Un video de un dirigente peronista bonaerense sin ropa, la foto privada de una legisladora del mismo signo político, materiales que sólo pueden llegar a interesar a personas con poco sentido del respeto por la privacidad; acoso judicial de un fiscal barrabrava contra Julio De Vido y ex colaboradores, todo sirve para montar un escenario de campaña que eluda discutir los temas de fondo.

Se esperan novedades en el frente del narcotráfico, otro de los montajes pergeñados por el macrismo para no hablar, por ejemplo, de la situación social, la economía, el avasallamiento de los derechos laborales, entre otros tópicos.

Que la candidata que más mide en la ciudad de Buenos Aires, según todas las consultoras, sea de derecha, denunciadora serial y vinculada a la embajada de los EEUU y a uno de los sectores en pugna dentro de los servicios de inteligencia, ya es un dato preocupante en cuanto al análisis político.

Pero que una de sus primeras frases de campaña, refiriéndose a un ex ministro de la Nación, acusado por ella de ser un corrupto que percibía sobornos por la ejecución de obra pública, sea «¿Este hombre irá a declarar o lo matarán antes que declare?», sitúa a Elisa Carrió en los márgenes mismos de la convivencia democrática.

Sin embargo, ni los medios hegemónicos, ni los representantes de la más rancia tradición republicana exclamaron un solo reproche ante tamaña desmesura. Institucionalizar el crimen político en el discurso proselitista, naturalizarlo, banalizarlo, establecerlo como un insumo más de campaña, no representa un peligroso antecedente para el poder permanente. Se diría que la mención del crimen político como posibilidad que ofrece la escena democrática configura en cierto modo una necesidad para quienes sostienen al gobierno neoliberal de Macri.

Una guerra sin cuartel contra la “corrupción K”

Carrió, como precandidata a diputada nacional por Cambiemos en la Caba, inauguró sus intervenciones proselitistas manteniendo un cruce memorable con una antigua aliada, Margarita Stolbizer, con quien ahora disputa qué tanto se es capaz de luchar contra “la corrupción”. Claro que en esa guerra sin cuartel está prohibido mencionar a sus respectivos jefes, Macri y Sergio Massa.

Está claro que una de las escenografías que el gobierno de Cambiemos plantea camino a las Paso es la que muestra a personajes afines al oficialismo exhibiendo una descomunal vocación por denunciar presuntos actos de corrupción que habrían sido cometidos durante los doce años y medio de gobiernos kirchneristas. Carrió y Stolbizer son dos feroces protagonistas de esa puesta en escena.

El round entre Lilita y Margarita fue durante el programa A dos voces, de la señal TN, al que estaba invitada la primera, quien respondió los tweets que le enviaba la segunda, que es candidata de 1País, la fuerza que integra junto a Massa.

Carrió tildó de «mentirosa» a Stolbizer, quien le respondió vía twitter: «Vos sabes que no soy mentirosa y que, como vos, lucho x causas justas y contra la corrupción. No caigas bajo!». Como puede percibirse, un debate de alto vuelo, tratándose de aves de rapiña.

Carrió, avisada de los twitazos de su ex aliada, redobló su apuesta: «No es cierto que Stolbizer NO sea mentirosa. En el 2008 NO firmó la denuncia y ordenó al GEN no firmar salvo Juan Carlos Morán que sí firmó». Lilita se refería a aquel lejano 2008, cuando Margarita ordenó al GEN –su partido– no firmar la denuncia que la primera realizó contra el kirchnerismo por asociación ilícita. O sea, un gobierno que asume no para hacerse cargo de la papa en llamas que le dejó la Alianza que integraba la cofundadora de Cambiemos, sino para delinquir.

Tamaño despropósito no fue avalado, en aquel tiempo, ni por Stolbizer. Pero ahora, aquella denuncia mediático parlamentaria –»por la que hoy están procesados»–, según se ufanó Carrió, le sirve para acusar a Margarita de que «no luchó siempre contra la corrupción, sí lo hizo a partir de Hotesur».

En un aporte al guión escrito por Jaime Durán Barba, Stolbizer, en una entrevista que le realizaron en Terapia de Noticias, el programa de la señal LN+, dijo sobre el cruce: «Me cuesta andar contestando estupideces (…) Cree (Carrió) que puede ser la única que combate la corrupción».

Por supuesto, no hubo, ni habrá, una sola palabra sobre las gravísimas denuncias contra Macri por las cuentas de sus empresas en guaridas fiscales en Panamá, Bahamas o Suiza, la autocondonación de la deuda del Correo Argentino o las coimas de Odebrecht, y tampoco se endilgó a Stolbizer aliarse con alguien como Massa, que fue jefe de Gabinete de los gobiernos presuntamente corruptos, o incluso protector de narcos en Nordelta, como hasta hace poco Carrió vociferaba. La corrupción es K o no es.

La diputada nacional de la Coalición Cívica se mostró confiada en que prospere el proceso para el desafuero del ex ministro de Planificación del gobierno kirchnerista. Fue en ese marco que al mencionar a De Vido, se preguntó, con la ironía de una yarará: «¿Este hombre irá a declarar o lo matarán antes que declare?».

Sin preocuparse por el clima que crea ni por las consecuencias que pudieran tener sus observaciones, Lilita aseguró que el ex ministro y actual diputado del Frente para la Victoria (FpV) es «la clave para arriba y para abajo», del presunto entramado de corrupción durante el gobierno kirchnerista. Siempre en el marco de su estilo “Prueba Cero”, pero con la contundencia que tanto le alaban sus promotores mediáticos, en particular el Grupo Clarín.

Tuve un amor en Paraguay

Durante la semana que pasó, Macri echó al embajador en Paraguay, un diplomático de carrera, y su decisión estuvo vinculada –aunque no se lo reconozca– con las relaciones de Carrió con agentes de inteligencia argentinos.

La eyección del ex embajador en Paraguay Eduardo Zuaín, quien se había desempeñado como ex vicecanciller del gobierno de Cristina Kirchner pero fue nombrado por Macri, parece ser la consecuencia de un episodio poco claro, coprotagonizado por Lilita, la segunda de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI, Silvia Majdalani, y un espía y ex militar argentino que opera en Paraguay.

Como se publicó el lunes pasado en Redacción Rosario, en mayo de este año la diputada Carrió había denunciado –acusación que luego desestimó– “una persecución de los servicios de Inteligencia” de Macri.

En una nota titulada “El espionaje ilegal a Carrió llegó hasta Paraguay, y hay sospechas sobre el rol de la AFI”, el diario Clarín informó que “accedió al contenido de un informe de inteligencia sobre un viaje de la diputada a Asunción”.

“En el más preciso de los partes de inteligencia respecto a las actividades de la líder del ARI” –publicó Clarín– se podía observar que “Carrió se reunió allá (en Paraguay) con un mayor retirado de Inteligencia del Ejército argentino que se llama Alejandro Camino”. En el mismo informe de inteligencia citado en el artículo de Clarín, se establece que “la diputada mantuvo reuniones con él (Camino) y con su hermano. Se dificultaba seguirla porque había constantemente dos autos de inteligencia nacional (paraguaya) con Carrió”.

El parte de los servicios argentinos relata que “la diputada se alojó en el hotel Guaraní, que se reunió con Camino en un bar, que durante toda la reunión tuvo un paquete de cigarrillos arriba de la mesa, y que el militar «sería su jefe de inteligencia»”. O sea, el hombre en el que Carrió delega sus propias operaciones de inteligencia.

Lejos de negar lo que surgía del informe de inteligencia, Carrió reconoció todo, pero le dio a Clarín su versión, que como siempre involucra al kirchnerismo. “Todo es cierto. Viajé a Asunción en abril (casi tres meses atrás), para reunirme con gente de inteligencia de allá –que efectivamente me custodió durante mi estadía– y un fiscal anticorrupción. Fui a buscar información sobre los vínculos (de) Aníbal Fernández, el (Omar) «Caballo» Suárez (un sindicalista actualmente procesado como supuesto miembro de una «asociación ilícita») y su empresa Maruba con el narcotráfico en la línea del río Paraná”.

“¿Quién pudo haber sido el autor del parte de inteligencia sobre la visita de la diputada a Paraguay?”, se pregunta a sí mismo Clarín. La que responde es Carrió, quien “asegura que siguiendo el hilo detrás de los amanuenses y fotógrafos furtivos se encuentra la subdirectora de Inteligencia, Silvia Majdalani”, según el diario de Héctor Magnetto.

Pero Clarín avanza un casillero más, y cita como presuntas fuentes a “un agente y un ex agente de la AFI, uno de sus ex directivos durante esta administración (la de la mano derecha de Macri, Gustavo Arribas) y otra fuente de Inteligencia que reporta en una fuerza federal” para revelar a quien define como “el embajador de los espías argentinos en Asunción”.

Así, a través de un vocero sin rostro, Clarín corrió el velo del dispositivo de inteligencia argentina en el país vecino: “El delegado de la AFI allá se llama Luis Guinle, es una persona de íntima confianza de Majdalani”. La misma fuente, que el diario asegura que conoce personalmente al personaje sindicado como “embajador” de los servicios, agrega: “Guinle es de Rosario. Viene del Ejército, y está vinculado a otra persona cercana a Majdalani que se llama Álvaro González. Estuvo preso un año por temas de Inteligencia. Y reporta directamente a la Turca. Son íntimos. Es el delegado en Paraguay”.

O sea, una guerra de servicios quedó al descubierto a partir de que uno de los bandos reveló la presencia de Carrió en Paraguay, entrevistada con un ex mayor del Ejército, agente de inteligencia, presuntamente para conocer pormenores de una presunta red de narcotraficantes”.

Pero en menos de una semana, un habitué de los agentes de inteligencia, el panelista televisivo y escribiente de La Nación Mariano Obarrio, publicó: “La diputada Elisa Carrió aclaró que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que dirige Gustavo Arribas, «no hizo ningún seguimiento» ilegal de su viaje reciente a Paraguay, donde ella había ido a buscar información sobre el narcotráfico. La diputada dejó de pedir por ahora la renuncia de la subdirectora de la AFI, Silvia Majdalani”. Parte de esa frenada en seco la hizo pública un día antes en su cuenta de twitter.

En su cuenta de Twitter, Carrió publicó: “La AFI no hizo un seguimiento de mi viaje a Paraguay. Gustavo Arribas me presentó un informe satisfactorio”.

Y Obarrio hizo su aporte a la Operación Olvido: “La Casa Rosada vincula a un militar de inteligencia al que Carrió vio en Paraguay, Alejandro Camino, con el ex jefe del Ejército del kirchnerismo César Milani, detenido y procesado por crímenes de lesa humanidad”.

Ni en las películas de James Bond los finales resultan tan felices, y queda claro que en este juego de ajedrez, que parece apuntar a reflotar en campaña –probablemente en los próximos días– viejas y desgastadas causas y denuncias de Carrió contra el kirchnerismo, Zuaín es un peón que el mismo que lo nombró este lunes lo saca del tablero.

Los gremios en la mira

Tras el fracaso, por primera vez en la historia, del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, y la renuncia del Estado macrista al rol de árbitro a favor del sector más vulnerable, esta semana se pudo observar una de las más infames ofensivas sobre los gremios de parte del tándem Gobierno-patronales.

La intervención del sindicato de canillitas y el procesamiento de su secretario general Omar Plaini corrió varios metros la línea que delimita la cancha en la que se  juega el partido.

Un juez federal, basado en una denuncia llevada adelante en 2013, que provocó una causa que según el gremio está “prescripta”, avasalló como una topadora la jurisdicción del fuero laboral, dándole al gobierno de Macri el dudoso honor de ser el que permite la intervención de los Canillitas por séptima vez en 74 años de vida.

No le va a resultar gratuito, sin embargo. Plaini anunció que el gremio declaró el estado de “alerta permanente” y ya pidió a las CGT y las dos CTA convocar a un “paro con movilización”.

El dirigente encabezó el miércoles una asamblea que se realizó en las puertas de la sede del gremio, donde la suspendida conducción no puede ingresar tras el polémico fallo judicial que determinó la intervención. Allí proclamó: “Les digo a todas las centrales sindicales que los canillitas nos declaramos en estado de alerta y movilización y que necesitamos la unidad de todos los dirigentes sindicales para parar a este gobierno”.

Lo escuchaban jefes sindicales de unos treinta gremios, quienes coincidieron que la administración de la alianza Cambiemos viene dando señales de que pretende “un país sin sindicatos”.

Ante ese auditorio colmado, Plaini subrayó que el juez federal Marcelo Martínez De Giorgi “violó principios de la OIT al entrometerse en un sindicato dado que no tiene injerencia en el ámbito laboral”, y recordó que la intervención se produjo en un contexto en el que el Poder Ejecutivo viene “vociferando” en contra de los trabajadores y señaló que si bien las bases están unidas, ahora falta que lo hagan “por arriba”, en un claro mensaje al triunvirato cegetista.

El acto sirvió para que Horacio Ghilini, dirigente de la Corriente Federal de Trabajadores, que integra la CGT, anuncie que ese sector marchará el 7 de agosto –Día de San Cayetano– a Plaza de Mayo, para protestar contra la política económica del gobierno.

En paralelo, y con el mismo criterio que ya vienen teniendo otras cámaras patronales, la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac) contribuyó al fracaso de la cuarta reunión paritaria de los Camioneros, sindicato que como consecuencia de ello el lunes comenzará un plan de lucha.

El gremio rechazó el ridículo 19,5 por ciento que ofrecen las empresas y el lunes 10 comenzará con “asambleas permanentes” que, en la práctica se trata de paros parciales, en particular en el área del transporte de combustibles.

El sindicato que conducen Hugo y Pablo Moyano pretende el 32 por ciento de mejora salarial, en un contexto de ganancias siderales de la patronal, en medio del transporte de la cosecha, que desborda por todas las rutas nacionales.

El transporte y el despacho de combustibles es una de las áreas más sensibles del autotransporte, y en ese sector es donde se plantea iniciar las medidas de fuerza, según informó el secretario gremial de Camioneros, Marcelo Aparicio, quien participó de la reunión porque Pablo Moyano se encuentra de viaje, y fue quien explicó que “el cuarto encuentro paritario en Trabajo fue otro rotundo fracaso”.

Los camioneros responsabilizaron una vez más en forma directa a la cartera laboral, por “obstaculizar las negociaciones” al procurar imponer “techos paritarios”, y rechazaron su “intervencionismo”.

Pablo Moyano y otros dirigentes vienen acusando a los empresarios de “llorar permanentemente, como hace pocos días lo hicieron en el Consejo del Salario Mínimo los representantes de la Unión Industrial Argentina (UIA)”.

Macri decidió arremeter contra los gremios, el fuero laboral, los abogados laboralistas, y todo lo que intente poner un freno al salvaje ajuste antiobrero que viene realizando su gobierno. Lo que no parece haber medido es el poder que tienen los trabajadores, y cómo ese poder puede potenciarse en medio de una campaña electoral.

De esa encrucijada, debería saberlo, no lo van a sacar los servicios de inteligencia, Durán Barba, las denuncias de Lilita Carrió ni los exitosos encuentros internacionales, como el del G20, en Hamburgo, donde además del abucheo de un considerable grupo de manifestante debió leer, en un cartel colgado para que pudiera verlo a su paso por una autopista, una clara exigencia: «Macri, no vendas nuestra Argentina».

Fuente: El Eslabón

 

 

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