14-maduro-capriles-rgb-color

La oposición intentó un golpe parlamentario, pero no pudo. Parte de ella, la mitad, se sentó ahora a negociar y planteó una tregua. El gobierno liberó dirigentes golpistas presos y los opositores suspendieron una marcha y pospusieron la farsa de “juicio político” (figura que no existe en la Constitución).

Finalmente, y después de alcanzar uno de los tantos picos de tensión, con violencia callejera incluida, tan característicos de la intentona golpista que acaso sea la más larga de la historia (ya lleva 16 años), el gobierno de Venezuela y una parte de la dividida y variopinta oposición comenzaron a negociar.

Es decir: media oposición, 15 de los 30 partidos que conforman la Mesa de Unidad Democrática (MUD), después de dar muchas vueltas, después de negarse, después de poner muchas condiciones, aceptaron la invitación del Vaticano, y del propio papa Francisco, a comenzar a dialogar junto a una serie de mediadores internacionales.

Además del Vaticano, representado por monseñor Claudio Celli, participan de las negociaciones el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper; los ex presidentes de España, José Rodríguez Zapatero; de Panamá, Martín Torrijos; y de República Dominicana, Leonel Fernández. Además, Estados Unidos (EEUU) envió al subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Shannon.

El inicio de las conversaciones dio lugar a tres medidas concretas de distensión y tregua. Por un lado, el gobierno de Maduro liberó a cinco dirigentes de la oposición que estaban presos por participar de actos de sedición e intento de golpe de Estado.

En el lenguaje de la oposición, se los denomina “presos políticos”. Y este es un ejemplo de las dificultades que enfrenta el diálogo. Si bien ambas partes utilizan el castellano, en términos políticos usan lenguajes diferentes, en muchos casos antitéticos e incompatibles. Por eso el papel de los mediadores será fundamental. Pero más importante todavía será la voluntad de las partes a llegar a un acuerdo.

La segunda medida que produjo la tregua fue un gesto de la oposición, que suspendió la marcha prevista para el jueves 3 hacia el Palacio Miraflores (sede del gobierno nacional). Pero como la oposición no es una sola, algunos sí marcharon.

La semana pasada se había convocado una marcha similar, en el marco de una convocatoria para “tomar Venezuela” y ciertos grupos de la oposición propusieron tomar el palacio de gobierno y derrocar al presidente Nicolás Maduro. Fue parte de la estrategia de golpe a la brasileña que finalmente no cuajó: instalar la idea de un “juicio político” contra Maduro (pese a que esa figura no existe en la Constitución) y, paralelamente, en la calle, instalar la violencia y derrocar al gobierno.

La oposición no dialoguista puso el grito en el cielo por la suspensión de esta marcha y siguió reafirmando que el objetivo principal “es derrocar a Maduro”. Este hecho deja en claro, una vez más, que la representatividad de la MUD es muy relativa y que, más allá del afán de derrocar a Maduro, y de un fuerte sentimiento antichavista –que en muchos casos llegar a ser un odio cerril–, es muy difícil encontrar en ese rejunte una propuesta o un proyecto de país alternativo.

Pese a que la MUD suspendió la marcha, grupos de estudiantes realizaron movilizaciones. Hasler Iglesias, presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela (FCU-UCV), informó que los movimientos estudiantiles convocaron a todos los venezolanos a protestar de forma pacífica. “Los estudiantes no necesitamos que ningún dirigente político nos convoque a una movilización. Seguiremos en las calles”, dijo Iglesias a través de su cuenta de Twitter.

En el marco del diálogo y la distensión, las fuerzas opositoras que aceptaron el diálogo también desactivaron el otro mecanismo golpista que quisieron utilizar para generar una farsa de juicio político a lo Brasil: la Asamblea Nacional anunció que pospuso posponer el análisis de la responsabilidad política de Maduro en la crisis económica, política y social que vive Venezuela, ese engendro que la prensa intentó vender como “juicio político a Maduro”.

Las conversaciones, que continuarán el 11 de noviembre, se organizan en cuatro mesas de trabajo temáticas. La primera tratará “el respeto al estado de derecho”. La segunda se encargará de analizar “la Justicia, los derechos humanos, la reconciliación y la reparación a las víctimas”. La tercera se encargará de discutir sobre “la crisis económica y social” y la cuarta intentará “generar confianza y elaborar un cronograma electoral”.

La sola enunciación de los ambiciosos objetivos de las mesas de trabajo deja en claro la medida del desafío, las dificultades y los escollos que se enfrentan, y la distancia, a veces insalvable, entre las palabras y los hechos. Cuando hay tantos interlocutores con intereses económicos y políticos contrapuestos, muchas veces incompatibles, es muy difícil encontrar acuerdos en temas que tienen que ver con la estructura socio-económica y política de un país, con su matriz productiva y distributiva, con los privilegios, con su sistema de clases y con las resistidas modificaciones que introdujo el chavismo.

Además, el gobierno está conversando con la mitad de la oposición. ¿Qué pasa con la otra mitad que no participa y que, por consiguiente, no refrendará los acuerdos que puedan alcanzarse y seguirá con su objetivo de derrocar al gobierno como sea?

Apenas finalizado el primer encuentro con dirigentes de la MUD, el presidente Maduro, reiteró su compromiso para avanzar de manera “progresiva y sostenida” en el proceso de diálogo que inició con sectores de la oposición.

“Es una oportunidad para desarmar el odio, la intolerancia y abrirle camino al amor entre los venezolanos”, señaló el mandatario desde el Museo Alejandro Otero, en La Rinconada, Caracas, donde finalmente se produjo el encuentro, después de muchas discusiones y desencuentros. Porque hasta resultó difícil acordar el lugar: el gobierno había propuesto la Isla Margarita, pero la oposición prefería Caracas.

“Venimos dispuesto a escuchar y ojalá a ser escuchado y a buscar puntos de encuentros en función de los intereses de las grandes mayorías del país”, señaló Maduro por Venezolana de Televisión, al tiempo que agradeció la presencia del secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad (MUD), Jesús Torrealba, en representación de los partidos políticos que la integran, al secretario general de la Unasur, Ernesto Samper y a los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández, así como al enviado especial del Vaticano, Monseñor Claudio María Celli.

“Agradezco al papa Francisco y ratifico mi compromiso absoluto como presidente de la República con los procesos de diálogo y a la MUD le tiendo la mano y la palabra para conversar”, puntualizó el presidente de Venezuela.

Por su parte, Celli afirmó que el diálogo es el principal instrumento de la política y “el método para abrir procesos nuevos” donde las principales figuras de una nación afiancen el bienestar de los pueblos.

El enviado del Vaticano señaló que no pierde la esperanza en que este proceso de diálogo continúe y se logre acordar una agenda de temas y método de trabajo, aunque no sea “una tarea sencilla”. Y manifestó que “el país está esperando señales auténticas para comprender que el diálogo es una realidad”. Celli recordó que una nación democrática se rige por su Constitución y las leyes, las cuales a su juicio deben ser respetadas y defendidas por el poder público y la oposición.

La oposición sigue con los aprietes y las condiciones

El gobernador del estado Miranda y uno de los líderes de la oposición, Henrique Capriles, indicó que el próximo viernes 11 de noviembre, “es un día decisivo pues si no hay señales claras y contundentes durante el encuentro entre gobierno y oposición aquí no hubo diálogo”, informó el diario venezolano Panorama.

“Si de aquí al 11 no hay señales claras y contundentes, hay que empezar a liberar a todos los presos, pero si no hay un resultado concreto y que la gente tenga claridad, si no hay señal clara de resultado del camino electoral y no se logra tener direccionado, aquí no hubo diálogo. Se han planteado elecciones generales y eso es un escenario viable. En horas los venezolanos sabremos si hubo diálogo. Si no hay resultado positivo con el diálogo se le dirá al país: señores hicimos todo lo que pudimos”, destacó Capriles por Globovisión.

Además Capriles volvió a fustigar la decisión de las autoridades electorales que dispusieron suspender el proceso de recolección de firmas para llamar a un referendo revocatorio. En este sentido, sostuvo que “en Venezuela hubo un golpe judicial”.

“A veces la idea de golpe la atamos a tanques en la calle, movilización de las Fuerzas Armadas, aquí hubo otro tipo de golpe, no el que tenemos en nuestra mente que sería una toma militar si no hubo un golpe a través de unos tribunales que suspendieron un proceso”, señaló.

El dirigente señaló que la oposición no está renunciando ni claudicando a la “lucha, solo pedimos unas horas que fue lo que nos pidió el Vaticano, la iglesia católica, el Papa pidió que no se diera la movilización a Miraflores, y nos dijeron ¿ustedes tienen la voluntad de decirle al pueblo y aguantar unas horas? Hay que darle la oportunidad al papa”.

Más notas relacionadas
Más por Pablo Bilsky
  • El que las hace, las usa

    El mismo día que cumplieron el rol de oficial de justicia para notificar imputaciones por
  • Último viaje al bosque

    La última vez que fuimos al bosque lo hicimos colgados de un tren de carga, agarrados fuer
  • Huesos de barriletes

    Yo no sé, no. Manuel, saliendo del cañaveral donde había ido a buscar la pelota, dijo: “Ac
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

“Israel comete horribles actos de limpieza étnica”

Voluntarios que reparten comida, médicos, organismos internacionales son masacrados con la