Desde antes del “Navarrazo”, medios comunitarios y cooperativos vienen advirtiendo que las políticas oficiales abandonan y ahogan a las expresiones distintas a las del establishment mediático.

El episodio de Roberto Navarro eyectado de la pantalla de C5N es tal vez la expresión más ampulosa, pero para nada la primera, de toda una política del macrismo para fortalecer los grandes grupos de la comunicación y desarticular voces no subordinadas al gobierno nacional. Los medios comunitarios y autogestionados –como este periódico–, vienen dando cuenta de ello desde el inicio mismo de la gestión de Cambiemos, cuando vía decreto se desarticuló la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en el referido a los límites que marcaba a la concentración. Los cuestionamientos persisten y también apuntan a incumplimientos de las disposiciones de la norma todavía en vigencia, tal como se manifestó nuevamente en estos días frente a la sede central, en Buenos Aires, del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom).

El jueves 15 de septiembre trabajadores de emisoras agrupadas en el Foro Argentino de Radios Comunitarias (Farco) se instalaron allí frente al Enacom para insistir con el pedido de cumplimiento de la misma Ley de Medios, en su aspecto relacionado con el financiamiento del sector sin fines de lucro, todavía vigente por cuanto hasta ahora no fue alcanzado por la revolución derogadora macrista.

Después, el martes 19, desde Farco volvieron al lugar para responder una convocatoria del organismo a una nueva instancia de diálogo. Y fueron acompañados por representantes de otras varias organizaciones con quienes montaron una radio abierta y reiteraron los reclamos.

El nuevo espacio de diálogo fue considerado un “paso significativo” en pos de cobrar las deudas que el Estado mantiene con el sector y la operativización de los fondos correspondientes a 2016 y 2017, en el marco de los concursos llamados Fomeca. De todos modos, las organizaciones remarcaron que ni piensan en “bajar la guardia”, ya que no es la primera vez que el gobierno promete respuestas y después no las da como corresponde.

Entre quienes se sumaron a la movida de las radios se cuenta la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (Fadiccra), que a través de un comunicado remarcó que la gestión macrista “viene sepultando enormes conquistas alcanzadas con la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sobre el diseño de políticas públicas para el fomento de la comunicación comunitaria y el derecho al acceso al sistema de pauta oficial”.

“Al mismo tiempo que se vuelve a concentrar velozmente el mapa de la comunicación en Argentina, se asfixian económicamente las experiencias cooperativas o autogestivas de comunicación, se dejan miles de trabajadores de prensa en la calle y se vienen acelerando los procesos de denuncia, persecución judicial y decomiso de herramientas indispensables para el desarrollo de nuestros medios”, remarcaron.

Y concluyeron con que “el ajuste que lleva adelante el gobierno, no cierra sin represión, persecución y reconstrucción de un pensamiento único, y esto nos tiene que encontrar con mucha unidad y organización popular, con responsabilidad para defender una democracia cada día más en emergencia”.

Fadiccra es una organización que incluye cinco cooperativas que editan diarios, para los que el problema histórico es por el acceso al papel, cuya producción y comercialización también está monopolizada. La única productora del insumo básico de los diarios es Papel Prensa, controlada por Clarín y La Nación siempre en función de sus propios intereses empresariales.

Hasta antes del macrismo, el modo de defender esos intereses se basaba en no producir la cantidad suficiente para abastecer el mercado interno. Ahora, en cambio, se aprecia una fuerte caída de la demanda y hay excedente de producción. Pero igual sacan ventaja por sobre los otros diarios, a los que obligan a pagar al contado lo que ellos se “venden” a sí mismos en condiciones mucho más livianas. “No nos dan financiamiento y nos demoran las entregas”, explicó Julio Delgado, presidente de Fadiccra y de Copegraf, la cooperativa que edita el diario El Independiente de La Rioja. De todos modos, Delgado subrayó que “el principal problema es que cada vez se venden menos diarios, y esto es en parte por las nuevas tecnologías pero fundamentalmente por la crisis económica, porque la gente está reduciendo gastos”.

“Existe un mercado cada vez más oprimido. Vivimos en una aguda recesión y los elevados costos de explotación atentan contra un ejercicio editorial pleno. Esto es menos ventas,  menos publicidad y materia prima, insumos más caros, la energía, los fletes y los servicios también más caros. Sin incentivos ni fomento a la industria editorial es muy difícil trabajar”, describió el presidente de Fadiccra.

Fuente: El Eslabón.

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