Los trabajadores y trabajadoras de la procesadora Workers (Zeballos al 4600) se suman a la dos listas que en los últimos años crecen con intensidad: la de despedidos y la de empleados que empiezan a considerar hacerse cargo de sus herramientas y fuentes de trabajo. El lavadero amaneció con las puertas cerradas el 2 de mayo pasado y días después los dueños confirmaron el cierre y despido de 26 personas. La procesadora está tomada por sus trabajadores. “Ya se está hablando de una cooperativa, pero todavía no sabemos. Lo que sí, vamos a seguir acá las 24 horas”, aseguró Érica Tabernero, delegada de Workers.

La fachada del lavadero Workers luce varios carteles que anuncian la situación que se está viviendo. Uno interpela directamente al gobierno nacional. “Cambiamos?????”, dice en aerosol. Un pasacalle oficia de portón al galpón. Hay que pasarle por debajo para después toparse con una larga mesa, donde los trabajadores comparten mates, pan, galletitas y estrategias de resistencia y organización. Son en total 26 los empleados que están aguantando para no quedar en la calle. La mayoría hace entre diez y quince años que trabaja en el lugar.

“El tipo se rajó. Nos abandonó. Hubiese sido mejor estirar la agonía, que no sea de golpe. Todos los planes que tenemos de vida se van por la borda”, contó Gabriel, uno de los empleados.

La jornada laboral en el lavadero arrancaba a las seis de la mañana. El martes 2 de mayo pasado, el amanecer los encontró frente al portón cerrado con candado. Ese mismo día se tomó el lugar: había que cuidar la maquinaria, el patrimonio que les corresponde como indemnización. Los telegramas de despido no habían llegado hasta el jueves posterior. Tampoco el anuncio de suspensiones. La única certeza eran las puertas cerradas. Sin embargo, esa misma tarde en una audiencia en el Ministerio de trabajo se confirmó el cierre del lavadero. “Lo único que tenemos para que nos pague la indemnización son las máquinas que hay adentro. El dueño, Hugo Falcon, nos pide el desalojo. Pero no lo vamos a hacer. Vamos a estar acá hasta lo último, las 24 horas”, informó Erica Tabernero, delegada del Sindicato Unión Obreros y Empleados Tintoreros, Sombrereros y Lavaderos de la República Argentina (UOETSYLRA)

Emiliano, también miembro del sindicato, consideró que la apertura de importaciones fue clave para este conflicto. “Es lo que está perjudicando a las empresas, además de que la gente ya no tiene para comprar, la plata alcanza para comer y pagar los servicios”, explicó. Ya en diciembre, los trabajadores habían decidido reducir las horas de trabajo para evitar un conflicto mayor, que finalmente llegó. Workers trabaja en el procesado de vaqueros: los gastados, roturas y corrosiones se hacen ahí mismo. Luego, llegan a las tiendas de las grandes marcas que ahora eligen comprar en el exterior: Unimog, Laundry, Idrógeno, Spy Limited, Tannery, entre otras.

Fuente: El Eslabón

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