Una incógnita sobrevolará el escenario político hasta la madrugada del lunes 23: ¿Cómo impacta en el cuerpo social el hallazgo de un cuerpo que puede ser el de Santiago Maldonado, cuya desaparición fue encubierta por el Estado?  En medio de todo ello, el activo rol criminal de los medios hegemónicos sigue siendo el termómetro del horror.

El régimen macrista llega a la elección con la agenda cambiada. La idea de Mauricio Macri y de su Gabinete era que los últimos días de campaña estuvieran signados por el tema predilecto de su administración y del núcleo duro de sus votantes: la corrupción K. Pero un hecho dramático vino a trastocar ese guión: el hallazgo de un cuerpo en el río Chubut, allí donde se vio por última vez con vida a Santiago Maldonado, allí donde los testigos dijeron que la Gendarmería lo había capturado luego de reprimir salvajemente a la comunidad del Pu Lof de Cushamen, para proteger de los mapuches al terrateniente Luciano Benetton. La orden de custodiar esos bienes raíces provino del equipo de Ceos que desde diciembre de 2015 administra la cosa pública en función de los intereses privados, o sea de sus propios intereses.

Que en los últimos tramos de una campaña en la que el blindaje mediático bate parches en torno de una victoria oficialista sobre el pasado K, en lugar de hablarse del pedido de prisión de Julio De Vido, del desfile de ex funcionarios o dirigentes kirchneristas por los despachos de los tribunales federales de Comodoro Py, se esté pendiente de la autopsia de un cuerpo que podría ser el del primer desaparecido en democracia por parte de una fuerza de seguridad, no parece haber estado en los planes del macrismo.

El oficialismo –está claro– no es inocente. Esa cosecha es el resultado de su pacto de silencio en torno del episodio más atroz desde 1983. La interna en el corazón mismo del Gabinete explica el silencio oficial ante el hallazgo del cuerpo en el río Chubut.

Cuesta imaginar que la aparición del cadáver forme parte de un experimento del gobierno para sacar un rédito político, sobre todo porque los beneficios presuntos conllevarían menor riesgo si el episodio hubiese sido después de los comicios.

La imagen de un gobierno preocupado por revelar la verdad alrededor de la desaparición de Maldonado no suma votos, según lo que aseguran todas las consultoras, que argumentan que el caso no movió el amperímetro en las Paso ni a lo largo de una campaña que culmina con presagios de empate técnico en el distrito que más le preocupa al macrismo, la provincia de Buenos Aires.

El hallazgo del cuerpo en el sur lejano, sin embargo, conmovió en forma notoria a la opinión pública, que desde el martes no está pendiente de otra cosa que novedades sobre el caso, y generó especulaciones aún en los medios amigos del gobierno, que se ven obligados a sacar de tapa o de su agenda las esposas que le esperan a quienes hayan sido cómplices del período kirchnerista, tal como osó amenazar el propio Macri en el cierre de campaña en Ferro.

Puesta en escena

De lo que no cabe duda es que la aparición del cuerpo en el río Chubut fue montada como un escenario atroz y revelador. Tanto la familia Maldonado, la comunidad mapuche, la defensa y los organismos de derechos humanos consideran que el cuerpo fue plantado, y es un hecho que no estaba en el lugar luego de la represión de los gendarmes aquel 1° de agosto, y en los tres rastrillajes previos al hallazgo.

A la teoría del cuerpo plantado le pusieron la firma la vocera de la comunidad mapuche de Cushamen, Soraya Maicoño; el amigo de Santiago, Ariel Garzi; el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; la dirigente trotskista Myriam Bregman; Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, entre muchos otros.

Claro que alrededor de esto, muchos difieren respecto de quién plantó el cuerpo. Una de las hipótesis es que la Gendarmería, cuyos altos mandos sabían que después del 22 el gobierno le arrojaría el fardo de la responsabilidad penal argumentando un “exceso” y retirándoles la mano hasta ahora tendida, le plantó el cuerpo a Macri antes de las elecciones.

Si fuera así, es el precio que estaría pagando un régimen criminal por su complicidad a lo largo de todo el caso.

La pregunta, por la negativa, sería: ¿Si fuera el gobierno el que lo plantó, esperando poder mostrarse como perseguidor del esclarecimiento del caso, por qué permaneció en silencio? ¿Qué lo hizo transitar los últimos días de campaña con la agenda cambiada? La agenda era De Vido preso, el desfile en Comodoro Py. Ahora, al tope de la agenda está un tema que al gobierno, como mínimo, no le suma. No parece ser lo que su núcleo duro le demanda, que es meter presos a los corruptos K.

Infamias mediáticas

Las brutales expresiones de Elisa Carrió sobre el caso Maldonado no fueron inocuas, y su propio equipo de campaña debió silenciarla, suspendiendo las entrevistas televisivas previstas para la última semana proselitista.

Es que en su entorno percibieron rápidamente el fuerte rechazo que generaron las últimas intervenciones televisivas de la candidata a diputada de Cambiemos en Capital Federal.

Una de esas infamias las cometió cuando en el piso de TN los periodistas Alfredo y Diego Leuco señalaban las condiciones en que la temperatura del río, de unos 5 grados, podría permitir la conservación de un cadáver. En ese instante eterno, Carrió –entre sonrisas y miradas hacia el más allá de las cámaras– llegó a comparar el cuerpo hallado en el río Chubut con Walt Disney. La respuesta del dúo periodístico no fue menos indignante: “Claro”, dijo el hijo, mientras el padre y Horacio Rodríguez Larreta asentían. Pero claro, los Leuco son macristas, pero no candidatos.

Carrió lanzó exabruptos, chistes y todo tipo de comentarios desubicados en torno de la desaparición de Santiago Maldonado, y el rechazo de buena parte del público se notó. El equipo de campaña realizó focus group que rápidamente mostraron reacciones de rechazo o, al menos, desencanto hacia la candidata macrista, e inmediatamente se cancelaron todas las entrevistas televisivas que ya tenía pautadas.

Carrió ya había opinado que había “un 20 por ciento de probabilidades de que este chico (por Santiago Maldonado) esté en Chile con la RIM (sic)”, en un acto fallido que la llevó a confundir la sigla RAM, de la Resistencia Ancestral Mapuche, con la del Regimiento de Infantería de Montaña, que tiene su sede en la Patagonia. Todo tiene un límite, incluso para la pitonisa de la derecha argentina.

Tal vez el medio más criminalmente comprometido en la desinformación sobre la desaparición de Santiago Maldonado y su encubrimiento sea Clarín, aunque no le van en zaga La Nación, Infobae, el canal América y otros diarios de importantes conglomerados urbanos, como La Capital de Rosario o La Voz de Córdoba.

El jueves pasado, en un artículo que lleva la firma de quien confesó que Clarín hizo “periodismo de guerra”, se pudo leer esto: “Recuérdese: el caso Maldonado había sido el eje temático de la campaña de Cristina Kirchner en el mes posterior a las Paso. Después se lo relegó a un plano secundario, aunque sin abandonarlo nunca. Quizás las razones haya que buscarlas en el dictamen de las encuestas, que otorgaban poco rédito a ese insumo. O en los pliegues de una historia donde la actitud de ciertos sectores y personajes permanece bajo velos que la enturbian”.

Definir la desaparición forzada de una persona como “insumo” califica el grado de inescrupulosidad del sujeto deleznable que es Julio Blanck. Pero la clave de esa pieza repulsiva la ofrece en estas pocas líneas: “El hallazgo del cadáver, además, le vino a sobresaltar (al gobierno) la calma de un final de campaña donde su estratégico triunfo final se descontaba hace semanas”.

Hay quienes todavía creen que fue Macri quien plantó el cuerpo, pero cada vez se torna más ostensible que el mandatario está pagando muy caro haber pactado con Gendarmería la protección de las tierras de Benetton a costa incluso de una desaparición. El diablo paga con monedas de azufre, y hasta Clarín se lo hace saber.

Encuestas y focus group

La obsesión del asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba por medir los efectos e impacto que tienen determinados sucesos en la opinión pública llevó al gobierno nacional a realizar un relevamiento telefónico que consultaba sobre la aparición del cuerpo en el Río Chubut.

Fue el diputado provincial Joaquín Blanco quien denunció y repudió que en la noche del miércoles cientos de rosarinos recibieron llamados telefónicos de una encuestadora anónima que los consultaba sobre el hallazgo del cadáver.

“Es indignante, mientras nos enterábamos que la familia estuvo ocho horas custodiando el cuerpo porque no confían en las instituciones del Estado, algunos se preocupan por saber, de forma anónima, si esto les suma o resta votos”, señaló Blanco.

Pero el que dio pistas sobre los resultados parciales de esa encuesta telefónica, que en la provincia de Buenos Aires relevó 1.200 casos, fue el diario Clarín, según el cual, el miércoles por la noche “uno de los candidatos principales para la elección del domingo” –no dice quién pero está claro que pertenece al macrismo– recibió los primeros resultados. “El 79 por ciento de los consultados afirmó estar al tanto de la desaparición del artesano. De ellos, el 86 por ciento dijo que el cuerpo hallado es el de Santiago Maldonado. En ese mismo universo, para el 73 por ciento lo mató la Gendarmería. Sólo el 12 por ciento respondió que los últimos sucesos podrían hacerle cambiar el voto”, reveló el diario de Héctor Magnetto.

La última pregunta, que es “¿a quién beneficia el hallazgo del cuerpo?”, obtuvo las siguientes respuestas: “35 por ciento al gobierno, 40 por ciento a la oposición, 25 por ciento a «otros», innominados”.

El matutino saca una conclusión que parecería algo apresurada: “Siendo así, habría que creerle a Marcos Peña cuando dice que el caso Maldonado no cambió el eje del humor social sino que reafirmó creencias preexistentes”. Que el 12 por ciento se plantee como posible el cambio de su sufragio no debe haber resultado nada tranquilizador en la carpa de Cambiemos donde reina Mariu Vidal, la gobernadora que comunica con pucheritos, cejas enarcadas y una sobredosis de zetas en su verborrea.

El silencio de los culpables

En las primeras 48 horas posteriores al hallazgo del cuerpo en el río Chubut, el gobierno prácticamente permaneció en silencio. El secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, que había viajado a Esquel en forma inmediata, no fue bien recibido, como era de esperar, por la comunidad mapuche, y fue la primera voz oficial en pronunciarse, pero no sobre la aparición del cadáver, sino sobre los efectos de su viaje al sur: “Fuimos insultados, intimidados y atacados por encapuchados que salieron de adentro del lugar. Destruyeron los vehículos y nos hicieron subir, luego nos apedrearon nuevamente poniendo en riesgo nuestras vidas”.

El miércoles, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, de gira proselitista en Concordia, declaró en conferencia de prensa: «Estamos muy entusiasmados para las elecciones. Tuvimos un gran espaldarazo en agosto, ese apoyo creció y se nota. La gente comienza a percibir el crecimiento de la economía en su bolsillo, ahora que estamos mostrando que se puede cosechar lo que sembramos entre todos».

Obligado por periodistas, se refirió al hallazgo en Chubut: «Estamos consternados como toda la sociedad, acompañando a la familia y a los amigos y esperando que la Justicia haga un comunicado y nos diga lo que ocurrió. Que aclare quién es primero, y con los peritajes saber qué pasó».

Es notable que ningún miembro de la primera plana del Gobierno nacional haya tomado la iniciativa de expresarse en torno del macabro hallazgo, y muestra que en modo alguno el episodio pudiera haber sido orquestado para sacar un rédito electoral, porque nadie omite hablar de lo que considera provechoso.

Recién dos días largos después de la aparición del cuerpo, el ministro de Justicia, Germán Garavano, luego de reunirse con Macri, se transformó en el primer funcionario del Gabinete en hablar: «El Gobierno respeta la Justicia y lo dijo desde el primer momento, quiere que se sepa la verdad de lo que pasó y, en esta línea, es la Justicia la que tiene que dar las respuestas. Y nosotros poner a disposición todos los medios con los que contamos».

En casi 80 días nunca la administración Macri puso a disposición todos los medios con los que contaba. Prueba de ellos fue la ŕevelación que Horacio Verbitsky hizo en Página 12 de la última fotografía que se conoce de Santiago Maldonado con vida, toma realizada por la Gendarmería, que estaba guardada en el disco rígido de una de las computadoras de esa fuerza política, y que desmiente a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en particular y al Gobierno en general, de que no tenían constancia de que el joven había estado presente en el lugar.

Es interesante lo que este jueves pasado publicó el house organ del gobierno en su edición digital: “Según pudo saber Clarín, Macri, que suspendió todas las actividades de campaña de Cambiemos y cuya agenda oficial apenas contempla una reunión de seguimiento de gestión con el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, pidió a su equipo que le informen «minuto a minuto»».

El diario de Magnetto detalló qué debían informarle a su jefe sus colaboradores: “Desde las medidas que ordene el juez hasta las derivaciones mediáticas del tema. «Desde el momento que se supo del encuentro del cuerpo, ha seguido la actuación con mucho detenimiento. Junto a la ministra (de Seguridad) Patricia Bullrich lo hemos informado al instante de las cosas que venían sucediendo. Lo ha seguido con preocupación», completó Garavano”.

La inclusión de Bullrich en las reuniones chicas de Macri refleja a las claras que por ahora la ministra no será eyectada, o bien que se trata de una maniobra distractiva que pretende enmascarar la interna que se vive puertas adentro de la Casa Rosada.

De acá al domingo es probable que la sociedad ya sepa si el cuerpo es el de Santiago Maldonado. Al cierre de esta edición aún se mantiene la inquietante incertidumbre, que parecía erradicada de la escena política nacional.

De acá hasta que se cierren los comicios y termine el escrutinio provisorio, sólo una cosa queda por saber además de la identidad de ese cuerpo al que su hermano y cuñada debieron custodiar durante infinitas horas para que un Estado desaparecedor no les birlara incluso las pruebas de lo acontecido. Resta conocer si la mayoría del pueblo aprendió las dolorosas heridas que deja detrás suyo el terror ejercido desde la cima del poder estatal.

Fuente: El Eslabón

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