El ex presidente y millonario Sebastián Piñera, que ya ejerció la primera magistratura entre 2010 y 2014, obtuvo el 36,6 por ciento de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias del domingo 19 en Chile, y definirá en segunda vuelta el 17 de diciembre con quien obtuvo el segundo lugar, el periodista y senador Alejandro Guillier, de Nueva Mayoría (NM), que representa la continuidad de la actual presidenta Michelle Bachelet, y que cosechó el 22,7 por ciento de los sufragios.

La agrupación del candidato oficialista está formada por socialdemócratas, socialistas y comunistas. Hasta abril, también la integraba la Democracia Cristiana (DC), uno de los partidos más grandes de Chile y de esa alianza.

La sorpresa la dio la izquierda, que sacó muchos más votos que los que señalaban las encuestas, y que se convertirá en el gran árbitro de la segunda vuelta. Beatriz Sánchez, por el Frente Amplio (FA), ocupó el tercer lugar, pero pisándole los talones a Guillier, algo que nadie esperaba, con el 20,3 por ciento de los votos. La agrupación que respalda a Sánchez está conformada por organizaciones sociales, feministas, verdes y humanistas, entre otras.

El FA fue el dato nuevo, la gran novedad. No es la primera vez que una tercera fuerza de izquierda ocupa el tercer lugar tras el tradicional bipartidismo. Se verá si esta vez no se diluye y puede hacer valer sus votos, y sobre todo la fuerza y la experiencia de lucha adquirida en las movilizaciones en las calles, en función de una lógica ajena a las estructuras de los partidos tradicionales.

La apatía, el desencanto y la anti-política también fueron protagonistas. Votó apenas el 46 por ciento del padrón. El bajo nivel de participación es una tendencia que se viene verificando en Chile desde 2012, cuando el sufragio dejó de ser obligatorio y comenzó a registrarse el nivel de participación más bajo de América latina y el cuarto más bajo del mundo. En las elecciones municipales de octubre de 2016, fue de un 34 por ciento, la más baja de la historia de la democracia chilena.

Los analistas hablan de crisis de representatividad asociada al avance del poder de las corporaciones sobre los procesos de construcción colectiva. Las organizaciones sociales, los organismos de derechos humanos, los estudiantes, los trabajadores organizados y los partidos de izquierda están de pie, militan y siguen luchando. Pero estos procesos no tienen un correlato directo sobre el proceso electoral. El fenómeno se verifica sobre todo en los jóvenes, que si bien participan muy activamente en las calles y otros ámbitos de lucha, optan por la abstención.

Definición de zurda

Los votos del FA serán decisivos para definir quién será el próximo presidente de Chile. Pero no será fácil sumar los votos de la izquierda a los de Guillier, al menos no todos. Las negociaciones ya comenzaron, pero serán arduas. El FA está formado por once agrupaciones. Algunas de ellas están dispuestas a dialogar con Guillier. Otras, en cambio, consideran esto una traición, y rechazan de plano todo acercamiento a los partidos tradicionales.

Muchas de las agrupaciones que integran el FA son movimientos sociales, estudiantiles, gremiales, de género y ecologistas, entre otros, que crecieron al calor de las luchas contra las políticas de la primera presidencia de Piñera (2010-2014) y la posterior gestión de Michelle Bachelet, y no están dispuestos a cerrar pactos con quien reivindica las políticas de la mandataria.

“Vamos a ir a una conversación”, aseguró Sánchez, quien a la vez venía diciendo que “no pedirá a su gente que vote a Guillier”.

Pero la postura oficial del FA se conocerá el 29 de noviembre. “Hasta entonces, cada uno de los partidos y movimientos que conforman el bloque deberán tomar su decisión con sus bases mediante el mecanismo que estimen conveniente”, señalaron fuentes de esa agrupación tras una reunión de dos horas.

“La convocatoria (para definir la postura en torno a la segunda vuelta) aquí es una conversación de cara a la ciudadanía, como lo anuncié desde un principio, eso no se va a hacer entre cuatro paredes. Queremos una conversación amplia, no solamente con las personas que pertenecen a las orgánicas del FA, sino a los que hoy día se consideran, como yo por ejemplo, independientes frenteamplistas”, señaló Sánchez al portal de noticias de Radio Cooperativa de Chile.

La organización que sí apoyará a Guillier es la Democracia Cristiana (DC). Carolina Goic, candidata de la DC, obtuvo el 5,9 por ciento de los votos. Hasta abril, la DC, uno de los partidos más grandes de Chile y de la concertación gobernante, formó parte de la agrupación NM, pero luego la abandonó. Ahora estaría dispuesta a volver a apoyar a Guillier.

El diputado Matías Walker, flamante presidente de la DC, anunció su apoyo sin condiciones a la candidatura de Guillier para la segunda vuelta. “La Democracia Cristiana reconoce y valora el inmenso esfuerzo desplegado por nuestra candidata presidencial, la senadora Carolina Goic, quien llevó por campos y ciudades de nuestro país la propuesta de todos los democratacristianos”.

Walker sostuvo que dada la condición de partido de centro izquierda y “conscientes de lo que está en juego en la presente elección presidencial, y asumiendo nuestra responsabilidad histórica con el pueblo de Chile, la Democracia Cristiana declara su apoyo a la candidatura de Presidente de la República de Alejandro Guillier”.

También expresó su apoyo a Guillier el centroizquierdista Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista (Pro) y sexto el domingo pasado, con 5,71 por ciento de los votos. Miembro del Partido Socialista entre 1990 y 2009, fue diputado entre 2006 y 2010.​ En 2009 renunció a ese partido para participar como independiente en las presidenciales de ese año, en las que obtuvo el tercer puesto.

“Es el remezón más grande que ha tenido la política chilena desde el retorno de la democracia”, señaló el analista Mauricio Morales, de la Universidad de Talca, con relación a la elección del FA.

Los politólogos recuerdan lo que sucedió en 2009, cuando Piñera le ganó la elección al demócrata cristiano Eduardo Frei, que no logró el apoyo del izquierdista Marco Enriquez-Ominami, que había obtenido un 20 por ciento. Enriquez-Ominami se negó a negociar en ese entonces con Frei, y eso le permitió a la derecha llegar a La Moneda tras 50 años. Los analistas se preguntan si esta vez ocurrirá lo mismo.

Piñera contra la “campaña del terror” que lo tilda de ajustador

El multimillonario empresario no tiene ahora más remedio que echarse a los brazos de José Antonio Kast, quien reivindica el legado de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) para tratar de sumar los cientos de miles de votos que obtuvo el ultraderechista.

Kast se presenta como la expresión más rancia de la derecha autoritaria, militarista, ultraconservadora. “Neopinochetismo” es el término que se acuñó para caracterizar a quien promete derogar la recién sancionada ley que despenaliza el aborto, propone mandar el ejército “a sofocar el conflicto mapuche” y quiere cerrar la frontera con Bolivia “para terminar con el narcotráfico”.

Piñera viene haciendo malabares para ocultar su condición, su ideología y su programa neoliberal. Durante la campaña, utilizó un artilugio conocido a ambos lados de la cordillera: denunció una campaña del miedo cada vez que sus rivales señalaban su pertenencia, su ideología, su proyecto de país, la dirección de sus políticas.

“Hay algunos que dicen que si gana Piñera se va a apagar el sol, la luna va a dejar de girar en torno a nuestro planeta, es una campaña del terror que muestra no solamente mucha falsedad, sino que muestra mucha desesperación”, señaló Piñera. “Creen que asustando a los chilenos con mentiras van a ganar esta elección, pero se equivocan”, agregó el ex mandatario y candidato.

En su primera presidencia, el empresario instauró una verdadera ceocracia que dio lugar a gran cantidad de denuncias por el uso de información privilegiada en beneficio de sus empresas, entre otras maniobras para hacer negocios a costa del Estado.

Piñera anunció que quiere recortar el gasto público echando empleados estatales y recortando programas sociales. Además, quiere frenar los muy tímidos avances realizados a favor de la gratuidad de la educación durante la gestión de la actual presidenta Bachelet. Tampoco va a dejar en pie otros derechos, por ejemplo, está dispuesto a oponerse al proyecto, impulsado en el Congreso por Bachelet, para que los matrimonios igualitarios puedan adoptar. Asimismo, piensa introducir cambios en la ley de aborto.

“En el tema de los valores y de los principios nuestra opción tiene un compromiso con los valores de la vida, de la familia y de los valores del humanismo cristiano. Eso es lo que nosotros representamos, de eso se tratan los tiempos mejores”, señaló Piñera tras la primera vuelta.

La intención del multimillonario es clara: congraciarse con sectores ultraconservadores y pinochetistas. Necesita de sus votos para volver a instalar una ceocracia, un país “atendido por sus propios dueños” que haga babear de gusto a todos aquellos que militen por la desigualdad, el elitismo y la exclusión.

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