En la zona costera de la capital provincial, el Zurdo Villarroel monopolizaba la venta de droga brindando atención a los más necesitados ante la ausencia del estado. En su celular, tenía agendado a un colombiano con el mismo nombre de un lugarteniente del Patrón del mal.

Según la fiscalía, Sergio Zurdo Villarroel tenía en el distrito costero “influencia territorial a partir del asistencialismo social extraestatal”. Era dirigente del club del barrio y administraba el servicio de cable a través de su pareja. Contaba con protección policial y tenía vinculación directa con cadenas de distribución de droga en otros países. En su celular tenía agendado a un colombiano llamado Jairo Velázquez: el mismo nombre de uno de los principales lugartenientes de la estructura de Pablo Escobar Gaviria en Colombia.

El pasado 7 de junio el fiscal federal de Santa Fe, Walter Rodríguez, le solicitó al juez federal Francisco Miño la elevación a juicio de la causa que tiene como principal imputado a Sergio Norberto Villarroel, más conocido como el Zurdo, apuntado como uno de los principales narcos de la ciudad, con una visible presencia en el distrito costero de Alto Verde.

La investigación se inició en los primeros meses de 2014, luego de una denuncia anónima. Las pesquisas, entre las que se encuentra una serie de escuchas telefónicas, le permitieron al Ministerio Público Fiscal reconstruir la dinámica de una organización que tenía como principal referente a Villarroel (56 años), pero que también tiene otros tres imputados: su pareja, Débora Vanina Flores (35); Cristian Gamarra (46) y Luis Alberto González (42).

En su escrito, el fiscal hace referencia al rol de Villarroel en Alto Verde, a quien le atribuye una “influencia territorial a partir del asistencialismo social extraestatal” que puede compararse, en una escala mucho menor, por supuesto, a la que Pablo Escobar Gaviria había asumido en los sectores desprotegidos de Medellín, donde el Estado suele estar ausente. Villarroel era un importante dirigente del club Defensores de Alto Verde (que milita en la segunda división de la Liga Santafesina de Fútbol) y, a través de la empresa “Alto Verde Cable”, registrada a nombre de su pareja, brindaba ese servicio en la zona. Lo curioso es que, hasta el allanamiento, la autoridad de aplicación no se haya percatado sobre la existencia de un cable que operaba, sin autorización, en un sector de la ciudad que tiene casi 15 mil habitantes.

En la causa consta que vecinos de Alto Verde se referían a Villarroel en términos elogiosos: “Una gran dedicación por volcar a los chicos al deporte”, “un vecino solidario” que “construyó su vivienda durante más de 20 años”. Destacaban que “la señal de cable que brindaba tenía un costo muy bajo, si se compara con otras empresas» por lo que “prestaba un servicio que a todos nos favorecía». El Zurdo eligió ese camino: hacerse fuerte en un lugar históricamente olvidado, con escasa presencia del Estado y que, según el Censo 2010, es el segundo distrito de la ciudad con mayor cantidad de habitantes con Necesidades Básicas Insatisfechas.

El escrito también menciona otro dato relevante: entre los meses de mayo y diciembre de 2016, Villarroel intercambió mensajes amistosos con un hombre al que tiene agendado en su celular como Jairo Velázquez. La fiscalía no pudo confirmar si se trata de John Jairo Velázquez, apodado Popeye, quien ocupó un rol jerárquico en la estructura de la organización que Pablo Escobar montó en Colombia entre fines de los 70 y principios de los 90. Fue condenado por innumerables crímenes, en su función de sicario del Cartel de Medellín, pero hoy goza de libertad condicional. En diciembre de 2016 apareció disparando su arma en las calles de Medellín, y desde hace tiempo es youtuber: su canal, “Popeye arrepentido”, tiene 304.112 suscriptores al día de hoy.

Así operaba el Zurdo

De las escuchas surge claramente que Villarroel actuaba como jefe, mientras que Flores, Gamarra y González cumplían órdenes. En varias conversaciones telefónicas con Gamarra queda claro el rol de cada uno. Allí se refieren siempre a la droga con términos distintos: “pescado”, “arrollado”, “asadito”, “bizcochos”, “lechoncito”, “carne” y “pollo”. De hecho, en un momento Villarroel se queja porque “las piernitas del pollo no dan para la porción que se le tiene que dar a la gente”.

Tenía, también, un importante entramado de protección policial. Meses antes de la caída, Villarroel le advirtió a un tercero: “Te traicionan, ahora los de Drogas te traicionan”. Uno de los que –para el fiscal– garantizaba protección era Gustavo Miguel Gribaldo, quien fue detenido en septiembre de 2016. Pertenecía a la Sección Investigaciones de la URI. El juez Aldo Mario Alurralde lo investiga por “comercio de estupefacientes, doblemente agravado por su condición de funcionario público y por el número de personas”.

En otra charla, Gamarra hizo alusión a El Gringo, el que “está arriba, bien arriba”. Podría tratarse de Luis María Siboldi, actual Jefe de la URI. Meses atrás, el periodista Héctor Galiano publicó parte de las escuchas de la causa que se sigue contra Norberto Beto Basimiani, productor de música tropical, por venta de drogas.

Allí, Basimiani le explica a otro detenido por narcotráfico en Entre Ríos, Gonzalo Caudana, que tiene “buena línea” con la Policía de Santa Fe, menciona textualmente al “Gringo Siboldi” y se refiere a él como “un amigo de toda la vida”. Es más: Basimiani se ofrece a presentárselo a su interlocutor, una vez que él salga de la cárcel. “Es intocable, es una cobertura bárbara, el dueño del circo, es el Jefe de Unidad”, precisa. Y da más datos: «Antes, estaba en las TOE (Tropas de Operaciones Especiales), acá en Santa Fe. Y es un hombre de negocios, que es lo más importante».

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