La sociedad civil ocupa un papel fundamental a la hora de cubrir los espacios que deja un Estado ausente. El gobierno de la ciudad capital emitió una declaración de desastre para obtener más recursos federales para la reconstrucción. La cadena Televisa, impiadosa, siguió mintiendo como siempre.

El gobierno central aportó escasos recursos, y agentes mal preparados y desorganizados que se vieron pronto impotentes ante la catástrofe. Ante la falta de fondos, el jueves las autoridades locales emitieron una declaración de Desastre para la Ciudad de México con el objetivo de obtener recursos federales para las labores de reconstrucción tras el gran sismo de 7,1 grados en la escala de Richter que el pasado 19 de septiembre sacudió la ciudad capital y dejó un saldo de 250 muertos.

La sociedad civil salió a la calle a cubrir el espacio vacío que deja un Estado ausente, o que se hace presente pero es ineficiente, al menos a la hora de asistir a los que necesitan ayuda.

“Un hormiguero de personas aparece en la avenida Gabriel Mancera, en la colonia Del Valle, región centro-sur de la capital. Policías, marinos y bomberos apenas se distinguen entre cientos de ciudadanos que se mueven frenéticos. No hay gritos ni confusión, más bien el orden espontáneo de un pueblo que ya ha vivido temblores y sabe qué debe hacer en estas situaciones”, describe Paula Mónaco Felipe en su nota titulada “La respuesta a la tragedia”, publicada el 20 de septiembre en Página|12.

“Sobre las veredas se acomodan quienes ofrecen agua y tapabocas para respirar entre la nube de polvo, otros pegan carteles para ayudar a localizar a personas extraviadas y grupos de familias juntan las donaciones. En la calle, el carril derecho está ocupado por larguísimas cadenas humanas que trasladan escombros en baldes y por la izquierda avanzan camiones y vehículos con mayor carga, hasta los carros de supermercado sirven”, señala Felipe, y en su crónica se expone el protagonismo del pueblo por sobre el Estado.

Un desesperado pedido de recursos al gobierno central

El decreto que declara el estado de Desastre, publicado en la Gaceta Oficial, deja en claro que se trata de un pedido desesperado de más fondos y de más recursos humanos: de más presencia. Allí se puntualiza que con la declaratoria “se busca que todas las instancias de gobierno lleven a cabo las acciones necesarias para proteger vida, salud e integridad física de los capitalinos”.

En este sentido, la Secretaría de Protección Civil consideró que en la infraestructura urbana de la ciudad “se encuentran averías en servicios viales, sistemas estratégicos y medio ambiente” y que la capacidad de las reparticiones afectadas a las tareas de rescate “está rebasada”.

El documento asegura que la capital de México presenta perjuicios en su estructura productiva y diferentes servicios, lo que altera las condiciones ordinarias de vida, por lo que se requieren recursos del Fondo de Atención a Desastres (FADE).

Según informó Prensa Latina, los especialistas aseguraron que “existe medio centenar de edificios destruidos y más del doble con peligro de colapsar dadas las averías sufridas por el fuerte golpe telúrico”.

El aporte de los medios hegemónicos: la posverdad

La cadena Televisa hizo del caso del rescate de una niña de 12 años, Frida Sofía, una suerte de culebrón, sentimental y mórbido, que concitó la expectativa de cientos de miles de televidentes en todo el mundo. La supuesta niña estaba bajo los escombros del Colegio Enrique Rébsamen, que se derrumbó tras el terremoto.

Frida Sofía se convirtió en “símbolo de la esperanza”. Fue el centro de una operación ideológica que los medios hegemónicos suelen repetir cada vez que sucede una tragedia. Consiste en apelar a lo sentimental, a valores universales, con el objetivo de ocultar cuestiones políticas, económicas, que son menos universales, porque en ese terreno los consensos se diluyen y aparecen los conflictos y las responsabilidades de los actores sociales que están más allá de los fenómenos naturales.

Tras dos días de emociones fuertes, llantos, esperanzas, rezos, y los consabidos “todos somos Frida Sofía”, la verdad se impuso, fea y aguafiestas: la niña nunca existió. Fue un invento de Televisa. Los medios hegemónicos no dejan de mentir nunca, no tienen piedad.

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