Otra vez las mujeres marchan. Otra vez un 25 de noviembre. Y la bandera contra la Violencia de Género sigue tan vigente, tan fuerte, tan necesaria, como cada vez, como cada año. Lo que cambian son las formas. Este año, por ejemplo, la movilización arrancará en la plaza Montenegro, a las 16.30, y culminará en el Parque España con un festival. Esta vez, como cada año, la movilización viene con más potencia, porque el movimiento de mujeres se fortalece y crece por todos los frentes: más pibas y más señoras, más reclamos, más denuncias, menos miedo. Y entre las protagonistas emergen las chicas que son el futuro: las estudiantes secundarias que piden por la Educación Sexual Integral (ESI) y mejora en las condiciones edilicias en sus escuelas, que marchan junto a sus docentes, que se plantan contra el Operativo Aprender. el eslabón dialogó con cuatro de ellas para preguntarles qué pasa en las aulas y en la calle desde la perspectiva adolescente, cómo pelean contra la violencia de género y cómo las atraviesa el crecimiento del feminismo en las calles.

“Decirme feminista es muy fuerte para mí”

“Mucha gente piensa que las feministas son las que quieren la muerte del macho”, dice Milagros Martínez. La joven tiene 17 años, es alumna de la escuela Gurruchaga y milita en el Movimiento de Unidad Secundaria (MUS). Para Milagros, la clave de la lucha contra la violencia de género está ahora en seguir repercutiendo. La joven cuenta que, si bien el debate tiene visibilidad, falta y es necesario romper con eso: con pensar que las actividades que se organizan son para incentivar masacres a varones. “Intentamos hacer talleres pero o no asiste mucha gente o mucha gente piensa que las feministas quieren la muerte al macho y todo eso. También hay una parte que apoya, pero no se sienten en esa lucha”.

Milagro milita en MUS, Candela y Clara, en la Feser. | Foto: Andrés Macera.

Milagros cuenta que en su Centro de Estudiantes aún no hay comisión de género, pero sí se hicieron actividades, “cosas mínimas”, y que es necesario que crezcan. El ejemplo que da es clave: lo que más se siente entre las pibas es el acoso callejero, pero a la vez, a falta de debate, es muy difícil todavía reconocer otros tipos de violencia y discutirlas.

La joven milita desde que entró en la secundaria. Esa fue la clave, el quiebre. “Fue un click importante. Ví el Centro activo, sentí muchas cosas como adolescente”. Y en eso entra el género, el feminismo, la perspectiva de mujer. Milagros habla de la lucha contra la violencia hacia la mujer como una lucha suya, propia, que siente en todo su cuerpo, más allá de todavía no considerarse feminista. “No por el término, sino porque es muy amplio y no lo conozco todo, no estudié todo. Decirme feminista, es muy fuerte para mi. La lucha, sin embargo, es mía igual: porque soy mujer y lo vivo como mujer, siento que esta lucha es mía y tiene que ser todo el tiempo”.

“Es importante que nos organicemos como estudiantes y reclamemos por la ESI”

Renata Labrador es presidenta electa del Centro de Estudiantes del Normal Nº1, y encabezó una lista en la que la mayoría son mujeres. “Buscamos siempre concientizar a todos y a todas sobre la Ley de Educación Sexual Integral. Ese es nuestro reclamo principal. Después, y a partir de talleres y actividades, empezamos a debatir sobre las problemáticas que nos atraviesan como mujeres”.

Renata, de la FES. | Foto: Andrés Macera

Renata remarca que el acompañamiento desde la escuela depende de cada docente. Aportan días y horarios para realizar actividades, pero no mucho más. “Todo lo que queremos hacer, tenemos que incentivarlo nosotros. No sale de ellos, no es que planean actividades al respecto. No es algo que surja desde el Ministerio tampoco”.

“Me parece que es importante que primero nos organicemos como estudiantes, y segundo, reclamemos la Ley ESI, porque es algo que nos corresponde, es nuestro derecho y ahora no se está cumpliendo”, apunta la joven. Y también hace hincapié en la cotidianeidad, lo que viene de afuera: “También necesitamos replantearnos los micromachismos que tenemos, que nos imponen desde que nacemos, y que después los mismos chicos con los que estamos compartiendo el aula pueden llegar a reproducir, gritándole cosas a una chica por la calle u obligándola a estar con ellos. Obvio que hay que tener en cuenta un montón de factores, pero de todos modos es en la práctica donde tenemos que ver esas deconstrucciones, que ellos puedan darse cuenta de las cosas en que están favorecidos por ser hombres y tengan la capacidad de relegar eso, acompañando la lucha feminista y no ser parte del machismo”.

“Los derechos de las mujeres son derechos humanos”

Candela Robles tiene 14 años y es secretaria de Derechos Humanos del Centro de Estudiantes del Superior de Comercio. Ya desde séptimo, sexto grado, pensaba en los Centros de Estudiantes y qué podía hacer desde ahí. Participar fue una de las primeras cosas que quiso hacer cuando puso un pie en la secundaria. Y lo hizo, haciendo de todo. Después, cuando se armaron listas, quedó en la Secretaría de Derechos Humanos. Para Candela, el cargo es lo de menos: “No hace falta para hacer cosas. Todo es política. Y en eso entra la lucha contra la violencia machista. Los derechos de las mujeres son derechos humanos y negarlo tiene que ver con una posición política”.

Y en ese sentido, Candela también va má allá del área específica de género de su centro. “Creo que la violencia contra las mujeres es un tema que nos interpela a todos los secundarios, porque hay muchas situaciones que vivimos todos los días, dentro mismo de la escuela. No es violencia física, pero sí en muchos casos son los mismos profesores y profesoras que hacen comentarios; lo mismo que nos pasa cuando caminamos por la calle. Como mujeres y como estudiantes, sentimos todos los días ese acoso”.

La clave es que el centro de estudiantes genere el espacio de contención necesario: aprender a denunciar, reaccionar y comunicarse. “La idea es poder generar ese lugar para que se sientan acompañados y acompañadas. En ese sentido hay que remarcar que la Ley de Educación Sexual Integral es clave en la campaña contra la violencia hacia las mujeres. Tenemos unos cuantos proyectos para el próximo año con la intención de capacitar a todo el cuerpo docente. Nuestra intención es ayudar a que dentro de la escuela se hable del tema, porque sabemos que si esperamos que salga desde los profesores o directivos va a ser muy difícil”.

“Si el futuro no se encarga de esta cosas, puede pasar cualquier cosa”

Clara Avetta vuelve a lo mismo: el acoso callejero es lo que más se sufre, es parte del click. El combo adolescente viene con eso, empezar a salir sola a la calle y vivir en cada cuadra una situación desagradable. “Me hizo dar cuenta que había que luchar en ese sentido”. Clara tiene 16 y milita en el Centro de Estudiantes de la escuela Nigelia Soria y en el espacio de secundarios de Nuevo Encuentro. “Para mí es súper importante el feminismo y estar contra la violencia de género. Y me parece que está buenísimo que lo encaremos desde los secundarios, porque como se dice, somos el futuro. Y si el futuro no se encarga de esta lucha puede pasar cualquier cosa”.

El espacio de asesoría de género del Centro de Estudiantes de la Nigelia surgió como espacio para poder brindar información y contención entre pares. “Es un poco difícil que se acerquen, está la vergüenza de contar algunas cosas. Nosotros tenemos una mesita con folletos, preservativo, cuestiones de higiene, para informarse”. Clara explica que la mayoría de los docentes están de acuerdo y contentos con el trabajo que hacen las estudiantes. Sin embargo, destaca que si la discusión está, es porque los y las militantes la impulsan. “Por eso necesitamos la ESI”, aclara.

La masiva marcha de Ni Una Menos del 3 de junio de 2015 fue, para Clara, el quiebre personal y dentro de la escuela. “Antes, la discusión no se daba. Y costó un montón empezar a darla, porque estaba esa negación por toda la sociedad. Pero dimos charlas, hicimos actividades artísticas y empezó a ser todo más continuo, fluido. Sigue costando, pero de a poco se va afianzando”. Clara remarca que esa marcha también la cambió a ella. Antes, las situaciones “de mierda” por la que pasaban sus amigas, la chocaban; después de movilizarse todo el país, la cosa cambió. “Fue el click para empezar a luchar”.

Más notas relacionadas
Más por Laura Hintze y Soledad Pascual
Más en Ciudad

Dejá un comentario

Sugerencia

Que no nos agarre la noche

Yo no sé, no. Estábamos reunidos junto al sendero de bicis, pegado al arco de cilindro que