Apenas conozco la peatonal Córdoba por la mañana. Menos aún, si se trata de un sábado. Puedo decir que amanece con lentitud, incluso cuando en las primeras horas del día se anuncia soleado, en medio un fin de semana largo y multitudinario. Pocos la transitan a las siete. La mayoría va rumbo al trabajo. Ese ocho de octubre se notó eso pero a medida que avanzaban los minutos se percibía otra cosa: cada vez éramos más transitando ese camino. Y todas íbamos en la misma dirección.

La zona del Monumento a la Bandera no amaneció con lentitud. Todo lo contrario. La salida del sol coincidió con la llegada de los primeros colectivos que vinieron a Rosario de todo el país. Con eso, empezó a acomodarse el que sería un escenario que abarcaría a todo el centro rosarino. Y más allá de los bulevares, también. Los primeros mates y puestos de artesanías llegaron con el sol. Se sumaron las carpas armadas y las inscripciones tardías, el olorcito a torta asada y las banderas de partidos políticos, movimientos sociales y agrupaciones.

Nunca participé de un Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) hasta ese sábado, el día que la ansiedad me sacó de la cama a las siete. Más de una incógnita me atravesó en las jornadas previas: que cómo es el Encuentro, que qué va a pasar y cómo vamos a ver la ciudad, que quiénes participan de una actividad así. Las respuestas empezaron a caminarse desde temprano ese sábado.

“Este es nuestro fin de semana”. Un grupo de mujeres neuquinas explicaron: “Es el fin de semana que tenemos libre para estar juntas, descansar, divertirnos”.  Me acerqué a ellas a pedirles un mate. Eran seis y rondaban entre los 50 y 60 años. Estaban en medio del Parque Nacional a la Bandera tomando el primer sol de la mañana. Les pregunté si era la primera vez que viajaban. A Rosario sí, recién llegaban; al Encuentro, no. Habrá sido el cuarto, quinto del que formaron parte. Lo primero que cuentan es que les encanta participar y que aman la ciudad, por lo poco que han visto. También, que no van a tener mucho tiempo para recorrer y por eso harán las preguntas pertinentes para su corta estadía en Rosario. La primera, para comprar telas al mayorista, porque estiman que acá les saldrá más barato. Cuando ya toman confianza, siguen: ¿y la noche? ¿Y los tipos? ¿Y a dónde pueden ir mujeres de nuestra edad? “Este es nuestro fin de semana”, aclaran, aunque para mí ya no es necesario.

Las personas que ya llevan varios Encuentro de Mujeres encima suelen explicar, hasta el hartazgo, que no se trata de un encuentro o congreso feminista ni anti-hombre. Eso queda claro cuando lo ves y vivís. El Encuentro es de mujeres, sobre mujeres. Nadie viene a representar a nadie. Las personas, las chicas, van con sus propias subjetividades a compartir inquietudes y politizarlas, y con eso marcan la diferencia: no es un mero rejunte a hacer catarsis. El Monumento se copó ese sábado con las chicas que vinieron a divertirse, con las que vinieron a descansar, con las que vinieron a buscar un cambio de vida. Estaban todas: fortaleciendo sus espacios, buscando nuevos espacios, solas, con amigas, con sus parejas. Estaban todas: las lesbianas y las tortas, las transexuales y las trabas, las putas y las trabajadoras sexuales, las peronchas, las anarcas, las troscas, las sindicalistas, las que no quieren saber nada con las etiquetas. Llegué a vislumbrar una banderita del Frente Renovador. De las chicas Pro, nada.

Contado de a miles

El ENM fueron 70 mil mujeres de Rosario, de Argentina y de toda Latinoamérica participando de 69 talleres y 130 actividades culturales programadas. Se suman a ese total todas las que no se inscribieron y todos los varones que eligieron formar parte del Encuentro más allá de los talleres. Por eso, el conteo para la marcha del domingo, que ocupó 40 cuadras, llega a las 90 mil personas. Los datos duros explican lo que tantas y tantos quieren decir con sus relatos. Las cifras hablan de un Encuentro exitoso, pacífico, en constante crecimiento y transformación. No está de más contar, entonces, que se repartieron 27 mil botellitas de agua y 40 mil viandas. La comisión organizadora estuvo conformada por 200 personas, a las que se le sumaron unas 200 más para otras tareas. Los 69 talleres se dividieron en 300 comisiones y se dictaron en 14 establecimientos de la ciudad. Unas 150 instituciones más se sumaron para hospedar a las chicas, y a eso se le suma que el 96 por ciento de la capacidad hotelera rosarina estuvo completa durante esos días.

Lo que no se puede contar en cifras es lo otro: lo vivencial, la marea humana, femenina, política, heterogénea, que fue y vino, permanentemente, a lo largo y ancho de la ciudad. No hubo momento, salvo la conocida e hiper-comentada represión policial y lo que siguió, en que una se sienta con miedo. O sola. O incómoda. ¿Qué pasó en Rosario durante el ENM? La ciudad se copó. Los quioscos se coparon. Las escuelas, las granjitas, las calles, los bares. La plaza San Martín se transformó en una feria gigante donde convivieron infinitas ofertas con charlas, con bandas en vivo, con malabaristas, con chicas cortándose el pelo, varones y mujeres fumando porro y tomando cerveza, niñas y niños andando en bicicleta y patineta. La avenida Pellegrini, el boulevard Oroño, la peatonal Córdoba hospedaron a ese andar permanente de mujeres compartiendo vivencias y encuentros. O Encuentro, mejor dicho.

Debatir a partir de las vivencias

Nunca había participado de un Encuentro de Mujeres. Mi primera sensación frente al evento fue la del prejuicio. No malicioso, sino, casi soberbio. No me anoté a ningún taller. En su momento, mi razonamiento me pareció lógico: si yo no participo del debate ni la militancia diaria del feminismo, ¿qué iba a hacer ahí? Por suerte quise sacarme la duda. Entré sigilosa al taller de Trabajo Sexual, que me interpelaba por los temas que trabajo, y en menos de una hora sentí la bocanada de aire fresco de que algo estaba pasando. Entré en silencio y ajena, y en menos de una hora estaba levantando la mano pidiendo un lugar en el debate, pidiendo compartir. Pasó lo que tenía que pasar: me arrepentí de no haber elegido un lugar donde exponer y politizar mis propias inquietudes. Y también entendí lo que dicen todas y hasta ese momento me parecía tonto: de la experiencia de esos talleres, salís siendo otra.   

La modalidad es simple: una, siendo una misma – y no representando a alguien – habla, expone, piensa y comparte vivencias, ideas, sensaciones, dudas. De ese taller forman parte mujeres de todo el país y el mundo,  de todas las edades y realidades. Los talleres fueron 69. Este año se sumaron tres nuevos: Mujeres y Cannabis, Mujeres y Trabajo Sexual y Mujeres Afrodescendientes.  Las temáticas más convocantes fueron las de violencia, trata, relaciones de pareja, políticas del cuerpo, estrategias para la legalización del aborto. Nada por fuera de lo que la coyuntura social, económica y política demanda al movimiento de mujeres.

Primero, independientes

Una de los principales rasgos del ENM es su carácter de horizontal y autogestivo. Para muchos y muchas puede haber sido una desventaja, un problema, para la mayoría, es la mejor forma de construir. Todo lo que sucedió el 8, 9 y 10 de octubre fue consensuado. Todo, incluso la falta de mención a Milagros Sala en el documento leído en el acto de apertura y la ausencia de críticas a los gobiernos de la ex presidenta Cristina Kirchner, que en todos los encuentros anteriores se hicieron. Las repercusiones de los días después hicieron caso omiso a esta condición constituyente del multitudinario evento y buscaron representaciones y responsabilidades donde no la hay, donde solamente se puede ver una marea plural y compleja que recorre todo el país.

Más notas relacionadas
Más por Laura Hintze
  • Agredidos y organizados

    Gremios de la CGT y la CTA y organizaciones sociales de Rosario resisten “las políticas de
  • El horno no está para bollos

    Los discursos de los principales dirigentes de la Intersindical Rosario en el acto realiza
  • Solidaridad de clase

    Beatriz Introcaso, titular de Coad, habló de la “desazón” en las universidades por las pol
Más en Ciudad

Un comentario

  1. adhemarprincipiano

    18/10/2016 en 16:47

    El rasgo fundamental del ENM, su carácter horizontal y autogestivo,jamas perderlo. Los olvidos es un problema de maduracion de conciencia politica. En los proximos seran superados y consolidados las proclamas.

    Responder

Dejá un comentario

Sugerencia

Los alquileres, antes y después del DNU: fuertes aumentos y plazos reducidos

La Encuesta Nacional Inquilina arrojó que tras la caída de la Ley de Alquileres el valor c