El desenlace del conflicto en Sancor propiciado por el gobierno de Cambiemos fue con menos calorías laborales: despidos, recorte de salarios y cierre de plantas de producción de la histórica cooperativa lechera.
Lo que sucede con Sancor no escapa de una trama desfavorable que engloba a buena parte de la actividad industrial argentina, afectada por la ola importadora, la caída del consumo y el menor poder de compra de los salarios. El recorte que propició el gobierno de Cambiemos para hallar una salida al conflicto en la firma láctea, al que sutilmente denomina “plan de reestructuración” o “de saneamiento”, fue ordeñado del manual del neoliberalismo. Bajo presión oficial, la asamblea de socios de la histórica cooperativa con sede en la ciudad santafesina de Sunchales dio el okey para que se vengan las rebajas de calorías laborales, encadenadas al nuevo “plan de negocios”.
El macrismo prometió una ayuda financiera por medio de un crédito blando pero para ello le reclamó a Sancor, que emplea a más de 4 mil operarios, que reduzca la plantilla de personal, cierre o venda plantas de producción a privados y “ordene” sus cuentas. El pliego de condiciones que impuso el Estado para flexibilizar las condiciones laborales en el gigante lácteo también contempla el reparto de menos dinero para la obra social del sindicato y una modificación del convenio colectivo de trabajo del sector lechero. Cualquier parecido con los 90 no es pura coincidencia.
La última vez que Mauricio Macri estuvo en Santa Fe responsabilizó de la crisis en Sancor a los trabajadores, por haber conseguido “sueldos altos” que “afectan” la competitividad de la empresa. El mensaje presidencial tenía como destinatario al movimiento obrero organizado en medio de las discusiones paritarias. Sin embargo, lecheros nucleados en Atilra desmintieron que su salario ponga en jaque la actividad, ya que, según un estudio elaborado por el sindicato, sus haberes representan menos de un peso del precio de góndola de la leche, que promedia los 25 pesos.
“El sindicato mostró que los salarios están lejos de afectar la competitividad de la industria. De algo más de 18 pesos que cuesta un litro de leche en las góndolas, sólo el 4 por ciento representa el costo salarial de los empleados de la actividad”, se señaló en el informe que divulgó Atilra bajo el título “El costo real de la mano de obra de los trabajadores lácteos”, en clara respuesta a las acusaciones de Macri. El informe de Atilra demuestra, además, que de la leche de primera marca, cuyo precio en góndola es de 24,80 pesos, sólo 87 centavos representan el costo de los salarios bajo convenio.
Un dato alarmante que la alianza PRO-UCR busca pasar por alto con su política de marketing feroz es la pronunciada caída del consumo de lácteos en todo el país, que se calcula en un 25 por ciento en lo que va de la era Macri. Que se tome menos leche, pinta un cuadro de situación en el que la “pobreza cero” queda cada vez más lejos. Días atrás el gobierno relativizó la caída del consumo popular, al argumentar que gente de clase media y sectores populares compran menos porque “ahorran”, es decir, “ya no gastan en superficialidades”. Con la lógica de Cambiemos, entonces, hay familias que compran menos sachets de leche para poder invertir en Lebacs. Raya lo cínico.
Las dificultades productivas y comerciales en Sancor no son nuevas. Muchos tamberos dejaron de entregarle materia prima por falta de pago, otros fueron afectados por las inundaciones y otros decidieron pasarse a la soja. La deuda que mantiene el gobierno de Venezuela con Sancor por la compra de leche en polvo le genera a la compañía un desbarajuste financiero. De todos modos aquel acuerdo impulsado por Néstor Kirchner y Hugo Chávez en 2006 salvó a la cooperativa láctea de la quiebra y permitió sostener fuentes de empleo.
Otra cuestión fue la venta el año pasado, a la cerealera Vicentín, de la línea de productos frescos (yogures, flanes y postres), la más redituable. Sancor defendió esa operación de 100 millones de dólares para “salir a flote”, al argumentar que buscaba fortalecer otras líneas de negocios, como la leche fluida y en polvo, fórmulas infantiles, quesos, manteca y dulce de leche. Pero lejos de solucionar los problemas de arrastre en la cooperativa láctea, la política económica del gobierno de Macri los empeoró.
“La producción del sector lácteo se incrementó en el período 2003-2012 a un ritmo promedio anual del 4 por ciento (total acumulado del 43 por ciento). El consumo per cápita aumentó durante el mismo período en un 20 por ciento, en un promedio del 2 por ciento anual. Otra variable del sector lácteo que se expandió durante esos diez años fueron las exportaciones, que subieron 422 por ciento (promedio interanual del 20 por ciento). Es evidente que el sector lácteo creció notablemente durante esa década”, se indicó en un informe de la Fundación Pueblos del Sur, que desmintió los malos augurios con los que machacaron opositores al kirchnerismo durante años, hoy muchos de ellos en el poder.
La actual caída de la industria láctea, como se apuntó al comienzo de esta nota, se inscribe en una contracción generalizada de la actividad, que está hecha polvo. El Indec informó que la producción industrial registró en abril una baja de 2,3 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado y acumuló así un retroceso del 2,4 por ciento en el primer cuatrimestre de este año respecto del mismo lapso de 2016. De esta manera, la industria acumuló 15 meses consecutivos de resultados negativos. Lo mismo con el empleo, donde hasta datos oficiales reconocen un incremento de la desocupación. En este sentido, la industria acusó 52.800 asalariados registrados menos entre noviembre de 2015 y febrero de 2017, lo que representa un retroceso del 4,2 por ciento.
El cierre de plantas de Sancor en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, con cientos de trabajadores en la calle, generará un impacto social muy fuerte en las localidades afectadas, donde la cooperativa lechera es marca registrada para varias generaciones. El triste desenlace del conflicto en la compañía, que hasta podría cambiar su figura para dejar de ser cooperativa y convertirse en sociedad anónima al quedar en manos de socios privados, también involucra a miles de productores tamberos que se encuentran a la deriva, distribuidores, comerciantes y consumidores. Todo esto como parte de la “reconversión” (entiéndase “destrucción”) de Sancor que impulsa Cambiemos.
Fuente: El Eslabón