El amor y la intimidad, la pasión y el compromiso político, pero sobre todo, la construcción de una ausencia, son los ejes de El tiempo visible, la obra de teatro que el grupo Cuerpo extraño estrena este domingo 15 de octubre a las 20.30 en Espacio Bravo. Se trata de un monólogo, interpretado por la actriz Franca Piedrabuena, inspirado en las cartas que María Guadalupe Cuenca escribió a su amado y compañero Mariano Moreno, entre marzo y julio de 1811, luego de que el líder revolucionario emprendiera un viaje en alta mar, rumbo a Inglaterra. Cuenca esperó en vano las respuestas de Moreno, sin saber que había sido asesinado y arrojado al mar envuelto en una bandera británica. “De ahí que esta correspondencia truncada se conozca como «las cartas que nunca llegaron»”, advierten los realizadores, a propósito del libro en el que Enrique Williams Álzaga reúne los escritos de Cuenca (Cartas que nunca llegaron. Emecé Editores, 1967).

“La obra se propone indagar en el universo íntimo de Guadalupe, mostrando su entereza, su dignidad. Ella no es la típica viuda que muere de dolor. No. El dolor está, pero hay que pagar las cuentas. De alguna manera El tiempo visible pretende mostrar una Guadalupe íntegra, que lejos de ser una pusilánime tiene muy en claro que lo que pasó con su marido mancha el nacimiento mismo de nuestra historia nacional”, contó Pablo Serr, dramaturgo y director de esta obra debut.

El acercamiento a este personaje histórico, según Serr, fue un poco de casualidad y un poco en broma en una charla que mantuvo con una amiga hace dos años atrás: “Le dije a Lucía Parma que tenía planeado escribir un relato homoerótico en donde uno de los personajes sería, a modo de homenaje, Mariano Moreno, y me preguntó si conocía las cartas de Guadalupe, su esposa, de quien yo no había escuchado hablar hasta ese momento. Las busqué en internet, las descargué y las leí de un tirón. Demás está decir que quedé fascinado, ante todo por la lucidez de sus comentarios y observaciones, que van desde la economía doméstica y la educación de su hijo hasta la situación del gobierno y el ejército”, describió el director.

La mujer que vuelve

Mientras se prepara para el estreno de la obra que protagoniza, Franca Piedrabuena reconoce hacerle un poco de justicia a un personaje casi olvidado de la historia argentina y que en muchos meses de trabajo logró reconstruir junto al director de la obra. “Creo que hoy es el momento para poner en escena a María Guadalupe Cuenca, una mujer que muy pocos saben quién es, alguien a quien la historia tildó y etiquetó como la «viudita» de Mariano Moreno y, sin lugar a dudas, ella es mucho más que eso”, dijo.

En la etapa de búsqueda, aprendizaje y acercamiento a Cuenca, Piedrabuena aseguró: “Cuando empecé a leer sobre ella, conocerla, descubrirla, vi que no era sólo la viuda de uno de los hombres más importantes de la historia argentina, sino que era una mujer fuerte, con mucho para decir, con mucho para contar. Que era la compañera de Moreno, no su esposa, que discutían y hablaban de política a la par, juntos”.
En el desafío de rescatar a una mujer del olvido y reconstruirla desde el amor, pero también desde el compromiso, Piedrabuena asumió ponerle el cuerpo a la sensibilidad y la entrega de Guadalupe, que por los siglos de los siglos el mundo de los hombres quiso que fueran sinónimos de debilidad, cuando no de fortaleza y dignidad.
“Algo en ella muere con su Moreno, pero no se detiene, se queda cuidando a su hijo, ocupándose de las cuentas y del hogar. Su temple y sus fuerzas hicieron que viva muchos años y que se ocupe de muchas cosas que, hasta ese momento, sólo hacían los hombres”, destacó la artista.

El tiempo sin respuesta

Sobre el nombre que lleva la obra, Serr sostuvo que “nació de una reflexión sobre el tiempo que se pierde cuando en una relación no se dicen las cosas, o no se dicen claramente”. El tiempo visible, como el espacio vacío sin lenguaje, sin respuesta, sin correspondencia. “La cuestión de un silencio irremediable entre dos”, explicó el joven dramaturgo, y agregó: “El tiempo se hace visible, creo, cuando la emoción no se resuelve en palabra, y a partir de estas nociones un poco vagas fue que encaré la construcción del monólogo, pensando en esos meses que Guadalupe Cuenca pasa esperando respuesta de Moreno sin saber que él estaba muerto”.

 

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