Combo es un club. Un club creativo, dicen sus participantes, pero bien puede ser mucho más: un club de encuentro, de laburo, cultural, hecho para activar lo que sea que tengas ganas de hacer y compartir. Combo queda en Salta al 1200 y funciona hace apenas seis meses. Sin embargo, el lugar ya es referencia para ir a hacer talleres, charlas, ver muestras, pasarse un que otro fin de semana.

“Es la pregunta más difícil”, dice Julio, sentado en el patio de Combo. El arquitecto y muralista de 31 años tiene que explicar qué es ese lugar, por qué es necesario contarlo, qué pasa ahí dentro. Mientras toma café y come dos medialunas, Julio hace el esfuerzo de resumir, pero no puede. “Somos once personas trabajando, todos de distintos palos”, se ataja, y empieza a enumerar. En Combo hacen diseño, fotografía, serigrafía, arquitectura, carpitenría, diseño web, diseño de modas, interfaces, animaciones, producciones audiovisuales. “Un poco de todo eso”, resume.

El espacio de Salta al 1200 bien podría haber entrado en la categoría de espacio de coworking, tan de moda en estos años. Sin embargo, la apuesta va más allá: no es sólo un espacio colectivo de trabajo, sino también espera funcionar como una productora, fusionando el conocimiento, herramientas y capacidades de cada uno. “Tenemos espacios de uso colectivo para el trabajo diario, pero la idea también es compartir y trabajar desde lo interdisciplinario. Contamos entre nosotros, nos ayudamos, abarcamos lo más posible entre todos. Va más allá de compartir el laburo. Por eso le pusimos club. Somos socios, el club nos pertenece a todos y nos enriquecemos con la data que tiene cada uno desde su producción y formación”, explica Julio.

Combo es un espacio de tres niveles con pocas separaciones y mucha luz de sol. “Cuando encontramos este lugar flasheamos”, dice Julio, desde el patio de esa casa, también segunda casa de la mayoría. El lugar funciona desde mayo, y Julio, con orgullo, cuenta que llevó mucho tiempo construirlo. “Todo lo hicimos nosotros”, dice sonriendo. Desde el mural verde del patio hasta los muebles: todo es obra de las once cabezas puestas a trabajar juntas. El espacio está divido en niveles, no oficinas: uno para el laburo más manual y analógico, como la carpintería, serigrafía, pintura; otro para los trabajos más de oficina; y otro espacio de usos múltiples destinado a que haya siempre “movidas”, desde talleres, hasta muestras, proyecciones o el show del historietista Gustavo Sala. Mientras Julio describe y señala, un taller de producción musical oficia de banda de sonido de la entrevista.

El espacio se va habitando y mutando con el paso del tiempo. Encuentra su forma, surgen nuevas necesidades, progresa, encuentra su perfil. Y de a poco, nadie quiere irse. Contar qué es Combo es para Julio y sus compañeros y compañeras, contagiar la idea, que se replique la posibilidad de encontrarse, compartir herramientas, laburar con el otro haciendo lo que a cada a quien le gusta. “Cuando uno decide trabajar de lo que le gusta de manera independiente, y más en estas épocas, es más difícil bancarse. Pero cuando hay una red de de gente que hace lo mismo que vos, nos vamos salvando. Generamos nuevos vínculos, se abren otros proyectos, todo se vuelve más interesante y creativo”.

Fuente: El Eslabón.

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