El Encuentro Nacional de Estudiantes Evita se desarrolló los días 4 y 5 de noviembre, en Tigre, provincia de Buenos Aires.

En la isla de Tigre nos esperaban a 400 estudiantes secundarios, terciarios y universitarias con banderines y banderas; con un primer grupo de compañerxs que había descargado agua, comida y colchones; compañerxs de las cooperativas de Florencio Varela que acondicionaron las cabañas y las pintaron de celeste y blanco, parecía que la isla volvía a ser un lugar donde se respira esperanza.

El día radiante nos acompañaba con una cumbia de fondo, mientras iban llegando lxs jujeñxs y lxs del sur; lxs tucumanxs haciendo amistad con lxs santiagueñxs; algunxs con 13 años de ilusiones; lxs que se aguantaron viajar un día entero y lxs sanjuaninxs y riojanxs que se ganaron el premio al esfuerzo y sortearon todos los obstáculos para poder estar; nada podía impedir el Encuentro Nacional de Estudiantes. La decisión de hacerlo era firme: en momentos donde reina la incertidumbre, el miedo y la inercia política, debemos oponer espacios de participación, de creatividad, de mayor organización para salir del laberinto por arriba.

Pasado el mediodía, junto a Emilio Pérsico (Secretario general del Movimiento Evita) empezábamos a pensar y a discutir nuestro rol como jóvenes y el de un movimiento estudiantil que sea protagonista en este momento sombrío por el cual atraviesa nuestra patria y el resto de Latinoamérica.

Quienes crecimos al calor de los gobiernos populares hemos aprendido que la voluntad, el amor y la organización como forma política de la solidaridad, son capaces de transformar la realidad. Pero también asumimos una derrota electoral que debe ser una bisagra en nuestra forma de construir, en los métodos, en la manera de interpelar a la sociedad; tenemos la responsabilidad de cambiar todo lo que deba ser cambiado para parir un proyecto de país que resuelva los problemas actuales; que piense en el medioambiente, en la reforma agraria y la soberanía alimentaria, en el nuevo mundo del trabajo y la economía popular, en la lucha feminista, en los anhelos de los jóvenes.

En un mundo donde la hartamente mentada posverdad despunta, no hay que comerse el chamuyo del “fin de la historia”, y de que este sistema nefasto que descarta y empuja a nuestro pueblo a la miseria es imbatible. Hoy somos nosotrxs, lxs jóvenes y estudiantes, quienes tenemos el desafío y la obligación de hacerle frente. Contamos con algunas ventajas, sabemos mucho de sus secretos: el capitalismo sostiene su hegemonía sobre nuestra hiper estimulada individualidad, la meritocracia y el egoísmo. Por eso hay que responder enérgicamente en contraposición a esos valores, fundiéndonos en la construcción colectiva y en los sueños que nos movilizan.

En nuestras mochilas llevamos orgullosamente junto a nuestros cuadernillos, manuales y apuntes, la rebeldía de nuestrxs compañerxs que dejaron la vida por un mundo mejor; a lxs estudiantes del Cordobazo; al incansable fervor de las madres y abuelas de plaza de mayo por la verdad, memoria y justicia; a Maxi y Darío cortando rutas en medio del estallido; a las mujeres copando las plazas por Ni Una Menos; a la experiencia de los gobiernos populares y patriotas latinoamericanos que a lo largo de toda nuestra historia regaron este suelo fecundo de gloria inmortal.

Nuestra generación tiene la responsabilidad no solamente de pelear para defender lo conquistado sino también de pensar y construir ladrillo a ladrillo el futuro de nuestra Patria. No podemos resignar nuestra rebeldía juvenil a la nostalgia de lo que ya pasó. Debemos construir lo que viene, para enamorar nuevamente a nuestrxs hermanxs y gestar una nueva mayoría que nos permita alcanzar la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.

Inventamos o morimos. La crisis paraliza, lxs estudiantes se mueven.

* Responsable nacional del Frente Estudiantil Evita.

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