Yo no sé, no. Pedro se acuerda que una vez ganaron un torneo gracias a un pibe que llegó justo, porque ya empezaba y faltaban jugadores. No era un gran jugador, pero como ganaron, y con lo justo, al toque le pusieron Justiniano. Fue tan fuerte el sobrenombre que le pusieron que hasta la tía, con la que vivía, le empezó a decir: “Justiniano, no te vayas lejos y volvé temprano”.

Después hubo otro campeonato en el oeste –dice Pedro–, por Godoy, cerca de donde hoy están las antenas de Canal 3, y que en esa época había un par de canchitas. Y como uno de los nuestros había manoteado un libro de Historia de la hermana, y había estudiado al emperador Justiniano, del imperio oriental, bizantino, de Roma, lo llevamos al Flaco, porque le había ido bien en la historia. Y nos fue bien. Y se hizo justicia, porque dimos vuelta un par de partidos que a pesar de estar jugando bien los estábamos por perder.

En el barrio, cuando te preguntaban cómo andabas de plata, uno respondía “justiniano”, porque nunca nos sobraba nada. Y en las transmisiones de las carreras de automovilismo, que se escuchaban en la radio los domingos, cuando nombraban a Justiniano Posse nos acordábamos del Flaco.

El padrino de Pedro le contaba que antes que volviera el General estaban por hacer una pintada de “luche y vuelve” pero no llegaba el tipo que traía el tacho con pintura. Hasta que apareció, y el responsable del grupo le dijo: “Llegaste justiniano”, porque se ponía peligrosa la cosa. El país estaba para atrás y las paredes pedían justicia y que vuelva la democracia. Que vuelva el pan a la mesa, las libertades universitarias y el poder adquisitivo a los bolsillos. Y volvieron. Y vaya que volvieron. Y duró lo que duró. Después retrocedimos, como si nos faltara ese Justiniano en el equipo, ese golpecito de suerte. Por eso ahora –dice Pedro– hay que ir a buscarlo. Y recuperar los espacios de memoria, la voluntad del zapateo en la calle. Quizás aparezcan cientos de Justinianos y demos vuelta la cosa. Demos vuelta el partido para que vuelva la justicia, metiendo en cana a los milicos de la dictadura, el laburo, el sueldo de la gente, las jubilaciones, la justicia a los pueblos originarios. Que vuelva todo, aunque estemos más justinianos que nunca.

Fuente: El Eslabón.

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