“Defendamos París” señala la inscripción, en letras blancas, sobre la remera negra. La frase se lee sobre la figura, también blanca, de un fusil. La lleva un joven pelirrojo que camina por la peatonal Kalverstraat, una calle comercial que desemboca en la plaza Dam, donde se encuentra el Palacio Real, la Iglesia Nueva y el Monumento Nacional en medio de una babélica multitud donde se mezclan turistas de todos los rincones del planeta, buscavidas holandeses y guías con banderolas.

“Defendamos Paris” cobra ominosos significados por estos días en Europa. Desde hace años, lo que en este continente denominan “el problema de los refugiados”, que incluye a inmigrantes y extranjeros en distintas situaciones, está al tope de la agenda.

Con el correr de los años, la intolerancia fue aumentando en Europa. Se nota, en las encuestas (con el crecimiento de los partidos xenófobos, de derecha y ultraderecha) y en las calles, en el rechazo a los extranjeros, especialmente de Medio Oriente, y en la militarización de aeropuertos y estaciones de trenes y colectivos.

Se habla de los migrantes como si fueran cosas, números, fichas. Son “un problema” a sacarse de encima. Un “problema” que cayó del cielo. Como si la sacrosanta Europa nada hubiese tenido que ver con lo que sucede en otras partes del mundo y ahora, entre asustada y ofendida, emprende una nueva Cruzada, desde sus viejos valores humanistas y cristianos, contra la barbarie.

La Unión Europea (UE) estalló en pedazos. La salida del Reino Unido (el Brexit) está en plena negociación por estos días. El tema de los refugiados y los inmigrantes es decisivo tanto a nivel continental como nacional.

Define candidaturas y elecciones en todos los países europeos. Está en el centro de la batalla cultural en todos y cada uno de los países de Europa. Define el campo cultural de cada país. Define las distintas posiciones ideológicas, marca las líneas divisorias que configuran cada sociedad.

Las diferencias de opinión sobre los inmigrantes en general, y sobre el Islam en particular, configuran el campo cultural europeo desde hace años.

Holanda, sin Gobierno por desacuerdo sobre migraciones

Las elecciones en Holanda fueron el 15 de marzo. Pero todavía no se pudo formar Gobierno porque ningún partido pudo obtener la mayoría absoluta. Siguen negociando. Y el tema clave, sobre el que no se pueden poner de acuerdo, es “el problema de los refugiados y los migrantes”.

El partido del primer ministro Mark Rutte, definido como “liberal de derecha”, logró la victoria venciendo al gran cuco xenófobo de ultraderecha Geert Wilders. Por su parte, el partido ecologista multiplicó por cuatro su representación y logró el mejor resultado de su historia. Los socialdemócratas, socios minoritarios en la actual coalición de Gobierno, perdieron 28 escaños. La participación fue del 82 por ciento, la más alta desde 1986. Estos resultados hacen necesaria una coalición de al menos cuatro partidos para poder formar Gobierno.

Pero cuatro meses después de las elecciones, los acuerdos se malogran una y otra vez y todavía no se formó Gobierno. Y el “problema de los inmigrantes” está en el centro de las discusiones.

El líder de la Izquierda Verde, Jesse Klaver, pateó el tablero y malogró un acuerdo para formar Gobierno en junio, al solicitar más garantías para las miles de personas que huyen de la guerra y el hambre en Medio Oriente de África. Junto a los refugiados salidos del reparto comunitario, Holanda debía aceptar entre 5 mil y 25 mil más al año, exigió Klaver tras consultar con su partido.

Y buena parte de los dirigentes holandeses y los medios se enfurecieron con la propuesta.

El repudio fue unánime y las críticas corrosivas. “O sea, todos los jueces europeos, especialistas en asuntos humanitarios, la Comisión Europea y los demás Estados de la UE, no le bastan a Klaver”, le respondió Sybrand Buma, líder demócrata cristiano.
“No ha sabido poner coto al populismo”, respondió Alexander Pechtold, cabeza de los liberales de izquierda. “No voy a insultar a nadie, pero nuestro plan de asilo podría secundarlo hasta el Gobierno más de izquierdas de Europa”, aseguró Rutte.

Alguna vez Holanda se caracterizó por su apertura y tolerancia. Y todavía quedan ciertos bastiones, ciertos resquicios de libertad, pero se van angostando, debilitando. Llegan los Cruzados, portan cruces-espadas, remeras negras y caras torvas.

Fuente: El Eslabón

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