El sexteto oriundo del barrio porteño de La Paternal pasó por Rosario con su cóctel de blues, psicodelia y ritmos latinos. “Aunque quedes como un gil, tenés que decir lo tuyo”, expresó el cantante y guitarrista Maximiliano Prieto.

“Negro Chico tiene hambre,
y la madre lo mandó a pedir,
Si la calle no me mata,
a la noche me voy a curtir…”
(Del disco Gratitud, 2015)

Los Espíritus pasaron por Rosario y hablaron con este medio. Con una mirada cruda, contemplativa y pulso hipnótico, comenzaron a generar atracción a principios de 2010 con sus primeros EPs, a fuerza de un sonido curtido por el aquí y ahora de las zapadas acompañadas por diversos componentes químicos-musicales.

El grupo de La Paternal pinta su aldea, describe ciertos personajes marginales como en la crónica amanecida de estación de trenes (Perro Viejo), viajes introspectivos nocturnos (El Gato) y místicos (Mina de huesos), y cierta festividad (Noches de verano).

En esa atmósfera se encuentra Maximiliano Prietto, guitarrista y cantante de Los Espíritus junto a sus compañeros Santiago Moraes, voz y guitarra acústica; Martín Fernández Batmalle, bajo; Miguel Mactas, guitarra; y Felipe Correa, batería. Están todos como rodeando una fogata, escuchando el nuevo disco en un departamento que da a la avenida Warnes. El disco no tiene nombre todavía, pero le dejaron escapar un tema, La Mirada, que ya se puede escuchar por la web.

“Hola, estamos justo con los Espíritus escuchando el nuevo disco. Está casi terminado”, avisa Prietto en el incipiente comienzo de la tarde, y cuenta que les queda por delante los procesos de masterización, que harán con el ingeniero Mario Brueber, y diseño; y luego de consultar al resto confirma que estará listo para el mes de mayo.

“Lo fuimos a grabar a General Rodríguez. Lo grabamos en cinta. Encaramos mucho por el lado del vivo del grupo. Lo grabamos así y lo producimos en nuestro home estudio. Fueron días enteros, todo el tiempo tocando, hablando casi las 24 horas de eso, de los tempos, los tonos, estuvimos muy enfocados”.

Es el tercer disco y el sucesor de Gratitud (2015), de atrayentes canciones como Negro Chico, un rocanrol crudo y callejero, el nostálgico Crecida, y la lisergia de Alto Valle, o la versión blusera de Pelea Callejera, tema de 2 Minutos incluido en Valentín Alsina. Antes, en 2013, habían sacado a la luz su primer disco larga duración, Los Espíritus, que contenía temas de sus anterios EPs, Hacele caso a tu espíritu (2010), el hipnótico tridente, Lo echaron del bar (2011). Y El gato (2012).

“Estamos muy contentos por la gente que se acerca. Nosotros simplemente tocamos canciones, ese es nuestro rol. Nos concentramos en eso porque lo otro, supongo que puede ir cambiando, variando para bien o para mal, y no es algo que tengamos mucho para pensar”.

En su paso por la ciudad, Los Espíritus se presentaron junto a Aguas Tónicas, en el marco de una gira que los llevará –entre otros destinos– a La Plata, Neuquén, Córdoba, Mar del Plata, Chile y Uruguay.

“Nosotros armamos los shows, a veces coproducidos con personas de distintas ciudades pero siempre tratando de tener un control sobre eso para tener una fiesta copada. El resultado fue positivo, a pesar de no tener una banca externa ni nada. Nos fue bastante bien y tocamos en muchas provincias ya”.

La crudeza de sus guitarras, los climas viajeros y sus historias generan espejismos. Incluso en la redacción de este periódico se tejieron posibles reminiscencias del grupo al sonido de El Soldado, el otrora “plomo” de Los Redondos; aires a Moris, y cierto relato urbano a lo Manal.

“El momento de escuchar música es distinto al momento de hacerla. Nos encanta el rock que mencionás. Nos gusta el rock de los 60, 70, de casi todas las épocas. A mí me gusta mucho la música psicodélica, lo latino, el jazz, el tango, la bossa, casi no tienen fin los estilos. Salsa, bolero, todo nos copa. Cuando eso lo traducimos en la sala, lo que más nos fluye es el formato canción y la zapada de rock, pero decir que somos una banda de rock es muy limitado. Cuando hacemos una canción tenemos la idea de que estamos expresando algo nuestro, el que haga la letra tiene algo para decir, algo que imagina. En ese momento no existen esas influencias, de eso se trata. Es como dar algo tuyo al mundo, no tiene sentido que pienses en otro porque tenés que hablar vos, decir lo tuyo. Aunque quedes como un gil, tenés que exponerte, sí o sí”.

Hacele caso a tu estilo

Para el tercer larga duración, Los Espíritus crearon el sonido que querían retratar. O sea, esta vez no lo encontraron más bien lo buscaron. Eso cuenta Maximiliano Prietto: “En los otros discos era más espontáneo, menos pensado de antemano. Esta vez fuimos a grabar los temas bien ensayados, todos sabíamos cómo era la canción y cómo era cada parte. Las composiciones salieron de la casa de cada uno, de los tiempos muertos en las giras, cosas que después trabajamos en la sala. Las letras tienen que ver con cosas actuales y con lo fantasioso. Casi la misma línea de los otros discos, no tienen un sólo mensaje. Son canciones que van llegando, cada cual tiene su mirada, algunas son más introspectivas, pero mejor escucharlas cuando salga el disco”.

Mientras Prietto culmina su charla con este periódico, mira por el balcón de Warnes y dice que sus canciones siempre van a estar impregnadas por el olor de esas calles. Se escuchan estridencias y el murmullo de sus compañeros detrás. Se percibe el ánimo ascendente.“Estamos muy contentos con el disco. Lo estamos escuchando en este día de sol. No tiene nada que no querramos. Después veremos, la mutación está siempre presente en nuestra música, es parte del estilo”.

Espíritus en ebullición

Prietto, Moraes, Mactas, Correa, Batmalle, y Barrey se treparon el pasado viernes al escenario del Sindicato de Canillitas de Rosario. Fueron subiendo el calor y las reberveraciones de la noche con los primeros acordes de Aguas Tónicas, los exponentes locales del “río marrón”, como profieren en unas de sus canciones. A fuerza de rock stoner, y blues psicodélico estuvieron en sintonía con la velada ante sus propios seguidores, que aprovecharon la movida para ver a los de La Paternal. El gran salón de los “canillas” se colmó y, desde temprano, se pudo ver a Los Espíritus haciendo de anfitriones de su fiesta. Hicieron la previa en bandejas, amenizando los intersticios con sus camisas coloridas. Ya en las tablas, y entrada la medianoche, la agrupación puso en juego el fuego colectivo, ese que los unió según contaron, desde un principio. Sacaron a relucir el magnetismo de su sonido, ante un público cautivo que cantó y agitó las canciones desde el inicio del show con Mina de huesos, y dejando paso a temas como Crecida y Mares, que emergieron junto a los hits under Perro Viejo y Negro Chico, y los viajeros Vamos a la luna o El blus. El sonido crudo vintage y el baile percusivo superpuestos encendieron una vez más al público, ese que había reproducido su último disco más de un millón de veces en youtube, y ahora estaban allí, en plena ebullición y haciéndole caso al espíritu.

Nota publicada en el periódico El Eslabón 291.

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