Yo no sé, no. Pedro me hacía acordar a la última canchita que estaba más cerca de Avellaneda, esa que apareció cuando retrocedió el tambo y desapareció la quinta que estaba por ahí. Y era una cancha que la mirábamos con recelo. Acá nos van a chorear, decíamos. Nos van a chorear el resultado.

Fuimos a practicar unos días antes de un torneo y la primera pelota que cayó cerca de las casillas, la devolvieron al toque. Y Pedro pensó que no podía ser gente fulera alguien que te devuelve la pelota al toque. No andaban con vueltas, como los vecinos aquellos a los que les tenías que rogar o los otros que no te la devolvían nunca más.

Ese era un pedazo de barrio casi conurbano, en aquel tiempo de Rosario donde aparecían familias de todas la provincias. Casi usurpando pedacitos de montañitas para poner un poco de chapa y así hacer una casilla. No tenía ni vereda ni nada. Había que subir y bajar esa montaña resbaladiza de tierra colorada que era insegura de noche, de día, con sol o con lluvia. Y esos tipos van y te devuelven la pelota al toque. Y para diciembre siempre parece que va a pasar algo raro por ahí, se rumorea eso.

Pedro se acuerda cuando los pibes de la militancia del barrio, con los de la Juventud Peronista, peleaban en todos los terrenos para subirse a un sueño colectivo y frenar ese saqueo que venía de 100 años atrás en la Argentina. Y hasta ganaron unas elecciones en una vecinal. Hasta que aparecieron los tiros, la violencia, y los saqueadores en su máxima expresión. Saqueadores de vidas, de futuros, de la economía, como Martínez de Hoz, o más acá en el tiempo Cavallo.

Pedro sabe que el saqueo comenzó hace mucho. Todas esas casillas eran producto del saqueo que se producía lejos de acá. Le saqueaban a gran parte del pueblo la posibilidad de tener sueños.

Ese saqueo que había comenzado antes, ahora sigue, dice Pedro. Quizá lo pudimos haber frenado a mediados de los 70. Pero no se pudo. Unos años atrás se atemperó, y de alguna manera no se retrocedió tanto. Y ahora, en diciembre, cuando los vecinos se acomodan para pasar las fiestas, el rumor de esa palabra aparece de nuevo.

Y por ahí están dadas las condiciones, porque hay gente que estaba mal y de pronto está peor, después del saqueo. Y eso es porque los que cogobiernan, los saqueadores de siempre, no te devuelven la pelota. Esa con la que jugábamos en el partido de los sueños. Hay que aguantar. En una de esas empezamos a recuperar pelotas y sueños perdidos y frenamos el saqueo.

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