La colombofilia es el arte de criar y adiestrar palomas mensajeras para competir en carreras de velocidad. En Argentina, sus seguidores realizan competencias semanales y matriculan unas 150 mil aves al año.

Según la Federación Colombófila Argentina (FCA), la llegada en 1886 de dos ciudadanos belgas al país, más precisamente a la localidad bonaerense de Zárate, marca el inicio de esta particular disciplina en este rincón del mundo. En realidad, desde hacía varios años el Ejército Nacional ya criaba esa raza de aves que posee una capacidad innata para regresar a su palomar cuando se le deja en libertad a casi cualquier distancia del mismo, para utilizarla como arma estratégica de comunicación en épocas del telégrafo.

La FCA fue fundada en 1926, por decreto del presidente Marcelo T. de Alvear, y el 26 de agosto de 2015, durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, las competencias con palomas mensajeras de carrera adquirieron el carácter de “deporte nacional”, gracias a la promulgación de la Ley 27.171.

Yo tenía una palomita

“Mi viejo lleva 70 años de colombófilo y yo arranqué con esto en 1980”, dice desde Pigüé Ricardo Trotta, titular de la Sociedad Colombófila de esa localidad del sudoeste bonaerense. “Esto, más que un deporte, es un sentimiento”, sentencia Ricardo, y argumenta: “Desde que los padres ponen los huevos hasta la crianza del pichón, la educación, el momento de mandarla a correr, la forma en que querés al animal, y la emoción que sentís cuando después de largarla a cientos de kilómetros llega sola a tu casa, es una satisfacción enorme. Además hay mucho compañerismo entre quienes nos dedicamos a esto”.

“La paloma vuelve desde cualquier lugar que la largués, a su casa. No es que la mandás desde tu casa hasta donde vos querés”, aclara este ex zaguero central del fútbol amateur de su ciudad natal que no tuvo la misma suerte que su primo hermano Roberto, quien brilló en Vélez y River; y detalla: “Después, la forma de prepararla está en cada uno y si la querés perfeccionar para que, además de traer el mensaje, lo haga lo más rápido posible para competir. Hay palomas para carreras de medio fondo, hasta 500 kilómetros, de fondo, que son unos 900, y de gran fondo, que llegan a superar los 1000”.

Ricardo destaca que “a pesar de que hubo grandes avances tecnológicos y científicos, aún no se pudo comprobar a ciencia cierta cómo se orientan las palomas”, pero arriesga: “Uno calcula que es gracias a la ubicación del sol, por el eje terrestre, y esa idea se reforzó el año en que se produjo el gran tsunami, que los expertos aseguraron que se corrió el eje terrestre, y que en las competencias hubo grandes pérdidas de palomas”. En cuanto al entrenamiento, Trotta señala: “La entrenás físicamente en tu casa, vareándola, o sea largándola para hacerla volar una hora, hora y media, para que la paloma agarre estado físico. Más adelante, la empezás a hacer unas pasadas cortas, de unos 10, 15 kilómetros, y así le vas sumando recorrido y se acostumbra a volver a tu casa, a buscar la orientación que es innata”.

Cucurrucucu

Además de ser el responsable de La paloma mensajera pigüense, Ricardo Trotta es parte de Cooperativa Textiles Pigüé, un emblema de las empresas recuperadas.

“Formamos parte de un circuito, es decir que con un montón de ciudades de acá alrededor corremos compitiendo entre nosotros”, dice, y enumera: “Bahía Blanca, Puán, Saavedra, Coronel Suárez, Carhué, Rivera, Darregueira, Jacinto Arauz, Macachín y Guatraché”.

El día de la competencia, un camión recoge en las distintas localidades a unas 2500 palomas, aproximadamente, y las lleva a un punto en común desde donde se las larga. Cada una, por sus propios medios, vuelve a su casa y la que más rápido lo hace es la que gana.

“Cuando la mandás le colocás el anillo, que viene a ser como el dni de la paloma, en un pata, y en la otra un chip. Cuando llega a tu casa, pasás ese chip por una planchada, que es algo similar a lo que se hace con un código de barra en un supermercado, y en una pequeña computadora queda registrado el tiempo que llevó esa paloma”, explica el encargado del grandioso asado que dio de comer a los 700 asistentes del VI Encuentro Internacional “La Economía de los/as Trabajadores/as”, realizado hace unos meses en las instalaciones de dicha fábrica y del que participó la Cooperativa La Masa, que produce este semanario, y rememora: “Antes le colocaban un anillito de goma y cuando llegaba la paloma, se lo sacabas y lo ponías dentro de un reloj especial que se había creado con ese fin y que registraba en un papel lo mismo que hoy sale en la computadora. Cuando arranqué era así”.

Para determinar al ganador se utiliza la tecnología disponible: “Lo hacemos a través de un GPS y una ubicación satelital donde tenés la longitud y latitud de tus palomares. En coordenadas con el punto de suelta, se saca el tiempo y la velocidad exacta a la que vuela la paloma desde el lugar en que se la largó hasta que llegó a tu casa”.

Un bello palomar

Desde la antigüedad hay noticias de la utilidad de las palomas en las guerras egipcias, griegas, romanas. Y aún hoy, pese a la existencia de los correos electrónicos y el Whatsapp, esas aves viajeras siguen siendo utilizadas en los pasos de información en conflictos bélicos. Incluso, hay algunas de ellas que fueron condecoradas por su actuación en el campo de batalla. A nivel mundial, el primer concurso data de 1820, y la competición más larga en la actualidad es la que une a Barcelona con el norte de Holanda, aproximadamente unos 1100 kilómetros.

“Se corre por categorías. Cuando arrancas corrés con pichones, después corres con las adultas, que son las palomas de 3, 4 o 5 años, y si la cuidas y la tenes entrenada, una paloma puede competir hasta con 8 años”, indica, y abunda: “A una carrera normalmente mandás 20, 25 palomas. Durante la semana vas viendo cuál está mejor para competir, especulás con el clima, si va a haber viento a favor o en contra, si puede llover o no, y en base a eso determinás cuál mandás el fin de semana. Mientras no llueva en el punto de encuentro, a la hora de la suelta, se compite igual”.

Por último, Trotta admite que “donde competimos nosotros, todavía es muy amateur. Hay un trofeo a fin de año y no mucho más. Después hay grandes carreras a nivel nacional, donde se compite por premios en efectivo, de acuerdo a lo que se recauda. Pero a nivel país, un 70 por ciento aproximadamente lo hace de forma amateur”, y concluye: “Es como cualquier deporte, si tenes un poder económico importante, con el que puedas adquirir palomas de los mejores palomares, darle la mejor comida y los mejores remedios, vas a hacer la diferencia. Ahora, si lo hacés como yo, por puro hobby, la satisfacción es que vuelva la paloma y nada más”.

Fuente: El Eslabón.

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