Un torneo de Seven que se realizará el fin de semana largo de diciembre en La Plata, recordará a las 120 víctimas del terrorismo de Estado, a quienes unía el compromiso social y el amor por el deporte de la ovalada.

La sistemática desaparición de personas perpetrada por la última dictadura cívico militar dejó 30 mil desaparecidos, por más que algunos partidarios oficialistas pretendan achicar el número. De esos, según lo recopilado hasta el momento gracias a una tremenda investigación que inició la sanjuanina Carola Ochoa, 120 tienen en común el amor por el rugby. De ahí nace este II Torneo homenaje a los rugbiers desaparecidos, que se desarrollará el 9 y 10 de diciembre en el Campo Deportivo de la Universidad Nacional de La Plata. Es que aquella ciudad es la que más víctimas fatales de este deporte aportó a esa triste cifra. “El deporte no puede estar aislado de lo que ocurre en la sociedad”, reflexiona el santafesino Matías Dalla Fontana, ex Puma y uno de los organizadores de la movida, junto con el platense Germán Fisser, psicólogo social y con pasado amateur en este deporte, que se suma a la charla con el eslabón, remarcando que “el objetivo es rescatar estas historias y conocer por qué esto ocurrió con el rugby”.

Presentes

Bajo la capitanía de Guillermo Pujol, entrenador de la Selección de rugby universitario, y el Chapa Eliseo Branca, ex CASI e histórico jugador del Los Pumas –quien incluso en democracia integró la lista del famoso clan Puccio, ya que era amigo de Alejandro– el fin de semana largo del 9 y 10 de diciembre se realizará la segunda edición de este certamen homenaje, cuya actividad incluirá en el Colegio Nacional de La Plata un plenario y varios talleres, entre el que se destaca Rugby, Memoria y Derechos Humanos, “en el que se trabaja el concepto de memoria, la identidad de los rugbiers desaparecidos, sus historias, sus luchas sociales”, según revela Fisser. “En esa instancia se debate, se dialoga, se hacen propuestas sobre los distintos ámbitos en los que el deporte puede tejer con la construcción de la verdad y la memoria, con proyectos sociales de inclusión y cómo el rugby puede aportar a todo esto”, agrega Dalla Fontana, también psicólogo, docente y fundador en la capital provincial del Proyecto Deporte Solidario, que busca incentivar a pibes y pibas de barrios más vulnerables a la práctica deportiva.

Además, el ex jugador destaca “la pluralidad” de la convocatoria, que reunirá entre las dos H y sus alrededores a deportistas y familiares de los desaparecidos “para vincular el deporte con lo que ocurre en el conjunto de la sociedad”. Y remarca: “El mensaje central de la organización es que el deporte no puede estar aislado de lo que ocurre en la sociedad sino que tiene que ser un elemento ordenador de la comunidad, un pilar más de la organización comunitaria. El espíritu es que el deporte se entienda, y los deportistas nos entendamos, como constructores de una comunidad y no sólo como buscadores de resultados”.

Carola capitana

A la hora de mencionar a la principal impulsora de toda esta movida, esa que las pide todas sin importar el contexto, Matías Dalla Fontana y Germán Fisser no dudan en entregarle la cinta a Carola Ochoa, quien confeccionó el registro de los rugbiers desaparecidos. “Ella hizo un poco de alma mater para dar impulso a esta organización”, admite el santafesino. “Es nuestro motor en este laburo, porque se recorrió todo el país”, coincide el platense, que recuerda el primer contacto con la sanjuanina: “En 2015 yo integraba el Ensenada Rugby Club, que es un proyecto social de inclusión, por donde ya han pasado unos 1500 chicos. Ahí se puso en contacto con nosotros esta mujer, con una locura hermosa, que venía intentando generar algún acto de memoria y reconocimiento a esa franja de la juventud de los años 70 que dieron la vida por el otro”.

A la hora de indagar e investigar en esta materia, Germán también destaca el laburo de Julián Axat, “un abogado de acá que trabaja mucho con jóvenes humildes y quien comenzó a rescatar la historia y la memoria de los compañeros en el marco de La Plata Rugby Club, que en principio tenía 12 casos, pero después de varias investigaciones ya alcanzan los 20 casos”. Es que la historia de esa institución manchada de sangre tras la desaparición de esos militantes políticos y deportistas, marcó un fuerte precedente que luego alcanzó a distintos clubes del país, como los rosarinos Maristas, Duendes, Plaza, Jockey, Old Resian, Logaritmo, Gimnasia y Esgrima, Universitario, Sagrado Corazón y Tacuara. “Es un triste récord el de La Plata Rugby Club, en el que un plantel entero prácticamente fue diezmado, desaparecido”, lamentó el ex Puma.

Golpe al rugby

“Lamentablemente el deporte, y el nuestro principalmente, fue duramente castigado durante la dictadura”, señala Matías con un dejo de tristeza, y enseguida se levanta: “Lo que se trata de hacer ahora es construir una Argentina de hermandad y que tiene que hacerse sobre los pilares de la verdad y la justicia”.

Germán Fisser, a su turno, intenta buscarle una explicación a esta situación en la que varios jóvenes abrazaron la pelota ovalada de este deporte considerado de elite, como lo hicieron con los distintos ideales contra esa feroz dictadura. “Esos 120 desaparecidos formaron parte de una generación que venía del Cordobazo, del Mayo Francés, del Che Guevara, con los movimientos sociales en alza. Eran chicos de clase alta, pero en esos momentos la educación privada no estaba tan difundida como ahora, así que inmediatamente la mayoría ingresaba en la universidad, que era un ámbito que se manejaba en ese contexto”, arranca este hombre de 45 años, y continúa: “Lo que pasó en general fue que estos chicos que pudiendo acceder a una vida de lujos y comodidades, elegían proletarizarse, militar, y se iban a vivir a un barrio y empezaban a trabajar en fábricas como operarios, que bien podrían ser las fábricas de padres de sus amigos. Y así iniciaban una militancia sindical en mucho de los casos”.

Por último, quien vistió gran parte de su trayectoria la remera del CRAI (Club de Rugby Ateneo Inmaculada), de la Unión Santafesina de Rugby (USR), reconoce que “transitamos un mundo complejo y una Argentina compleja, y lo que uno puede hacer para participar activamente de la historia es encontrarse con el que uno tiene cerca, lo que algunos le llaman el microproceso: lo que uno puede transformar en el día a día, en el pago chico, en el lugar propio”.

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Un comentario

  1. Ernesto

    15/11/2017 en 18:57

    Buena la nota, el otro lado del rugby, cuando la sensibilidad social cruza frontera de clases.

    Responder

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