La Revolución Ciudadana continúa y se profundiza. Lenín Moreno ganó la segunda vuelta electoral con el 51,16% de los votos. Guillermo Lasso obtuvo el 48,84%. El tan mentado “fin del ciclo progresista en la región” se parece cada vez más a un sueño de la derecha.

En la Argentina, solo en marzo, más de un millón de personas se manifestaron en las calles para decirle “basta” a la cleptocracia neoliberal del presidente Mauricio Macri. En Brasil, el ilegítimo mandatario Michel Temer, que usurpó el poder tras un golpe de Estado, se encuentra acorralado. Millones de manifestantes ganan las calles y toman edificios públicos al grito de “fuera Temer”. Según las encuestas, su aprobación no llega al 20 por ciento. Y la Justicia lo tiene contra las cuerdas por casos de corrupción.

Son apenas dos ejemplos, pero sirven para desmentir el triunfalismo y la propaganda de la derecha regional. La resistencia a los gobiernos de derecha, las cínicas ceocracias que vinieron a barrer con los derechos, los avances y la redistribución de la renta de los gobiernos progresistas, es cada vez más grande, más organizada, más fuerte y con más proyección hacia el futuro.

El denominado “fin del ciclo progresista en la región” es solo un sueño de los poderes fácticos. Y, sobre todo, funciona como un slogan propagandístico que los medios al servicio de las grandes corporaciones repiten hasta el hartazgo para que parezca real. La restauración conservadora es apenas una circunstancia del devenir histórico, siempre cambiante, dinámico, impredecible. Es una circunstancia de una larga historia, de una lucha que se encuentra en desarrollo.

En Ecuador quedó claro que no está todo dicho a nivel regional. Que no es el final de nada. Que la realidad es dinámica. La topadora neoliberal encontró allí un freno, otro más. Ecuador resistió el embate. El pueblo ecuatoriano eligió continuar, y profundizar, la década ganada, la Revolución Ciudadana iniciada por Rafael Correa en 2007, un proceso que cambió por completo la historia de ese país.

En Ecuador, se enfrentaron dos candidatos que representan dos proyectos antitéticos y sintetizan en buena medida qué está en juego en América latina.

Por un lado, Lenín Moreno, de la Alianza PAIS, representa la continuidad de las políticas de inclusión social y redistribución de la renta que inició Correa.

Por el otro, Guillermo Lasso, de la Alianza Creo-Suma, un banquero neoliberal que representa el gobierno de las corporaciones, de los Ceos, de los poderes fácticos.

Lasso posee decenas de empresas offshore. En la crisis que sufrió el pueblo ecuatoriano en 1999-2000, mientras la enorme mayoría era condenada al hambre o perdía sus ahorros, el banquero incrementó su patrimonio de un millón a 31 millones de dólares.

Y ganó Moreno. El pueblo optó por la Revolución Ciudadana. Eligió la década ganada. Rechazó el neoliberalismo. No les creyó a los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos (tanto de Ecuador como de Europa y de EEUU) que durante la campaña, al igual que durante los gobiernos de Correa, desplegaron intensas operaciones de desinformación y manipulación.

“Estoy muy emocionado. Hay una explosión de emociones dentro de mi corazón. Al final de mi mandato quiero poder decir que se erradicó la desnutrición infantil, la pobreza extrema, la corrupción y la falta de emprendimiento juvenil”, señaló el presidente electo, Lenín Moreno que ganó la segunda vuelta electoral con el 51, 16 por ciento de los votos.

Guillermo Lasso obtuvo el 48,84 por ciento y, lejos de reconocer la derrota, habló de “fraude”, pese a que los organismos internacionales que monitorearon las elecciones, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión de Naciones del Sur (Unasur), afirmaron que no se presentaron irregularidades.

“Vamos a seguir en la línea de favorecer a los más pobres de la patria. Voy a ser presidente de todos, pero fundamentalmente de los pobres”, señaló Moreno a poco de conocerse los resultados. “Esta revolución continúa”, agregó el presidente electo.

“El acercamiento debe ser la norma del comportamiento de aquí en adelante de todos los ecuatorianos”, propuso Moreno.

Según informó el diario ecuatoriano Andes, el presidente electo ratificó que su equipo de colaboradores ya trabaja en el proceso de transición para recibir el gobierno a partir del próximo 24 de mayo, y en la selección de las personas que conformarán su gabinete ministerial.

“Estamos trabajando en el proceso de transición, estamos conversando con múltiples ciudadanos de valía para de entre ellos escoger a los ministros. Queremos que ese equipo esté conformado por los mejores ciudadanos”, precisó Moreno en su primer encuentro con la prensa nacional e internacional.

El presidente electo reiteró que el trabajo que cumplirá el vicepresidente Jorge Glas estará relacionado con temas de educación, ciencia, tecnología, electricidad, en el que el segundo mandatario ya se ha desempeñado en el actual periodo y que “ha sido bastante exitoso”.

Según Andes, uno de los elegidos para conformar el equipo sería el ex candidato presidencial, Iván Espinel, quien según el mandatario electo, dirigiría la Secretaría de la Juventud que se creará respondiendo a un pedido especial de los jóvenes, uno de los sectores que, junto a las mujeres, tuvieron una participación muy activa durante la campaña de Moreno.

Está previsto que en la toma de posesión del 24 de mayo, Moreno acuda ya acompañado de su equipo de gobierno.

El presidente saliente, Rafael Correa, señaló a través de su cuenta de Twitter que “la revolución volvió a triunfar en Ecuador”. Y no perdió la oportunidad para referirse a la derecha y, sobre todo, a la prensa hegemónica al servicio de los poderes fácticos que durante toda su gestión se convirtió en una pesadilla: “La derecha derrotada, pese a sus millones y su prensa”.

Una buena síntesis. El pueblo ecuatoriano derrotó a la derecha, y todos sus millones, y todos sus medios. Es la misma pelea en toda la región. Pero los pueblos están de pie, en la calle, cada vez más organizados. Y no es el fin de nada.

Triunfó la memoria

Los analistas coinciden en que el resultado de las elecciones en Ecuador tiene una gran importancia para la región. En todos los casos los especialistas hacen una lectura crítica sobre el concepto de “fin de ciclo” y se interrogan sobre el futuro de la batalla cultural, ideológica y electoral entre los procesos progresistas y los poderes fácticos.

El politólogo Atilio Borón, en su nota publicada el pasado 3 de abril en Página 12, titulada “Ni un paso atrás” considera que el pueblo ecuatoriano votó por la continuidad de un gobierno que marcó un antes y un después en la historia contemporánea del Ecuador y rechazó un “suicida salto al vacío” al que compara con “la tragedia argentina”.

En este sentido, Borón enumera los cambios que hubieran significado un triunfo de Lasso, tanto en materia de políticas sociales (recortes de subsidios, despidos) como en materia de política internacional: “Lasso declaró que cerraría la sede de la Unasur, entregaría a Julian Assange a las autoridades británicas y se alejaría de todos los acuerdos y organismos regionales como la Unasur, la Celac y el ALBA”.

Por su parte, Ignacio de San Román, cita en una nota publicada también en Página 12 al licenciado en ciencias de la información por la Universidad Pontificia de Salamanca e investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), Alejandro Fierro, quien considera que el balance de los últimos diez años fue decisivo en el resultado: “La gente reconoció que, con sus luces, sombras y contradicciones el país avanzó no sólo en números macroeconómicos, sino en la economía cotidiana. La gente vio que vivía mejor, que tenía mayores ingresos y prestaciones sociales. En segundo lugar, quedó demostrado que tienen memoria, saben lo que es la propuesta neoliberal y sus efectos devastadores. Por último, la figura de Lasso estará siempre ligada al Feriado Bancario y a las épocas más oscuras del Ecuador contemporáneo”.

Fuente: El Eslabón

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