Yo no sé, no. Pedro me hacía acordar el otro día cuando jugaban acá a la pelota entre los pibes que ya eran amigos, la confianza y la amistad. En el rechinche venía el insulto relativamente fácil: “Ehhh, largala la conchatumadre”, al morfón; o “¿cómo vas a errar ese gol?, pegale bien, corré la conchatumadre”. Era un insulto que casi no era, porque a nadie le dolía, y salvo que haya una bronca previa, nadie saltaba diciendo que a la vieja no se la insulta.

Había un cuadro, cerca del mercado, que tenía dos que sabíamos que cada vez que nos enfrentábamos –cuando no había árbitros, eso sí– nos acercábamos por la espalda y le decíamos: “Eh puto, laconchatumadre”, y ahí los vagos saltaban porque eran de la vieja guardia, eran más antiguos que nosotros, y por ahí saltaba la bronca y los hacíamos expulsar. Teníamos esas picardías ya en aquel tiempo. A veces lo hacíamos inocentemente, cuando jugábamos entre nosotros, y saltaba una bronca de aquellas.

Con el tiempo lo dejábamos para insultar cuando había que hacerlo. Me acuerdo, dice Pedro, en una pintada que estaban insultando a los milicos, en los días previos al golpe, y se los trataba de “boludo”. Y uno que estaba en la pintada les puso: “Milicos de mierda, vayanse a la concha de su madre”. Y se armó una bronca porque no estaba estipulado ese insulto, no era políticamente correcto, aunque pegaba bien en el barrio. La gente, cuando veía eso lo aceptaba, más allá de que la madre del milico no tenía nada que ver.

Eran esos tiempos en los que la pasión por los equipos, los de Rosario fundamentalmente, que estaban interviniendo en los campeonatos con los primeros títulos, muchos pibes decían: “Central es mi segunda vieja”, “Newell’s es como mi mamá”. Nosotros, me decía Pedro, compartíamos ese amor con el de la militancia. Eso de estar en un colectivo, que los sueños sean posibles, te entusiasmaba tanto como estar con la vieja.

Así pasaron esos años y duró lo que duró, y cuando se vino la mala, la larga noche de la dictadura, parecía que nos estaban matando a la vieja cada vez que desaparecían compañeros, amigos. Y cómo esto que era un país en desarrollo, comenzaba a rumbear para la colonia nuevamente. Y uno no quiere ser nunca hijo de la colonia, por lo menos los bien nacidos, los que tienen sentimiento de patria.

Por eso, en este 12 de octubre es contradictorio cuando se dice la madre patria. La madre, dice Pedro, es la madre de uno, y la otra madre, la de la patria, es la otra patria, la que ya estaba acá, la de los pueblos originarios, la preexistente. Esa es la madre cultural que habría que rescatar, sin dejar de reconocer los viejos que vinieron de Europa y que aportaron. Y ahora, dice Pedro, está todo tan fulero que dan ganas de salir a putear de nuevo, porque nos están dejando sin patria, nos están matando a la vieja de nuevo, a la que no está, a las madres que tanto sufren, a las madres de los pañuelos. ¿Cómo se sentirán las madres de las rondas que aún esperan a sus hijos, a sus nietos, que estos cosos que nos gobiernan nos dejan sin patria, sin futuro, y rumbean para la colonia? Dan ganas de decirles “laconchasumadre”, entre otras cosas.

Fuente: El Eslabón.

Más notas relacionadas
  • Alto guiso

    Yo no sé, no. Casi todos esa semana de abril teníamos puesta la cabeza en cómo formar el e
  • El pulso alterado

    Yo no sé, no. Manuel llegó hasta la esquina donde estábamos reunidos diciendo, mientras se
  • El sacrificio

    Yo no sé, no. Manuel llegó a la esquina donde estábamos reunidos, con el Biki (su perro) s
Más por Hilo Negro
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Multitudinaria marcha universitaria en Rosario contra el ajuste de Milei

Estudiantes y docentes de la UNR en conjunto con diferentes agrupaciones políticas de la c