En nuestro país concebimos un estado de derecho, o eso es lo que creíamos. Gracias a éste gozamos de libertades, derechos y garantías plenas, pero esto se ve limitado por el “Poder Punitivo”. Cada vez que en el ámbito del derecho nos referimos a él, señalamos a la “coerción que ejerce el estado, para castigar a quien comete un delito”.

Claro, que es imposible penar a todos los que cometen un delito, ya que si lo haríamos tendríamos una mayor superpoblación carcelaria a la que tenemos hoy en día.

Por eso, es que el estado a través de una de sus agencias, como las fuerzas de seguridad, se encarga de criminalizar y de ejercer ese poder punitivo castigando a quien comete un delito de forma selectiva.

Como mencioné anteriormente, nuestras instituciones penitenciarias están superpobladas, por sujetos que fueron criminalizados por el estado a través del poder punitivo, pero es menester distinguir, que en nuestras cárceles, como ocurre en el resto de Latinoamérica están abarrotadas por los sectores más vulnerables de la sociedad, lejos estamos de poder observar en nuestros establecimiento penitenciarios “White-collar criminal´s”, es decir “criminales cuello blanco”.

Es mucho más fácil para el estado perseguir y encerrar a una persona, que se roba una cartera, que a una persona que comete un delito de lavado de activos, ya que el robo de la cartera es una obra delictiva brusca y es mucho más fácil de aprehender.

Entonces como vengo señalando, el estado selecciona sobre quien va a ejercer su coerción y castigar y sobre quién no.

Al estado del enemigo:

Luego de la conmoción mundial con el atentado a las Torres Gemelas, y los sucesivos atentados en el mundo, empezó a tomar relevancia, una doctrina penal elaborado por un jurista alemán, llamado Günter Jakobs, la cual se titula “El Derecho Penal del Enemigo”.

En esta teoría, Jakobs señala que hay dos tipos de derechos uno para los ciudadanos y otro para los “enemigos”, el cual el estado debe enfrentar, con todo su poder, con todas sus herramientas y agencias que conforman el poder punitivo.

El enemigo, un ser sumamente peligroso, al que se le suprimen todos sus derechos, libertades y garantías. Es alguien a quien se ha de repeler, porque es un ser hostil, al cual se debe eliminar. Tal como lo fueron, las brujas durante la inquisición, los negros en el apaharteid y los subversivos en el último golpe cívico-militar de nuestro país.

Hoy en nuestro país, con el llamado “CAMBIO” o “Revolución de la alegría” llevamos adelante esta teoría elaborada por Jakobs, pero con la diferencia que el enemigo a destruir por los “Jefes del cambio” no es Al-Quaeda, o el ISIS, si no que el enemigo actual del estado argentino es otro. Podríamos decir, que volvieron los viejos enemigos, volvieron a ser las brujas, esas que en sus marchas y pintadas resaltan consignas como “Vivas nos queremos”.

Otro gran mal a destruir que volvió a resurgir en este tiempo son los “negros”. Lo menciono Jorge Asís en el programa de Fantino, el cuál fue levantado por casi todos los medios de comunicación, aunque ya, se le había adelantado Stolbizer y Alfonsín con sus spots de “Argen y Tina”. Hoy nos encontramos con un país dividido en dos “la Argentina blanca” y “la Argentina morocha”, desgraciadamente cualquier semejanza con la Sudáfrica de mediados de Siglo XX, no es pura coincidencia.

El otro enemigo, quizás el que más peligros pueda llegar generar, y suele estar presente, en estos tipos de regímenes, es el famoso “subversivo político”, aunque actualmente el mayor acto de subversión que hemos visto, fue la instalación de una carpa itinerante en la Plaza de Mayo. Pero esto, es algo que el estado que no puede dejar que se propague y por eso debe reprimirlo ¿Desde cuándo al enemigo se le permite tener mejores condiciones en su ámbito de trabajo o mejoras salariales?

Más allá de esta terrible situación estamos sumergidos en un estado con enemigos declarados y en plena guerra. Este escritor no pierde la esperanzas de que prime la concordia, la decencia y que los que venían a cerrar la famosa “Grieta”, apacigüen las aguas, icen bandera blanca a sus enemigos y empiecen a cumplir con el mandato constitucional, que le hemos legado: “Constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.

*Estudiante de Abogacía de la UNR y ayudante alumno de las materias «Derecho Constitucional» y «Derecho Penal I».

 

 

 

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