, desplegados frente a su hotel por un grupo de militantes.
Los letreros decían “Libertad a Milagro Sala”, “Free Milagro Sala”, y “Macri es igual a pobreza” y “Corrupto”, entre otras consignas que, de algún modo, ejercían la justicia poética después de tan feroz orgía de mentiras. Globos negros adornaron la escena. De regreso al hotel tras su discurso en la ONU, Macri tuvo que pasar junto a los manifestantes y debió escuchar el ya tradicional “Macri, basura, vos sos la dictadura”, y los calificativos de “corrupto” y “represor”.
Fuente: El Eslabón
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