“Acá hay lugar para estar cerca del fueguito”, dijo Soraya antes de comenzar la charla, abriendo su ruca e historias que también son parte de nuestra identidad, tan negada por la historia oficial. Pero esa llama hoy vuelve a encenderse con estos hermanos de luchas y territorios que buscan una vida de dignidad. “Saludo a las fuerzas de este lugar, a los hermanos y a ustedes que se arrimen para visibilizar lo que nos sucede como pueblo mapuche y comunidad, estoy aquí con mi niñita”, indicó tras su recibimiento en lengua mapudungún.

La nota se hace en el refugio, a metros de la ruta 40, donde el 1° de agosto fuerzas de Gendarmería y policías irrumpieron en la comunidad y secuestraron a Santiago Maldonado. Dónde el joven artesano –que ya había estado en el lof apoyando la causa de la comunidad y el pedido de libertad del lonko (jefe o cabeza de la comunidad) Facundo Jones Huala– fue subido a una camioneta de Gendarmería, como indican los testimonios que luego fueron la base sobre la que el juez caratuló a la causa como de “desaparición forzada de personas”.

Junto a Soraya y su hijita, el werken kona (joven luchador), con el rostro tapado porque hay cientos de causas armadas para su detención, dice: “Quiero saludar a mis hermanos y a los compañeros que escuchen este audio. Mi lonko Facundo está encarcelado en Esquel y nuestro proceso de recuperación territorial no ha sido fácil. Estamos enmarcados en una propuesta del Movimiento Autónomo Mapuche”.

La lucha de los abuelos

“Con esta recuperación se empezó a visualizar algo que no se veía: la represión al pueblo mapuche en Puelmapu”, (en mapudungún: tierra del este, Argentina) y el Ngulupu mapu (territorio del oeste, Chile). “La persecución ideológica a los mapuches, y en especial a la comunidad ha sido constante”, resaltó.

“Somos actores políticos revolucionarios de la causa mapuche –agrega–, seguimos la lucha de nuestros abuelos, por la permanencia en el territorio. Por naturaleza somos anticapitalistas y antiimperialistas. En esa línea nos definimos y ejercemos el control territorial”.

Bajo una fina y helada llovizna, los hermanos de la comunidad remarcan el apoyo de los organismos de derechos humanos y la solidaridad internacional que les llega constantemente.

El werken agradeció emocionado la carta que enviaron las Madres de la Plaza 25 de Mayo de Rosario, las notas y aportes de la Biblioteca Ghiraldo y la Juventud Guevarista. También apretaron con fuerza un parche fabricado por militantes de la Ronda de las Madres, que fueron entregados en la plaza mientras cientos de personas participaron el jueves 24 agosto y dejaron su aporte para sostener la lucha de los hermanos del lof, al igual que otras contribuciones y muestras de solidaridad.

El Brujo

A orillas del río Quenquemtreu, El Bolsón también vive esa grieta que separa los intereses del grupo de estancieros, grandes comerciantes e inversores turísticos, de los sectores más humildes, artesanos y pobladores originarios.
Como toda población de la llamada comarca andina, además de lagos y montañas, se levantan muchos destacamentos policiales y de gendarmería, al ser una zona militarizada y con excusas de la frontera con Chile. Es común que en cada familia haya algún pariente miembro de las fuerzas de inseguridad, y eso provoca también choques internos y un clima de tensión en la región.

En El Bolsón, Santiago es “El Brujo”, un muchacho “serio, introvertido y muy solidario, que venía de apoyar la lucha de pescadores, en Chile”. “En el lof lo conocían porque había estado en el lugar apoyando sus reclamos”, indican sus amigos en la feria artesanal.

Alas de la cordillera

Jorge, comunicador de la radio Alas, de El Bolsón, durante la marcha del martes pasado, hacia Gendarmería, cuenta su “programa informativo”. “La idea es hacerlo en mapuche, con sueños y relatos, pero nos impacta la realidad con la detención del lonko y peñis (hermano) que protestaban en Bariloche y luego la desaparición de Santiago Maldonado”.

“La comunicación independiente ha difundido las cuestiones territoriales, loteos, desalojos y persecuciones. La represión no es una cuestión nueva, existe desde que el Estado argentino quiso limpiar desde la campaña del desierto al territorio, pero la conciencia mapuche está levantándose y se produce este choque con el Estado argentino”, advierte.

“Los medios hegemónicos –agrega– hacen montajes y hace años que trabajan como durante la dictadura, en conjunto con Chile y trabajan con inteligencia y el accionar de los medios de comunicación, pero la lucha mapuche está unida unidos por la cordillera”.

La trampa judicial

En un proceso cargado de irregularidades, fueron muchas las “desprolijidades”, como rastrillajes y operativos sin miembros de la justicia y con gendarmes investigando a sus pares, la toma de testimonios de testigos que luego son desechados por estar encapuchados, hasta la requisa de ambulancias recién lavadas, pero donde en un segundo operativo se logran detectar restos de sangre.

Por otra parte, el proceso es infectado por funcionarios que siguen con la costumbre de maltratar y despreciar a los mapuches, como en el caso de hacerlos viajar a los testigos unos 150 kilómetros para intimidarlos con los tratos de abogados manipuladores, según denuncian.

Pero, también está el compromiso de militantes de derechos humanos, como Julio Saquero y Mabel Sánchez, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) del norte chubutense, acompañando al proceso judicial y a las familias de la comunidad que ya no quieren seguir esa historia de despojos y sometimiento.

Y esas fogatas no se apagan, como dice Soraya Maicoñia, referente Pu Lof en Resistencia de Cushamen, porque “están naciendo niños con las antiguas fuerzas. Ellos no crecerán entre topadoras, y ruidos de excavadoras”.
En el mismo puesto donde el 1° de agosto la Gendarmería secuestró a Santiago Maldonado, Soraya remarca que “la nuestra no es una lucha individual, sino por los derechos de todos”. Y agrega: “Como dicen las Madres: Ni un paso atrás”.

Fuente: El Eslabón

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