Hubo de todo en la noche de Arroyito: festejo loco de hinchas, jugadores y cuerpo técnico en un partidazo en donde el Canaya sacó a relucir además del buen juego un gran temperamento.

“Me voy orgulloso (…) Después de tanto tiempo en el fútbol hace mucho tiempo que no vivía un partido así (…) Si, el gol lo gritamos quizás mucho, quizás de más”, se trató de disculpar el técnico auriazul Paolo Montero ante los periodistas, que jamás lo habían visto gritar y festejar de la manera que lo hizo después del segundo gol de Central.

El Canaya dio vuelta un partido cuesta arriba que perdía 1 a 0 con el Lobo platense cuando jugaba con diez hombres por la expulsión de su goleador Marcos Ruben. Pero lo ganó 2 a 1.
Empezó con el pie izquierdo y al minuto 30 segundos sufría el tempranero gol de Brahian Alemán. Los defensores de Gimnasia parecían abominables yetis y se cerraban como una línea blanca de escuderos de la infantería. Así las cosas, el local quedaba expuesto a los peligrosos contragolpes gimnasistas que amenazaban con liquidarlo en cualquier momento.

Central insistía aunque en uno de esos contragolpes triperos, Javier Pinola alcanzó a interceptar a Alemán con el último aliento. El delantero cayó quizás demasiado aparatosamente dentro del área chica. Fue un segundo de silencio y de suspenso. Pero el árbitro dijo “no pasó nada”. Central tenía otra vida, aunque la noche venía complicada.

El partido se había ensuciado, con empujones, patadas y discusiones y protestas al árbitro de ambos equipos en cada jugada. El Lobo le daba pelota y el campo al rival sin proponer nada más, pero se fue al vestuario invicto.

En el segundo tiempo Central salió como un jaguar herido y estuvo muy cerca de empatarlo con tres jugadas consecutivas. Parecía que se lo iba a llevar por delante al Tripero, pero en una bravuconada de Ruben, después de forcejear con el defensor Mauricio Romero, se sacó de quicio y lo pisó. Así se hizo echar de forma insólita. Iban 15 minutos y la cosa se ponía otra vez cuesta arriba para Central.

Cuando la suerte parecía echada, el equipo local sacó a relucir no solo su temperamento, sino también su calidad individual en las que se destacaron actuaciones como la Washington Camacho, Damián Musto, Germán Herrera y los pibes Leonel Rivas y después Maximiliano Lovera.

Así, cuando la noche parecía más oscura el Gigante se iluminó de gol. La euforia bajó como un poder mágico y en solo 5 minutos Central lo terminó de dar vuelta. Era imposible parar tanta locura. El mezquino del Bosque no pudo dar más aullidos, aún con 8 minutos de adición. La fiesta ya se había desatado y el Lobo pasó de cazador a plato principal.

Perlitas de Arroyito

  • En el recibimiento al equipo, la hinchada canaya desplegó un trapo detrás del arco que da a Regatas que hizo mención al origen ferroviario y obrero del club.

  • Camacho había sido reprobado por los plateístas de lado de Cordiviola por perder un par de pelotas en ese costado del campo al principio del segundo tiempo. Por eso, al convertir el gol del empate salió disparado a dedicarles un Topo Gigio.
  • Como viene sucediendo –también en la cancha de Newell`s–, los estadios rosarinos si bien tienen gran convocatoria, no aparecen colmados como en los últimos años. Lentamente, pareciera, los bolsillos empiezan a doler. Un ancho de cien pesos se evapora con solo un pancho y una coca.

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