El más amplio espacio multicultural de género fue más y mejor organizado que cualquier otra actividad política, que lo es y con creces. Hubo discusiones, consensos y feminismo machista o machismo feminista, que se superpuso a lo más importante, que es la voz multiplicada por decenas de miles a favor del fin de la dominación patriarcal.

El Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario fue masivo, complejo, organizado, productivo, fue muchas cosas a la vez. Fue discutido, desde adentro y desde donde nunca se lo entiende, dimensiona o respeta, que es el afuera hostil a todo cambio y a cualquier forma de reparación al género violentado durante milenios.

Generó un hecho político de tal magnitud en una ciudad y una provincia cuyas autoridades han decidido abandonar la política en términos de ampliación de derechos a las grandes mayorías, que tanto las adhesiones como las reacciones tuvieron inéditas proporciones.

La discusión y los consensos

Decenas de miles de mujeres muestran año tras año en estos encuentros que son organizadas, eficientes, claras y solidarias, mucho más que muchos colectivos integrados exclusivamente por varones. En Rosario no se vio una excepción a esa regla que pareciera es la que en cada edición genera miedos burgueses en lo más reaccionario de la sociedad, que espera el fracaso de ese modelo de organización, lo vaticina, y por las dudas tiene preparado un plan de contingencia que lo provoque.

Se puede decir que los talleres, pese a que reiteraron la dramática realidad de sometimiento, explotación, intervención en sus propios cuerpos, se desarrollaron con la positiva euforia que caracteriza a quienes saben que sus reclamos son justos.

Los temas que sobrevolaron el debate, los de siempre, dieron lugar a discusiones y consensos, no podía ser de otro modo.

Michelle Krawchik escribió, en su informe publicado por la Agencia Paco Urondo, que “los talleres se caracterizaron por ser dinámicos y llenos de participación, tratando cada temática en detenimiento y escuchando las voces de todas y todos los participantes. Algunos temas resaltaron por su presencia como la igualdad y la violencia de género, el aborto legal, seguro y gratuito, el narcotráfico, la trata de personas, entre otros”.

En el taller Mujeres, Anticoncepción y aborto, se debatieron, y mucho, el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable y la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) 26.150 sancionada en 2006. Esta última, según muchas de las asistentes, contiene varias falencias. “La resistencia a debatir y cuestionar las normativas sociales vigentes, especialmente tratándose de un público joven, obstaculizó la correcta puesta en práctica del programa. Más allá de esto, el número de docentes capacitados en materia de educación sexual y género en el país supera los 90 mil, según fuentes del propio Ministerio de Educación del anterior gobierno. El gobierno nacional dejó ver claramente su postura sobre el aborto cuando Mauricio Macri, a partir del decreto 114/2016, que dispuso la reestructuración del Ministerio de Salud de la Nación, implicó el desmantelamiento del Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable”, destaca en su informe Julia Pascolini.

Lo cierto es que el Encuentro amplificó las voces que, como siempre, postulan una emancipación clara de los mandatos patriarcales. El reduccionismo a que fue sometido por medios y sectores reaccionarios al recortar sólo la protesta más enérgica y justificar la represión, es tan inmerecido como infame.

La represión

Foto: Franco Trovato Fuoco
Foto: Franco Trovato Fuoco

La represión se desencadenó en las puertas de la Catedral de Rosario, pero antes de las balas y los gases y los golpes una suerte de represión fundamentalista ya había tenido lugar, corporizada en una docena de neo templarios que pusieron en escena un corifeo de plegarias contra las huestes de Sodoma y Gomorra que, para ellos, venían a violar la paz de todo templo.

Tal como lo narró Redacción Rosario, allí, en ese sitio, “se esperaba que se de el momento más picante de la marcha, como suele ocurrir en todos los Encuentros de Mujeres”. Pero además de que la opereta policial montada por la provincia parecía estar en sintonía con los suplicantes y estaba presta para responder a un grupo que se dedicó a repudiar a la Iglesia por su posición “antiabortista y machista”, la cana actuó en línea con el nuevo protocolo antiprotesta impuesto por el gobierno nacional. Un protocolo que se resume en el reparto a diestra y siniestra de garrotazos, balas de goma y gases lacrimógenos e irritantes.

Si hubo, y de hecho algunos videos muestran que así fue, piedrazos, cócteles molotov y botellazos contra los efectivos allí apostados, la idea de repeler a balazos es criminal y pudo tener consecuencias aún más graves de las que se pudieron contabilizar, con mujeres, reporteros gráficos y periodistas heridos en lugares de su cuerpo que sólo el azar impidió el vaciamiento de ojos o contusiones de consideración aún mayor.

Tras los sucesos, la Comisión Organizadora del Encuentro salió a repudiar “enfáticamente cualquier tipo de represión”. A través de un comunicado, y en conferencia de prensa, rechazó “particularmente la ejercida por las fuerzas de seguridad en la intersección de las calles Buenos Aires y Santa Fe y sus alrededores”. O sea, a las puertas de la Catedral y de la Municipalidad.

Para las organizadores, “los hechos sucedidos durante la marcha principalmente pusieron en riesgo la seguridad y la vida de las miles de mujeres que nos autoconvocamos”. El texto del comunicado expresaba, en un párrafo que vale destacar, que la marcha,
“la más concurrida de todos los Encuentros, fue fruto de la más amplia unidad y de la necesidad de estas miles de mujeres de expresar sus reclamos y reivindicaciones”. Y se remarcó que la “Comisión Organizadora trabajó durante 11 meses para garantizar que éste Encuentro sea exitoso, pacífico y seguro”.

Un ministro baleador

Una frase, una entre tantas que conforman la cortina de humo retórico con que se difuminó la potencia del Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario: «Estamos conformes con la policía». La pronunció Maximiliano Pullaro, ministro de Seguridad de Santa Fe. Radical socio del socialismo. Esto hay que aclararlo en Santa Fe, donde el «otro» radicalismo está aliado con la otra derecha, el PRO.

Se autoproclama progresista, como sus socios, que vienen votando junto a la derecha desde hace años todo lo que las corporaciones piden que voten en el Congreso nacional y la Legislatura provincial.

Las frases salieron de la boquita entreabierta de Pullaro, rozando sus labios finos, casi imperceptibles. Frases pronunciadas con voz chillona, algo ruidosa, como los disparos de su Policía, que debería ser de todos/as, no suya o de su gobierno. «La policía actuó de acuerdo a los protocolos. En este caso, la veo como víctima».

Pum, las palabras suenan como tiros. Pum, pum. Los azules vuelven a golpear, esta vez por medio de la boquita de labios finitos de Pullarito: «No podemos centrarnos siempre en cómo actuó la policía, porque actuó correctamente protegiendo un edificio histórico de Rosario. Estamos conformes con el accionar policial. Y no hubo ningún manifestante herido de gravedad». Dijo más, pero para qué seguir escuchando disparos.

Parece claro que Pullaro se siente más cómodo y seguro hablando de SU policía en estas lides que cuando debe balbucear frente a los casos de gatillo fácil, complicidad con el narco o la simple ausencia de otro control que no sea el social.

Medioevo

Foto: Franco Trovato Fuoco
Foto: Franco Trovato Fuoco

Los medios de comunicación hegemónicos de Rosario –léase La Capital, los canales 3 y 5, Radio Dos y algunos espacios de LT8– inmediatamente, luego de haber ninguneado el Encuentro, o haber hecho hincapié en unos afiches que ya preanunciaban el carácter “violento” del mismo, se dedicaron a repudiar el “vandalismo” que provocó el grupo de mujeres que protagonizaron la protesta frente a la Catedral.

Editoriales cargados de quejas contra las pintadas en paredes y vidrieras de avenida Pellegrini, la suciedad dejada a su paso por la multitudinaria marcha, el costo que deberían afrontar “todos los rosarinos” para recuperar la pulcritud urbana, fueron algunos de los tópicos abordados por enardecidos e indignados periodistas, que en el caso de las mujeres siempre iban acompañados de una frase sugerente: “No nos representan como mujeres”, dirigida a las presuntas amazonas vandálicas sin caballo pero con fuego en las manos y tetas, que exhibieron sin el pudor que las damas del micrófono saben guardar.

El colmo del absurdo se dio cuando en Canal 3 la conductora del noticiero nocturno, al otro día de los sucesos, y luego de justificar la represión con el argumento recurrente de que quienes protestaban habían sido las primeras en agredir, fueron al móvil y allí José Granata, reportero gráfico de la agencia Télam, baleado en su cara, describió la desorejada represión y puso en su lugar las cosas, al razonar que nada de lo que pudieran haber hecho quienes manifestaban podía dar lugar a tamaña respuesta.

Pero las sombras del medioevo rosarino no se disiparon. Algunos espacios televisivos llegaron a ponderar los costos de la limpieza de paredes, vidrios y aceras, otros insistían en reclamar que las autoridades hicieran responsable a la organización del Encuentro y les hiciera pagar los “daños”, mientras los “comunicadores sociales” apelaban con estruendo hipócrita las voces de “la gente”, a la que consultaban en “la calle”.

Pese a que muchas voces medievales le endilgan a la intendenta Mónica Fein y al gobernador Miguel Lifschitz “haber dejado” que el Encuentro se realice y que hayan sido “permisivos” con las “actitudes vandálicas” que “afearon la ciudad”, el socialismo y sus aliados radicales se vieron blindados mediáticamente por un discurso anacrónico, que terminó escondiendo bajo la alfombra la mugre de una represión que desmiente la vocación por la diversidad de un frente al que de progresista, cívico y social no le queda algo si alguna vez lo tuvo.

Metodologías en discusión

No fueron pocas las mujeres que plantearon su disidencia con cierta metodología de protesta que, alegan, “lejos de sumar, resta”. Algo debe quedar claro, quienes tienen legitimidad de origen para debatir estas cuestiones son las mujeres, de otro modo sólo se trata de reflejos patriarcales que desean disciplinar a un movimiento que ejerce sus derechos y va por todo hacia la concreción de demandas vitales.

En las redes sociales, en especial Facebook, muchas participantes de encuentro sostuvieron que “no conduce a nada replicar los métodos machistas que condenamos”. Blanco de esa crítica, que no pretende desactivar la protesta ni restarle energía, fueron algunos grupos, definidos por quienes los cuestionaron como “minoritarios”, que expresaron en términos “autoritarios” sus proclamas.

“Comer carne es heterosexual”, ¿a quién representa?, se preguntaron muchas activas militantes por los derechos de género. La reflexión también abordó lo que fue caracterizado como “onda barrabrava” de algunos colectivos feministas. “En una cancha puede haber 45 mil hinchas que se expresan con fervor y energía, pero si 50 barras empiezan a tirar molotovs suspenden el partido y se desdibuja el resto del marco general”, razonaron las críticas.

La reproducción de lo más retrógrado del machismo reaccionario como método de lucha fue puesto en debate en Facebook apelando a una suerte de enumeración de postulados a los que muchas mujeres no adhieren. Aquí reproducimos esa publicación:

“Conclusión del Encuentro de Mujeres en Rosario según lo leído en distintos muros:

La Catedral “fue puesta” donde se iba a realizar la marcha.
Rezar es provocador.
Mujer que no adhiere es machista.
El encuentro fue hecho “para ellas” (no “por ellas”).
El aborto te va a hacer feliz.
Basta de parir.
Muerte al macho, matá a tu novio.
Juremos iglesias quemar.
El feminismo no es comparable con el machismo. No es su opuesto.
Estar muy patriarcalizada.
La «igualdad» es un concepto neoliberal y cristiano. No somos gente igual, eso es un verso de las iglesias y el Poder.
El feminismo es un DDHH.
La única iglesia que ilumina es la que arde.
Paso, conmigo no cuenten”.

Ni lo precedente ni los episodios protagonizados por quienes son criticadas, en verdad, cierran debate alguno y, mucho menos, logran ser la síntesis del Encuentro, que generó hacia adentro niveles de organización, propuestas, cursos de acción, avances en las políticas para enfrentar a un Estado que no quiere dejar en libertad a las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos y sobre todos lo demás.

Hacia afuera, al menos para quienes tienen una mirada no contaminada por el machismo patriarcal, la enseñanza profunda que dejó el Encuentro es que hay temas que no pueden demorar un minuto más en ser resueltos porque lo que está en juego es de vida o muerte y las víctimas son siempre las mismas. Y si no se resuelven, que nadie se queje, las mujeres no se van a quedar de brazos cruzados. Y que se cuiden los cruzados.

Fuente: El Eslabón.

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