Pasaron más de 63 años para que Banfield le ganara a Central en Arroyito, y lo hizo por goleada. Hubo silbidos. El equipo no aparece, y el DT Montero admitió que su futuro depende de un hilo. El partido con Boca será bisagra.

El 4 a 0 fue un duro golpe banfileño al mentón que dejó a Central al borde del nocaut, porque si no levanta su rendimiento el próximo miércoles, nada menos que ante Boca Juniors, por la Copa Argentina, en Mendoza, el proceso del uruguayo Paolo Montero al frente del equipo estará casi concluido, con el riesgo que esta situación conlleva de cara al futuro, sobre todo cuando recién empieza un campeonato.

Esta vez, fue el mismo Montero quien lo admitió al final de la estrepitosa caída ante el Taladro. “Si tenemos que dar un paso al costado no hay ningún problema. Es fútbol, mandan los resultados y estamos por primera vez en una situación límite. Es una realidad”, sentenció el uruguayo, visiblemente golpeado por la derrota. Y sin medias tintas admitió lo que significará el partido frente a Boca: «Será determinante para mi futuro».

El nuevo Central, antes de la goleada sufrida en la tarde de este domingo, había sumado en la Superliga tres empates consecutivos. Las salidas de piezas claves de la temporada anterior como Javier Pinola y Damián Musto, entre otras, parecen muy difíciles de suplir. Las pruebas son muy duras para los refuerzos que llegaron como el Colo Leonardo Gil, el chileno Alfonso Parot y Fernando Zampedri, quienes hasta ahora no terminan de conformar.

En la cancha, después de mucho tiempo hubo gruesos silbidos, en especial para el paraguayo José Leguizamón, que se equivocó en los cuatro goles, y para Federico Carrizo y Gustavo Colman, dos referentes que estuvieron casi ausentes en un partido en donde los volantes transitaron carentes de toda claridad. Por eso, el grito “de vamos, vamos los pibes”, desde los cuatro costados, fue un aviso del fastidio general.

En cambio, hubo aplausos para los ingresantes de la cantera Joaquín Pereyra y Lionel Rivas quienes entraron en el segundo tiempo (a los ’11 y a los ’15) y a pesar de que tampoco pudieron torcer la historia, al menos produjeron algunos avances hacia el arco contrario, pero nada más.

Así, la preocupación le ganó a la euforia canaya. Aunque, al final, más allá del dolor por el traspié ante Banfield, la esperanza nunca se pierde.

Por más que Boca sea la banca en Mendoza, por su rendimiento –este sábado le ganó 4 a 0 a Vélez– y también por su poder político y los beneficios que cuenta por los favoritismos arbitrales, nada importa a la hora de soñar. Los sueños no tienen límite, y eso es lo que mantiene viva el alma del hincha.

Ese lunes 25, en el Cruce Alberdi y Subsede Pichincha, de 12 a 18, se vende el viaje a Mendoza con la entrada incluida a $1900. La suerte está echada.

Un triunfo histórico

La última vez que Banfield le había ganado a Central en Arroyito ocurrió hace más de 63 años: fue el 2 de mayo de 1954, y también marcó cuatro goles, aunque aquel partido terminó 4 a 2.

 

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