El Tribunal Supremo Electoral, que podía destituirlo por financiación ilegal de la campaña de 2014, lo comparó con Cristo y rechazó pruebas en su contra. En otra causa, el ilegítimo mandatario pidió más tiempo para responder un cuestionario sobre corrupción.

Son dos causas distintas. Dos puertas de salida. Dos posibles finales para esta larga, tortuosa y grotesca novela de corrupción, traición y voracidad corporativa que tiene a Michel Temer, el ilegítimo presidente de Brasil, no como protagonista, sino como mero partiquino: es el segundón que hace el trabajo sucio y pone la cara frente al mundo. Pero la Justicia, o buena parte de ella, parece estar de su lado. Y al cierre de esta edición, Temer seguía aferrado a su cargo mientras un tribunal definía su suerte.

Los que mandan están detrás de la escena. Son las corporaciones que configuran un complejo y contradictorio conglomerado mediático-judicial-parlamentario, que tiene muchas diferencias y tensiones internas. Buena parte de ellos ya están hartos de Temer, quieren sacárselo de encima y continuar el ajuste con otro personaje al frente. Otros no, prefieren mantenerlo, al menos un tiempo más, hasta encontrar reemplazo.

Y del otro lado está el gran protagonista, el verdadero protagonista de la historia al que el poder corporativo intenta birlar su papel: los trabajadores, el movimiento obrero organizado y los movimientos sociales, que preparan otro para general para fin de mes con las consignas “Fuera Temer” y “Elecciones directas ya”.

Pero el establishment intentará imponer todo lo contrario: tras la salida de Temer quieren elegir, a través de elecciones indirectas (léase “rosca parlamentaria”) a otro dirigente que continúe con el ajuste y logre llevar adelante las dos reformas pendientes: flexibilización laboral y reforma jubilatoria.

Parte de la Justicia se viene mostrando cada día más benévola con Temer. Le da aire. Le da tiempo. Una de las posibles formas de destituir a Temer tiene que ver con el juicio sobre presunta financiación electoral, que podría definirse en las próximas horas.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) debe definir si la fórmula ganadora de las elecciones de 2014, compuesta por Dilma Rousseff y Temer, recibió donaciones ilegales, entre otras de la constructora Odebrecht. En caso de una condena, el mandato de Temer sería anulado. El actual presidente heredó el cargo tras la destitución de Rousseff el año pasado.

Cuatro de los siete miembros del TSE se mostraron a favor de absolver a Temer y rechazar las pruebas en su contra, y el juez Gilmar Mendes, titular del TSE y ligado al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, comparó el juicio con el que condenó a Cristo. Al cierre de esta edición, el TSE seguía deliberando.

La otra puerta de salida se relaciona con la acusación por corrupción pasiva, obstrucción a la justicia y organización criminal, surgida a partir del audio en el que se escucha la voz de Temer avalando el pago de coimas al detenido ex diputado Eduardo Cunha.

En esta causa, la Justicia fue muy delicada con Temer. El ilegítimo presidente no fue llevado a declarar por la fuerza pública, como hicieron con Lula. Muy por el contrario, se le entregó un cuestionario por escrito que deberá responder y devolver en un plazo de 24 horas. El mandatario solicitó más tiempo. Le resultó demasiado extenso.

“¿Qué quiso decir con hay que mantener eso?” “¿Cuál era su relación con el empresario Batista?” “¿Sabía que el diputado Rocha Loures cobró 500 mil reales de JBS?”, son algunas del las 82 preguntas que deberá responder Temer por escrito, todas referidas a los audios que forman parte de la causa que instruye el Supremo Tribunal Federal (STF) que lleva el caso “Lava jato”.

Varias de las preguntas se refieren puntualmente al encuentro que desató el escándalo de las escuchas, la visita del empresario Joesley Batista, propietario del frigorífico JBS, a la residencia presidencial el 7 de marzo. En esa reunión el empresario grabó la conversación entre ambos que salió a la luz a fines de mayo: “¿Cuál fue el objeto de ese encuentro y quién se lo solicitó?”, “¿Por qué la reunión no figura en la agenda oficial?” “¿Su Excelencia habitualmente recibe a empresarios en horarios nocturnos sin registro en la agenda oficial?”.

Mientras tanto, Temer continúa negando la realidad y se presenta como el salvador de Brasil, que con sus reformas neoliberales sacó a Brasil de la garras del populismo: “Este gobierno consiguió hacer muchas cosas en sólo un año”, señaló Temer esta semana en el marco del acto  por el Día Mundial del Medio Ambiente en Brasilia.

Pero la enorme mayoría del pueblo de Brasil no está de acuerdo, y su gestión cuenta con una aprobación de menos del 5 por ciento.

Fuente: El Eslabón.

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