Con los números de las elecciones de este domingo, Mauricio Macri o Cambiemos se impondría en 2019 aunque no podría evitar un balotaje con Cristina Fernández de Kirchner y Unidad Ciudadana, la referencia opositora que más votos cosechó.

Decimos hoy, porque hay numerosas variables que se deben desplegar en los próximos dos años, muchas de las cuales no sabemos cómo se resolverán. Hoy, la ex presidenta, guste o no, es la opositora con mayor cantidad de votos.

También es cierto que hoy, nadie duda de que si hubiera elecciones a presidente, ese hipotético balotaje lo ganaría Macri o Cambiemos. Hoy –por el resultado electoral y por la construcción de poder, por la expresión de liderazgo de un bloque hegemónico (que es político-económico-mediático-judicial)–, y por la fragmentación opositora, especialmente dentro del peronismo, el presidente se impondría a cualquier candidato.

Pero quedan unos dos años por delante, tiempo y curso histórico sobre el que también podemos afirmar algunas certezas.

Serán dos años de crudo neoliberalismo en los cuales habrá más primarización de la economía, endeudamiento, apertura importadora y ajuste; por lo tanto mayor destrucción de la industria y el trabajo nacional y, por consiguiente, más despidos, protestas y represión.

De cómo se desenvuelva la resistencia al modelo que se profundizará a partir de este lunes, de cómo se organice, de cómo llegue a ese 2019 el frente antineoliberal, nacional, popular y latinoamericanista que se debería construir, depende el resultado de aquel balotaje imaginario en el que hoy, por los resultados de hoy, los tiene a Macri y a Cristina en competencia. Pero sobre todo depende el destino de la nación y el pueblo argentinos.

No decimos esto para obligar a tragarse a Cristina a quienes quieren y necesitan construir verdadera oposición al gobierno, pero no aceptan a la ex presidenta. Es sólo una lectura posible de la realidad asentada desde el campo nacional y popular. En concreto, los hombres o mujeres que expresen en las urnas, en futuras elecciones, la lucha cotidiana que se va a seguir sosteniendo todos los días, no debería ser materia de discusión en lo inmediato. Es más, eso es algo que ni la agenda de nuestro pueblo, ni la agenda política electoral, nos impone como debate hoy.

Dicho todo esto, de este hoy que tenemos hacia el mañana que necesitamos, lo que debe promoverse desde esta mirada, es un proceso marcado por un espíritu amplio, generoso, que se banque las diferencias, abierto a todas esas corrientes nacionales, populares y latinoamericanas que ponga por encima lo principal sobre lo secundario, para a militar, debatir, organizar y construir la fuerza social y política que resista y enfrente a estos CEOs vendepatria que ganaron las elecciones el domingo.

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