Hay fuego en el techo del quincho de la Rosada. En la semana que culmina se produjeron episodios que llevaron al gobierno de Mauricio Macri a pedir que suene la campana, en el round más duro de los que ha debido librar desde que el Presidente inauguró su mandato bailando en un balcón que oyó mejores músicas. La desaparición de Santiago Maldonado es una piedra en el zapato de Cambiemos. Es la respuesta del diablo a quienes se jactan de jugar de local en el infierno.

En la semana que se está yendo, el video más visto por Jaime Durán Barba es el que muestra a Tu Sam en vida pronunciando las dos palabras más proféticas del show business: “Puede fallar”.

La primera táctica del gurú ecuatoriano fue la orden al mejor equipo del último medio siglo: “De esto no se habla”. Sin embargo, y antes de que el agua comenzara a entrar por las hendijas del bote oficial, la primera que no pudo cumplir la consigna fue la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

La montonera arrepentida debió asistir al Senado de la Nación a dar explicaciones, pero lo único que hizo fue derramar sospechas sobre la familia de Santiago, implantar hipótesis envenenadas e instalar la absurda escenografía de una Patagonia acechada por la violencia armada de una guerrilla mapuche ancestral y despiadada, casi un Khmer Rouge vernáculo, sólo que financiado por kurdos y combatientes colombianos que hace rato dejaron las armas y esta semana se presentaron como fuerza electoral democrática.

Pero además, Bullrich pronunció una frase clave, refiriéndose a la Gendarmería: «Necesito a esa institución para todo lo que estamos haciendo, para la tarea de fondo que está haciendo este gobierno». Se entiende por qué advirtió que no arrojaría a un gendarme por la ventana.

No obstante, la cobertura que la caballería blindada periodística le dio a esas y a otras hipótesis infames logró que en las redes se hablara de la desaparición de Maldonado más de lo que el gobierno y su asesor estrella deseaban que sucediese.

Los focus group que consulta Durán Barba cual oráculo de Delfos, y una encuesta de una consultora que mide para el macrismo, indicaron que un tumultuoso 80 por ciento de la población argentina estaba pendiente del caso de desaparición forzosa de Maldonado.

Si bien una porción significativa de ese enorme porcentual simpatiza con el régimen macrista, incluso quienes la integran desean que el caso sea esclarecido. Ese dato adverso, y una sucesión de hechos que se desencadenaron luego de la finalización del secreto del sumario, dejaron a la administración Cambiemos a centésimas de segundo del nocaut.

Fue entonces que el mago con dientes que le come la billetera a Mauricio decidió cambiar de táctica. Pero antes es preciso recorrer una cronología de aquellos sucesos, incompleta pero representativa del vuelco que debió dar la chalupa presidencial.

Una secuencia de golpes certeros

1- La masiva y pacífica marcha del viernes 3 de septiembre nunca pudo ser opacada por la operación que el régimen macrista montó para intentar presentarla como la marcha de los violentos.
Ni las previamente acordadas tapas de Clarín y La Nación lograron cumplir el objetivo del oficialismo. Pese al núcleo duro que sigue creyendo el relato del dispositivo mediático-político-judicial, fracasó la desmadrada opereta protagonizada por policías de civil infiltrados entre la multitud, sospechosos militantes “anarquistas” que gritaban “¡Uno! ¡Uno! ¡Uno!”, dirigiéndose a la Policía de la Ciudad, la cual evitaba dispararles postas de goma que repartían al resto sin parar, la cacería de los manifestantes más rezagados.

2- Ese mismo viernes, en Ginebra, gremios de 90 países pidieron por Santiago Maldonado, en el marco del 27º Congreso Mundial de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (Uita) que se clausuró en la ciudad suiza.

El Congreso reclamó que «se investigue y se castigue a los responsables de este aberrante hecho con toda la fuerza de la ley», y la resolución fue aprobada por los 458 delegados y delegadas de 293 organizaciones de 90 países. Tanto la Secretaría General como la Secretaría Regional Latinoamericana de la Uita enviaron notas al presidente de la República, Mauricio Macri, al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y al Ministerio de Seguridad de la Nación.

3- Durante el fin de semana se conocieron las tomas que mostraban a policías de civil infiltrados entre los manifestantes, y luego reprimiendo, maniatando y esposando a varios de los asistentes a la marcha, incluyendo a reporteros gráficos, camarógrafos y cronistas de medios de prensa alternativos.

4- El lunes, en Rosario, el vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), en una entrevista que fue emitida por Canal 5, preguntó al aire: “¿Dónde está Santiago Maldonado?”.
Ya comenzaba a arder el quincho. Ya se presentaban demasiados frentes. Nunca se sale indemne de algo así. Ya comenzaba a preverse que, como mínimo, el régimen macrista sufrirá, más tarde o más temprano, quemaduras de primer grado. Haber negado y encubierto la desaparición de Santiago no le resultará gratuito.

5- La novedad que conmovió los cimientos del Gabinete nacional fue la aparición de un testigo mapuche de la comunidad Cushamen declarando que a Maldonado “lo llevó Gendarmería”.
Sin ocultarse, durante una conferencia de prensa en Esquel, Matías Santana dijo lo que todo el mundo allí ya sabe: “Los gendarmes entraron a la comunidad tratando de cazar a un mapuche. No somos terroristas ni delincuentes, nos persiguen hace mucho. (Maldonado) es un compañero pacifista, anarquista, que estaba en el territorio y defendió nuestros ideales hasta lo último».
La agencia oficial de noticias Télam no pudo evitar publicar la noticia del día, y lo hizo de este modo: “«Dejen de mentir», reclamó (Santana) al anunciar que «se levantó el secreto de sumario» que se instruye en Esquel por la «desaparición forzada» de Maldonado, quien según testigos fue visto por última vez el 1º de agosto durante una protesta mapuche sobre la ruta 40 en la que intervinieron gendarmes. Santana, quien fue uno de los testigos del operativo de Gendarmería, dijo que todo comenzó cuando la fuerza de seguridad realizó «el desalojo violento» de un corte de la ruta 40 que los mapuches realizaron el día anterior a la desaparición de Maldonado”.

6- El gobierno salió a respaldar la gestión de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y aseguró que, tras el levantamiento del secreto de sumario en la investigación sobre la desaparición del joven Santiago Maldonado, «no han surgido elementos que pongan en crisis la situación de la Gendarmería».
El vocero de tal apoyo fue el ministro de Justicia, Germán Garavano, quien en declaraciones a la prensa sentenció: «Se le hizo un informe al Presidente y se sigue el caso con atención y cuidado».

7- Pero eso fue antes de conocerse que la Asociación Empresaria Argentina, la Asociación de Bancos, la Rural e Idea y el Colegio de Abogados difundieron un comunicado conjunto por Santiago Maldonado y reclamaron una «pronta solución» del caso.

8- El cambio de estilo comenzó a vislumbrarse cuando el jefe de Gabinete, Marcos Peña, pidió «mantener el eje central» del hecho que es «que aparezca y con vida», y tras afirmar que «todas las hipótesis están abiertas», subrayó la necesidad de «dejar trabajar a la Justicia. Lo que hay que hacer es dejar trabajar a la Justicia, poder ir a fondo en la investigación con total apertura, saber lo que ha pasado».

9- El otro que habló fue el ministro del Interior Rogelio Frigerio, quien sostuvo que “el caso Maldonado” es un tema «muy grave» y aseguró que «es una de las prioridades del gobierno encontrar a Santiago». Y no se privó de recordar que «la Justicia es la que está llevando este caso y nosotros estamos prestando toda la colaboración».

10- En paralelo a esas declaraciones, la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA) pidió al Ministerio de Seguridad de la Nación que instruya «un sumario administrativo» para «deslindar responsabilidades de los agentes estatales que pudieran estar vinculados en la desaparición de Santiago Maldonado».
O sea que le pidió a Bullrich que investigue a la fuerza de seguridad que ella protege desde el mismo día en que se hizo pública la desaparición de Maldonado.

11- Mientras tanto, el director del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), Gastón Chiller, afirmó que «durante 35 días el gobierno nacional se dedicó a desviar la investigación» por la desaparición de Santiago Maldonado, y remarcó que la hipótesis principal de la causa apunta a «la responsabilidad» de la Gendarmería.

12- Por si fuera poco, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos cuestionó “la falta de progreso de las investigaciones”, y le reclamó con urgencia al gobierno nacional “realizar la investigación apegándose a los estándares internacionales”. Como yapa, la ONU ofreció su asesoría técnica a la familia del joven.

Y Macri debió poner la cara

El mismo día en que –por primera vez– testigos mapuches ratificaron a cara descubierta los testimonios que realizaron ante la Justicia Federal de Esquel, declarando que al joven desaparecido «se lo llevó la Gendarmería» el 1° de agosto, el presidente Mauricio Macri salió a decir que el gobierno nacional está «al servicio de la Justicia» en ese caso, y «sin prejuzgar ni descartar ninguna línea» de investigación.

Debieron pasar 35 días para que los medios pudieran registrar ese tipo de observaciones de la máxima autoridad del Estado en torno del hecho. Es más, al ser consultado por la prensa, y refiriéndose al juez federal Guido Otranto y a la fiscal Silvina Ávila, el mandatario sostuvo que “tienen todo el apoyo para seguir con la investigación», y no es casual que Macri haya agregado una frase de circunstancia, que ilustra por sí sola la preocupación principal de estos días: «Sin prejuzgar ni descartar ninguna línea (de investigación) y colaborando como corresponde en un Estado democrático».

Y aunque en los grandes medios no se publicó, otra secuencia que reviste inusitada gravedad institucional se puso en marcha. Los hechos fueron un balde de agua fría para el gobierno nacional, que ya venía golpeado:
El lunes 4 de septiembre, la diputada nacional Victoria Donda, que había participado de una reunión como miembro de la Comisión de DDHH de la Cámara baja con Patricia Bullrich en torno de la desaparición forzada de Santiago, reveló en el programa Desde el llano, que conduce Joaquín Morales Solá y se emite por TN, que la ministra de Seguridad de la Nación reconoció en ese encuentro que “por ahí a algún gendarme se le pasó la mano”.
Morales Solá repreguntó: «¿Dijo eso Patricia Bullrich?». Donda lo confirmó.
En dicho programa Donda no dice haber llevado ese dato a la Justicia ni haber realizado un pedido de informe en la Cámara. Morales Solá tampoco se lo pregunta o sugiere.
La Ministra no sale a desmentir la gravísima revelación. Pero el martes 5 de septiembre, el diputado nacional Rodolfo Tailhade exigió al juez federal Guido Otranto, a cargo de la investigación por la desaparición forzada de Santiago Maldonado, que ordene la detención de la ministra Bullrich y su jefe de gabinete Pablo Noceti.
Bastó esa sucesión de episodios para que el miércoles 6 el ministro del Interior Rogelio Frigerio y la propia Bullrich se reunieran por el caso Maldonado con los gobernadores de Río Negro, Alberto Weretilneck; de Neuquén, Omar Gutiérrez; y con el vicegobernador de Chubut, Mariano Arcioni. ¿El contenido del diálogo? La actuación de las fuerzas de seguridad en esos distritos.
Pero ya ese mismo miércoles la familia de Maldonado decidió negarse a un encuentro con el gobierno, reacción que hizo pública el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, quien dijo que ofreció reunirse con los familiares del joven y que ellos «agradecieron el ofrecimiento pero eligieron no reunirse».
Por primera vez, en diálogo con las radios Mitre y La Red, Avruj reconoció que en la investigación por la desaparición de Maldonado la «hipótesis más fuerte apunta a la Gendarmería», aunque se atajó aclarando que por ahora no hay «ninguna prueba cierta o pista concreta» en el expediente judicial.

El testimonio que hizo caer los naipes marcados

Su nombre es Matías Santana, pero recién se hizo conocido cuando el expediente salió de la niebla establecida por el secreto de sumario. El joven mapuche se decidió a presentarse como testigo, y relató ante la Justicia el preciso instante en que la Gendarmería se llevó a Santiago Maldonado.

Además, reiteró que vio, con la ayuda de binoculares, cómo «tres gendarmes» golpearon ese día «un bulto negro con mi campera celeste».

El muchacho aclaró que supo que ese «bulto» era Santiago porque «esa misma mañana nos cambiamos la ropa y yo le di esa campera celeste que llevaba puesta».

En detallado testimonio, Santana consignó: «Yo le había prestado mi campera y por eso reconocí que era el compañero Santiago». Y añadió que cuando se produjo el desalojo de la ruta 40, bajó hacia el río en busca de su caballo, cuando escuchó la voz de alto de un gendarme. Al subir a caballo y dirigirse hacia un monte, indicó: “Veo a tres gendarmes que están golpeando a un bulto negro con mi campera celeste”.

Santana continuó el estremecedor relato: “Cruzo para el otro lado, me encuentro con los chicos, voy a otro cerro y con unos binoculares alcanzo a ver que salen del territorio, ingresan a la ruta 70, llega una camioneta, cuatro gendarmes suben el mismo bulto que ya había visto antes y emprenden la retirada rumbo a Esquel». Y finalizó con una dramática frase: «A partir de ahí ya no sabemos qué es lo que pasó con el compañero”.

Entre internas y operaciones

Lo único que le faltaba al macrismo puro y duro es que le salieran radicales a generarle una interna, algo para lo cual los socios del PRO son especialistas.

Fue precisamente uno de los artífices de Cambiemos, Ernesto Sanz, quien se tiró de cabeza al medio del pantanal en que chapalea desde hace más de un mes el gobierno nacional, cuestionando el tratamiento que se le dio desde la Casa Rosada al caso de la desaparición de Santiago.

El radical apuntó a la política comunicacional, y el jueves disparó: «Me quedo con la respuesta del gobierno de las últimas 48 horas, que es más potente en términos de comunicación a la sociedad. No digo ni más seria ni de mayor involucramiento porque el gobierno tomó esto con seriedad desde el primer minuto. Me consta porque he estado en alguna reunión».

Sanz habló en la ultraoficialista Radio Nacional, en cuyo aire señaló que había sido un error que desde el principio fuera el Ministerio de Seguridad el único que trataba el tema: «Hoy, con el diario del lunes, sabemos que acá hubo algún error de comunicación o de manejo. Debió haber habido un involucramiento mucho más fuerte de la Casa Rosada». A la interna propia le sumó la que existe entre miembros del Gabinete con la ministra afecta a los uniformes de fajina.

Por si fuera poco, el mendocino recordó que no se trata de la primera vez que Macri y su equipo reaccionan con demora. Titubeante pero sin piedad, lanzó otra piedra: «Los problemas de comunicación en la Argentina… No quiero mezclar. Hace un año estábamos hablando de tarifas. Pasó una cosa parecida. Al principio el gobierno no salió con contundencia y luego sí». No se sabe si al colgar con Radio Nacional comenzaron a lloverle piropos desde Balcarce 50, pero da la sensación que le dijeron cualquier cosa menos buen tipo.

Otro que dejó en claro que no quiere pagar los platos rotos que fue dejando Bullrich desde el 1º de agosto, fue el ministro de Justicia Germán Garavano: “No pongo las manos en el fuego por nadie”.

El funcionario agregó que “hay que estar abierto a cualquier hipótesis”. Lo bien que hizo, porque a última hora de la tarde de ese jueves, se produjeron dos hechos significativos:
Por un lado, el fiscal Federico Delgado abrió una causa por el delito de “encubrimiento” al presidente Macri, al jefe de Gabinete Marcos Peña, y a la ministra Bullrich, debido a la actitud del gobierno de desviar la investigación por la desaparición forzada de Maldonado.
Por otro, los familiares de Santiago brindaron una conferencia de prensa en Esquel en la que denunciaron que los libros de los escuadrones de Gendarmería habían sido secuestrados recién el 17 de agosto y que hasta ese día la querella no había tenido acceso a ellos.
Además, la abogada Verónica Heredia reveló que esos libros, que constituyen un instrumento público, “están todos adulterados: hay hojas de más pegadas con cinta scotch y están cambiadas las fechas, los móviles y las armas”.

El régimen de Macri tira golpes al bulto, con los ojos hinchados por los golpes de la realidad, e intenta sembrar, aún, pistas falsas e hipótesis que preparen algún siniestro escenario.

La versión de una pareja que supuestamente levantó a Santiago en un camino de Río Grande, en la lejana Tierra del Fuego, fue desmentida por los padres de un joven con dificultades para situarse en tiempo y espacio, que sería el presunto desaparecido no tan desaparecido que algunos crápulas periodísticos quisieron sembrar, como antes lo hicieron con rumores de que el joven anarquista había sido visto en Entre Ríos y otros lugares del país.

Pero acaso la información más envenenada de los últimos días la viene proporcionando el escritor devenido panelista Jorge Asís, quien sigue siendo el mismo tipo listo e inteligente que siempre se alimenta –en todos los sentidos posibles– con la merca de los servicios no inteligentes de inteligencia.

Su rol actual –visibilizarse en ese medio, el canal América– con cierta credibilidad que había perdido entre quienes bancan al kirchnerismo, le permite plantear análisis camuflados de cierta razonabilidad.

En los últimos días, el inefable Turco viene cumpliendo una función macabra: preparar a la sociedad para la peor de las escenas, que sería la aparición del cadáver de Santiago Maldonado. Por un lado, la hipótesis de que “se les fue” a los gendarmes, naturalizar que «se les fue la mano» intenta blanquear al gobierno, dejarlo como una víctima de los “errores y excesos” de los efectivos que habitan el desierto de los tártaros patagónicos.

Pero no hay caso. De todos modos, y pese a todo, para una gran mayoría de la sociedad lo importante sigue siendo saber dónde está Santiago Maldonado. Es más, una consigna desarticula los fantasmas que pretenden recorrer el éter y las redes sociales, allí donde el régimen macrista cree estar ganando la batalla por el sentido común. Una consigna vieja contra la infamia del nuevo cielo: “Vivo lo llevaron, vivo lo queremos”.

Fuente: El Eslabón.

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Un comentario

  1. Ricardo ElJediento

    09/09/2017 en 19:58

    MUY BUENA NOTA

    Responder

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