Ya desde principios de la semana que culmina, consultores, analistas, referentes partidarios de todas las fuerzas que intentan visualizar el panorama electoral con vistas a los comicios de medio término de octubre daban cuenta de que la figura excluyente en ese escenario es Cristina Fernández de Kirchner. No porque no lo haya sido para la política en general después de dejar la Presidencia en diciembre de 2015, sino porque propios y extraños la colocaron en los últimos días en el centro de todo análisis o discusión.

A todos quienes se consultó en torno de un pronóstico en el distrito determinante del mapa electoral nacional –la provincia de Buenos Aires– respondieron más o menos lo mismo. Un encuestador, lacónico, contestó: “Leo, leo mucho aquello que los medios no pueden evitar publicar, y Cristina siempre está en el centro del ring”.

Un analista con mucha experiencia en las internas del PJ bonaerense comentó, casi en los mismos términos: “Si se reúne en el Instituto Patria con un grupo de intendentes del conurbano, Clarín, La Nación, Infobae, Perfil, todos interpretan, exigen definiciones, publican encuestas, editoriales y más encuestas. Todos la ponen en el centro del ring, no es ella la que se coloca allí, no pueden evitarlo, es la gran electora, es la estadista, es la única que mueve el amperímetro de la política, aún para quienes la denostan ella no puede ser soslayada”. El analista no difiere mucho de todos aquellos que quieren ver en la bola de cristal qué pasará en la próximas legislativas.

La teoría Peña

La agencia oficialista de noticias Télam, al anunciar el encuentro en el que Cristina Kirchner recibió en el Instituto Patria a los intendentes más cercanos a ella para diseñar la estrategia electoral, subrayó: “Molesta con los intendentes que forzaron las negociaciones del armado de listas negándose a asistir a un acto del FpV donde estaban Amado Boudou y Luis D’Elia, la ex presidenta comenzará a tener «un rol protagónico como conductora», de acuerdo a lo que le dijo a esta agencia días atrás el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, quien anticipó que la primera actividad, en ese sentido, será esta reunión con jefes comunales”.

Aún no se conocía que el jueves 25 de mayo sería entrevistada por cuatro periodistas del canal de noticias C5N, ni algunas definiciones que surgieron de esa reunión con los intendentes “del palo”. Sin embargo, ya se forzaba un escenario en el que CFK tendría “un mayor protagonismo en el armado de listas». Télam no editorializa sin una fuerte directriz del comisariato político que la conduce.

El martes 23, Clarín tituló una nota en la que exhibía el punto de vista del hombre de mayor confianza que el presidente Mauricio Macri tiene en su gabinete: “Marcos Peña y su particular teoría electoral: poca economía y Cristina inflada”. Ésa es la razón por la cual medios hegemónicos, columnistas de esas empresas, y hasta la propia agencia oficialista de noticias le otorgan a CFK un espacio que antes sólo se circunscribía a las causas que el partido mediático-judicial armó para proscribirla de hecho.

En la bajada del artículo firmado por Guido Carelli Lynch, se podía leer la síntesis de la Teoría Peña: “El jefe de Gabinete cree que las legislativas se definirán por una «motivación política». Minimiza el caudal de votos de la ex presidenta y la compara con Menem. La tregua con Monzó”.

El escriba de Clarín señaló con énfasis una frase de Macri: “En octubre la gente elegirá entre consolidar el cambio o volver al pasado”. Y reprodujo lo que sería el pensamiento que circula en la cocina del poder con un convencimiento rayano con la alienación: “«En octubre no hay chances de que Cambiemos no sea la primera fuerza nacional: es un hecho», aseguran en los despachos más optimistas de Balcarce 50”.

Para el diario de Héctor Magnetto, esa “afirmación esconde el detalle insoslayable de que el peronismo continuará dividido”, y pone en boca de sus fuentes la interpretación de los confidentes del macrismo: “Y cuanto más se una, más kirchnerista se pone”.

Ese es el marco que le permite a Peña plantear su teoría de que CFK “está inflada”. Y lo resume, según Clarín, a partir de una “comparación lapidaria”, que el jefe de Gabinete expresa así: “En la tercera sección tiene lo mismo que (Carlos) Menem en 2003”. El periodista revela lo que estaría pensando el elenco que rodea a Macri: “No saben si Cristina será candidata y, aunque los seduce la chance de competir, tampoco apuestan a esa posibilidad como hicieron con Aníbal Fernández en 2015. Sí creen que Massa será candidato”.

Peña y sus asesores, siempre según Clarín, consideran que “la votación nacional incidirá sobre las provinciales”, a contrapelo de lo que el mismo jefe de ministros sostenía en 2015, “cuando el PJ retenía la mayoría de los distritos y Peña enfatizaba que se trataban de votaciones locales”.

Pero lo más extravagante del análisis del macrismo se tradujo de este modo:
“Ninguna marca crece tanto como Cambiemos. El PJ y el kirchnerismo se confundieron mucho”.

Encuestas para todos

Con la evidente desazón que le produce al bloque dominante mediático-político los muestreos que ubican al tope de las preferencias electorales a Cristina en la provincia de Buenos Aires, Clarín sacó a relucir un segmento de una de esas encuestas, visiblemente lateral y casi sin esconder los deseos del macrismo: “Qué siente la gente si Cristina Kirchner se autoexcluye de la elección”, fue el tramo elegido por el matutino dentro de un relevamiento llevado adelante por la consultora González y Valladares.
Esa encuestadora habitualmente mide para el massismo, y en esa muestra, sobre 800 casos efectivos y un margen de error 3,53 por ciento, le otorgó a CFK una intención de voto del 33,3 por ciento. Sin embargo, Clarín prefirió ocultar ese guarismo y detenerse en el interrogante mencionado.

De tal modo, entre las opciones en derredor de “qué siente la gente si Cristina Kirchner se autoexcluye de la elección” -¿Alegría? ¿Tristeza? ¿Alivio?-, el periodista Eduardo Paladini indicó que “si se suman los que sienten «alegría» (30,6 por ciento) y «alivio» (20,1), superan los 50 puntos. En cambio, a los que los invade la «tristeza» (23,5 por ciento) y «decepción» (6,1) no llegan a 30 puntos”. La conclusión de Clarín es desopilante: “El nivel de rechazo de Cristina le pone un techo riesgoso para un comicio para senador, donde el tercero queda afuera”.

Muy diferente resultado surge de un sondeo reciente de la consultora Dicen, en el que Hilario Moreno, el titular de esa encuestadora, asegura que “la ex mandataria alcanzaría el 41 por ciento, seguida por el PRO con 23 y, en tercer lugar, una eventual fórmula compuesta por Sergio Massa y Margarita Stolbizer”.
Y en tren de citar números, que los hay para todos los gustos, el periodista especializado en temas económicos Raúl Dellatorre publicó en su cuenta de Twitter, el pasado lunes, que “el último dato de encuesta realizada por el equipo de (el asesor presidencial Jaime) Durán Barba en la provincia de Buenos Aires, revela un dato que generó cierto escalofrío entre los estrategas macristas: CFK mediría 40,1 por ciento, pero en los barrios humildes del Gran Buenos Aires esa intención de voto se estira hasta el 63 por ciento.

La minimización de CFK

Está claro que la ex Presidenta es la gran obsesión del macrismo. Planificado o no, desde distintos despachos del gabinete de Macri cargaron contra Cristina, restándole importancia a sus chances electorales y mostrando una sospechosa despreocupación.

Por un lado, como se dijo, Peña es de los que sostienen que la adhesión a la ex presidenta “es minoritaria”, pero esta semana, además, remarcó que “la mayoría de los argentinos acompaña a este gobierno y quiere que le vaya bien”.
El jefe de Gabinete le dijo al diario La Capital que “lamentablemente estamos acostumbrados a esas picardías de hacer política con la difusión de encuestas, pero estamos muy tranquilos”, y que “Cristina expresa una minoría activa, que es natural después de 12 años de gobierno. Al fin y al cabo Menem, en 2003, salió primero en las presidenciales. Cuando uno es presidente durante muchos años conserva un nivel de adhesión. Pero no tengo dudas de que la adhesión a Cristina es minoritaria».

Otro que salió al ruedo y opinó sobre una posible postulación de CFK fue el ministro del Interior, Obras Públicas y Vivienda, Rogelio Frigerio, quien bravuconeó: “La eventual candidatura de Cristina Kirchner tiene en vilo al peronismo, no a Cambiemos”.

El funcionario de glamorosa cabellera intentó profundizar la polarización con el kirchnerismo, sobre lo cual aseguró: “No es algo que surja de nuestras filas; es algo que está instalado en la sociedad, porque se debate la consolidación de un proceso de cambio y transformación de la Argentina o la vuelta al pasado”, en sintonía con Macri y Peña.

Frigerio explicó: “No es una agenda que nosotros definamos; nosotros formamos parte, por ser el espacio político gobernante y el más importante hoy de la Argentina en términos de su territorialidad y poder de movilización, pero no es una agenda que nosotros estamos definiendo”.

En esa misma línea de análisis, el ministro apuntó: “La indefinición de Cristina Kirchner es un problema más del FpV que nuestro; si se va a presentar o no tiene en vilo al peronismo y al FpV, pero no a nosotros; en Cambiemos nos tenemos que ocupar de seleccionar a los mejores candidatos y terminar de consolidar este proceso de cambio”.

Como se publicó en la semana en Redacción Rosario, Frigerio acaso haya acusado el duro impacto de la respuesta de CFK cuando el ministro chicaneó que Santa Cruz “hace 25 años es gobernada por la misma familia”. La ex presidenta le contestó que el gobierno de Macri está ahogando financieramente a la provincia, y que en realidad Néstor Kirchner dejó la gobernación en 2003 y su hermana asumió en 2015.

Curiosamente, la minimización de las chances electorales de Cristina no proviene sólo del oficialismo. Algunos sectores dentro del variopinto arco que constituye el peronismo a nivel nacional, consideran que “los números de Cristina están inflados” y que sería saludable que confrontara con Florencio Randazzo, “así se sabe con cuántos porotos cuenta cada cual”.

Cierta dirigencia que acompaña al ex ministro de Cristina parece más entusiasmada con la confrontación que con la “unidad” que pregonaban hasta hace muy poco, e incluso a algunos se los nota más preocupados que al propio Randazzo por llevar adelante la interna. “Es una decisión tomada”, dijo el intendente del partido de San Martín, Gabriel Katopodis. Alberto Fernández, virtual jefe de campaña de ese espacio, argumentó que “el pueblo tiene que elegir” y, envalentonado, chicaneó: “Ellos dicen que nos ganan dos a uno. Si es así, que compitan”.

Quienes tienen más paciencia, sonríen, y plantean: “A algunos muchachos se les ve la camiseta afuera del pantalón. Saben que si Randazzo acepta la propuesta de unidad en una sola lista, muchos de ellos se quedan afuera. Es una postura muy egoísta. Nosotros preferimos esperar”.

Una voz escuchada por millones

En tanto, la ex mandataria habló este jueves, en coincidencia con el 14º aniversario de la asunción de Néstor Kirchner como presidente, en una entrevista exclusiva que fue televisada por C5N, conducida por los periodistas Víctor Hugo Morales, Roberto Navarro, Gustavo Sylvestre y Daniela Ballester, y en la que se expresó mucho más en términos críticos respecto de la gestión de Macri que de la interna peronista.
Cristina no se salió de la línea que mantuvo con los intendentes en la reunión en el Instituto Patria, y subordinó su postulación a que se alcance la unidad del peronismo, y de éste con otros espacios del campo nacional y popular.

El reportaje a CFK midió más de 7 puntos de rating y fue trending topic mundial, una señal que no parecen tener en cuenta algunos tirios y muchos troyanos. No es la única demostración de que se trata de la referente política más importante de la Argentina, ni de que su voz es escuchada por millones de personas –incluidas aquellas que tanto despotricaron contra las cadenas nacionales durante su último mandato–, pero es demostrativa de la carencia de espesor discursivo y político que tiene la mayoría de la dirigencia nacional.

Una de las definiciones más directas en torno de las defecciones que se dieron en un año y medio de macrismo por parte de quienes llegaron a sus bancas de la mano del kirchnerismo, fue cuando sostuvo que “lo que es fundamental es construir de cara a la sociedad una propuesta en la que la gente vea que esos dirigentes van a defender sus intereses”.

Luego revisitó esos conceptos, y en varios tramos de la entrevista manifestó que es necesario dar certezas al electorado de que existe un “compromiso de que a los hombres y mujeres que se presenten por esa propuesta no los corran con cuatro tapas de diario o cinco carpetas”. Y aún más, que quienes sean elegidos “se sienten en las bancas y no se asusten”.

Pero en todo momento prevaleció la convocatoria a una unidad que tiene como objetivo poner freno al neoliberalismo que gobierna.

Contundente, sentenció: “Me siento con la responsabilidad histórica de convocar al reagrupamiento del campo nacional, popular, democrático, para juntar a las fuerzas que permitan ayudar a que esto no se desmadre”. Y para sortear “una estrategia por parte de la derecha” en el sentido de generar la división de la oposición, completó. “No voy a formar parte de ninguna estrategia que juegue a dividir”.

Una de las definiciones sobre las que nadie puede hacerse el desentendido fue cuando exclamó: “Nunca he hecho como dirigente político lo que quiero, lo que tengo ganas. Siempre he hecho lo que he debido. Pero no basta con que una persona haga lo que debe. Son todos y todas los que conforman esa fuerza política que deben hacer lo que deben hacer”. El rington de muchos celulares debe haber sonado en ese momento.

Aunque hubo mucho más, Cristina bosquejó un programa de gobierno cuando instó a decretar las emergencias alimentaria, tarifaria, laboral y farmacológica. Pero avanzó sobre lo que prácticamente nadie se pronuncia en el escenario político argentino: “Hay que revisar la deuda. Se endeudaron en 97 mil millones de dólares en un año y medio, el doble de la deuda que contrajo toda la dictadura”.

El título que todos esperaban, una definición taxativa sobre su posible candidatura, nunca llegó, pero estuvo muy cerca: “Si es necesario que sea candidata para tener más votos, lo soy”.

Fuente: El Eslabón

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