Cuando empezó a soplar fuerte el viento sur, alguien dijo que era Néstor que pedía la palabra. Un recurso simple, pero efectivo, a seis años de una ausencia significativa como pocas en la historia argentina. Esa voz pidiendo presencia, además, es tal vez lo que necesita la coyuntura del movimiento nacional y popular en momentos en que la Patria se debate nuevamente en una batalla contra quienes quieren tornarla insignificante.

Como en la teoría de la evolución de la especie humana, a la unidad del peronismo camino a los comicios de 2017 le faltaba el eslabón perdido, el factor aglutinante que la expresara sin cortapisas.

El devaneo de dirigentes que, en forma más o menos explícita, vetan nombres, exigen autocrítica, sollozan por los errores cometidos, votan sin misericordia popular leyes que estrangulan los bolsillos de las grandes mayorías, se dicen peronistas de Perón y Evita pero evitan siquiera rozar las políticas públicas que hicieron que las banderas de justicia social de esa fuerza se tornaran eternas, parece haber llegado a su fin en esta etapa del movimiento nacional y popular.

Este jueves, allí en La Matanza, el referente de ese territorio y presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, junto a la intendenta Verónica Magario, compartieron el escenario con Máximo Kirchner y Daniel Scioli. Pero detrás estaban los intendentes peronistas, mezclados con kirchneristas que hasta ayer podían ser considerados como mala palabra o piantavotos por quienes se arrogan tener el votómetro siempre calibrado.

En el escenario de Villa Palito las referencias a Néstor y su corajeada de 2003 en adelante bien pudieron ser expresadas y valoradas en términos históricos, párrafos cargados de política bien histórica, de otros tiempos. Pero no fue así. Magario supo erigir a Néstor al lugar de líder transformador, fiel al legado de Perón, agradeció los logros en el marco del proceso político surgido en 2003, pero quiso agregar con nombre y apellido a Cristina, a quien llamó compañera y responsable de la continuidad de esas políticas, con dos coros: el de la aclamación del peronismo movilizado y el de los aplausos del desbordado palco, repleto de intendentes del conurbano profundo, ese que por estas horas sufre a Macri.

13-maximo

Magario fue más allá, incluso: “Los peronistas fuimos parte de ese camino”. Y al citar los “logros de los últimos doce años”, subrayó uno: “Habernos liberado del FMI y haber invertido en lo fundamental, la deuda interna con todos los argentinos”.

Backstage

Pero nadie es ingenuo en este juego. La organización misma del acto representó una apuesta a la unidad que nada tiene de espontáneo ni desinteresado. Las mediciones, las mezquinas, las operadas y las que reflejan una tendencia confiable, dan a Cristina en la provincia de Buenos Aires guarismos que hacen pensar al más irreflexivo.

En algunos casos parece mentira que dirigentes de trayectoria, con olfato avezado, hayan dudado de que si alguien iba a capitalizar el descontento era CFK, quien por oposición representa el sujeto bajo cuyo gobierno las mayorías comían, se vestían, se educaban, trabajaban, amaban y soñaban más y mejor que en este presente pesadillesco, en el que algunos de esos derechos básicos han dejado de ser parte de la realidad de millones.

Lo cierto es que, con ausencias previstas por todas las partes, el homenaje a Néstor en el territorio que María Eugenia Vidal y Macri quieren partir en tres fue pensado con un ojo en la unidad y otro puesto en convocar pero no tan ampliamente como algunos que argumentan, en forma algo desesperada, que la unidad no encuentra límite alguno. Y que Máximo Kirchner haya sido quien cerró el homenaje, para muchos de los que estaban en el palco quiso ser mostrado como un tributo mayor que si la invitada hubiese sido Cristina: el jueves se vio nuevamente el poder que la convocatoria de masas que concita la compañera de Néstor genera en algunos díscolos. Y parece mentira, pero en el peronismo eso le otorga mucha más especificidad al concepto de unidad que los balbuceos del asambleísmo autocrítico.

Máximo Kirchner habló con varios interlocutores, como hacía su padre y hace CFK. Le habló a La Matanza, desde Magario hacia todo el horizonte matancero. Le habló a los compañeros “recuperables”, y parece que su madre y él incluyen a Florencio Randazzo en ese equipo. Lanzó un pistoletazo de bengala hacia Nordelta, como para que se le ilumine un poco el campo de batalla a Sergio Massa, que en estos tiempos empieza a ver sólo humo y sombras en el tablero en el que Macri y él se disfrazan de negras y blancas, aunque las piezas las mueva Héctor Magnetto desde la X-Men Clarín Corporation. Y le dirigió algunos vientos sequencer a Mauricio y socios.

Consejos a palacio

Kirchner Jr le revoleó de entrada un “no hace falta poner tantas vallas y policías”, para luego rematar: “Si el pueblo es feliz se ordena solo”.

También se sonrió cuando soltó: “No hay que tenerle miedo ni hay que simular viajes de colectivo. No caiga en la gilada, Presidente, escuche a la gente y no tanto a sus asesores, por favor”. El viento del sur seguía soplando, persistente.

Sobre los socios antiguos y actuales de Macri, algo mencionó: “A (Fernando) De la Rúa lo invitan a la embajada de Estados Unidos. A Néstor se lo homenajea acá, en Villa Palito”. Un lugar que además definió así: “Acá nadie te va a dejar a pata, acá hay solidaridad y organización popular”.

Por último, Máximo les advirtió a los matanceros, pero por elevación a todos los argentinos, que Macri “los mira con los ojos en la nuca” y que “se caga en que se levanten todos los días para darle de comer a su familia”. Y sacó una conclusión irrefutable: “Si el gobierno te mira con la nuca, tu esfuerzo se lo llevan la banca internacional, las mineras y los exportadores de granos”.
En un tramo del discurso, alguien le gritó que hable de los trenes. Máximo sonrió y le contestó: “A vos te mandó Florencio”. Al instante, envió una señal a las carpas del ex ministro: “Buen compañero, Florencio, Cristina le dio muchas herramientas y él supo transferírselas a la gente”. Por si hiciera falta, tiró otro guiño: “Ya se le va a pasar el enojo”.

Con Massa no fue cortés ni generoso: “Fue formidable la inversión que hicimos en seguridad en todo el conurbano. Hay que ser agradecido en la vida. Debió haber sido muy fácil gobernar Tigre con Néstor y Cristina. Cómo me hubiera gustado a mí ser intendente de Tigre con ellos en el Gobierno”. Pero en Nordelta se perdieron el acto en homenaje a Néstor. Allí también les gusta más mirar películas y series.

Fuente: El Eslabón

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