Solo faltaba para completar el patetismo del cipayo que el propio emperador enrostrara  a su súbdito ser el representante no ya de una colonia bananera sino limonera. «Yo le voy a hablar de Corea del Norte, él me va a hablar de limones», lanzó Donald Trump sobre Mauricio Macri, en un breve contacto con la prensa. Fue otra jornada más cerca de la literatura fantástica que de la política internacional, un capítulo más de realismo mágico. Antes, Macri había inaugurado una fábrica de tubos de la empresa italo-argentina Techint ¡en Texas!, que le dará trabajo a 1400 obreros ¡estadounidenses!

«Sé todo sobre limones. Y créase o no, el negocio del limón es un negocio grande, grande», aclaró muy serio Trump a la prensa, tras recibir a su homólogo argentino Macri, en el Salón Oval de la Casa Blanca. Cuánto de humor, ironía fina o brutal humillación a Macri contenía la frase de Trump, no se sabrá con certeza.

Más tarde, el mandatario estadounidense desgranó elogios sobreactuados sobre el jefe argentino que parecían duplicar la apuesta cínica. Llegó a decir que Macri era “su mejor amigo”.

Es que parece difícil que a Trump se le haya escapado que el hijo de Franco Macri –con quien décadas atrás disputaron muy fuerte por oscuros negocios inmobiliarios neyorquinos– expresara en su desmedro apoyo durante la campaña hacia Hillary Clinton como la mejor postulante, en un –además– grosero error diplomático.

Pero pesar de las miradas y chistes de tono humillante, el ex mandamás del Club Boca Juniors dijo que la reunión con el actual jefe de la Casa Blanca “fue maravillosa”.

Mientras Macri se fotografiaba con Trump en Washington, en Argentina el constitucionalista Eduardo Barcesat, junto a los abogados Jorge Cholvis y Arístides Corti, denunciaba al gobierno nacional ante la Justicia ya que a través de dos decretos renunció a la inmunidad soberana sobre recursos naturales y habilitó a que estas riquezas puedan ser considerados como garantía del pago de la deuda externa. Entre tantas, se incluyen las reservas de shale gas y shale oil ubicados en la provincia de Neuquén.
Pero volviendo a los limones, según el Cronista Comercial, estas exportaciones con eje principal en la provincia de Tucumán, arrojaron 455 millones de dólares entre enero y noviembre pasados. Comparemos: solo el año pasado por la quita de retenciones al campo, el fisco argentino perdió unos 2.100 millones de dólares, según el economista Juan Manuel Garzón, del Ieral de Fundación Mediterránea.

O sea que, con esos dólares adentro, a los tucumanos le hubiéramos comprado todos los limones para hacer una gran sangría de vino tinto durante todo el verano. Y estaríamos, la mayoría, muchos más contentos y no hubiera hecho falta tanta humillación.

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