Luego de dos años sin conversaciones, y un 2017 con tensión y cruces de amenazas entre Donald Trump y Kim Jong-un, ambos países se sentaron a negociar y lograron algunos pequeños avances. Los Juegos Olímpicos de Invierno condujeron a otros temas, tanto políticos como militares.

En su mensaje de Año Nuevo, el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, había expresado su deseo de mejorar los lazos con Corea del Sur. Y esta semana, tras dos años sin conversaciones, y luego de un 2017 con varios picos de tensión por las amenazas cruzadas entre el líder norcoreano y el presidente de EEUU, Donald Trump, finalmente tuvo lugar la reunión entre ambas Coreas.

El tema de coyuntura, que operó como el puntapié inicial de las conversaciones, fue la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán en Corea del Sur entre el 9 y el 25 de febrero. Pero la agenda fue mucho más allá, y se trataron cuestiones más profundas que hacen a las relaciones entre los dos países con la idea de bajar la tensión y reducir las hostilidades.

El programa nuclear norcoreano, y la estrategia siempre prepotente de Trump, pusieron a la región cerca del desastre nuclear en varias ocasiones durante 2017.

La reunión de acercamiento, que tuvo lugar este martes 9  en la localidad fronteriza de Panmunjom, del lado surcoreano, puede significar un primer paso, que acaso desactive las hostilidades que pusieron al mundo en vilo.

Ambas delegaciones acordaron restablecer la línea telefónica directa para asuntos de crisis militares, en lo que constituyó un primer gesto de distensión ofrecido por Corea del Norte. Esta vía de comunicación se cortó tras un incidente en 2016.

Corea del Sur solicitó además que se reanuden los diálogos de paz y la desnuclearización de Corea del Norte. Y aunque la respuesta formal de este país fue que “se escuchó atentamente la oferta”, es sabido que Pyongyang no está dispuesto a abandonar su programa nuclear, porque lo considera “una cuestión de supervivencia”.

EEUU tiene 28.500 soldados en Corea del Sur, además de numerosas bases en países vecinos, y continúa con sus ejercicios militares en la zona.

Por su parte, Corea del Norte, solicitó que Corea del Sur detenga las maniobras militares conjuntas con EEUU, ya que las considera “el prólogo a una invasión”.

Además, pidió que se alivien las sanciones económicas que pesan en su contra y que se desarrollen proyectos económicos intercoreanos.

“Creo que dimos un primer paso importante hacia el desarrollo de las relaciones norte-sur”, dijo el jefe de la delegación surcoreana, el ministro de Unificación, Chon Myonung-gyon.

El tema de coyuntura que condujo a la reunión fue la participación de los atletas coreanos en los inminentes Juegos Olímpicos de Invierno, en la localidad surcoreana de Pyeongchang, del 9 al 25 de febrero, pero la agenda bilateral derivó hacia temas mucho más delicados y literalmente más explosivos y relacionados con la tensión armada.

En un comunicado conjunto, y después de 11 horas de reunión, Pyongyang se comprometió a enviar una gran delegación a los Juegos. Además de los atletas clasificados (una pareja de patín artístico), viajarán funcionarios, periodistas, simpatizantes y un grupo de porristas.

Los negociadores acordaron que los atletas desfilen juntos en las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos, y que la Cruz Roja de ambos países organicen durante los Juegos un encuentro entre familias que quedaron divididas por la frontera luego de la guerra, una de las más crueles de la historia, que tuvo lugar entre 1950 y 1953.

La última vez que atletas de ambas naciones desfilaron juntos fue en los Juegos Asiáticos de Invierno de 2007, en China. Pero después las relaciones se enfriaron, sobre todo debido a las políticas de gobiernos los conservadores, títeres de los EEUU, de Corea del Sur.

En este sentido, con la asunción de Moon Jae-e como presidente de Corea del Sur en 2017 se abrió un camino de esperanza. Moon tenía un perfil distinto con relación a los otros presidentes. No era conservador, ni de ultraderecha, ni un genocida al servicio del Imperio. Antes de ser presidente fue un defensor de los derechos humanos, y apenas asumió se propuso una nueva estrategia para lidiar con Corea del Norte, que incluye la posibilidad de un diálogo y la reapertura de relaciones económicas al tiempo. Una posición que nunca fue bien vista por Trump.

Acaso esta primera ronda de diálogo sea el comienzo de un ciclo mayor de conversaciones que quizás logre desbaratar la agresiva estrategia del Imperio para esa región.

Más notas relacionadas
Más por Pablo Bilsky
  • Solidaridad de clase

    Beatriz Introcaso, titular de Coad, habló de la “desazón” en las universidades por las pol
  • Para sembrar la semilla de la memoria

    El Museo municipal de Córdoba y Moreno cuenta con un nuevo espacio destinado a las infanci
  • Alto guiso

    Yo no sé, no. Casi todos esa semana de abril teníamos puesta la cabeza en cómo formar el e
Más en El Eslabón

Un comentario

  1. Ferdidurke

    16/01/2018 en 4:13

    Me alegro que Corea del Sur, halla elegido a un presidente mas humanitario. Menos imperialista (O sea, menos pro-yanki). Eso da una oportunidad a Corea del norte, de vivir mas relajados, por lo menos, en relacion a sus vecinos. Pero no tanto, con los hijps de putas de los yankis.
    Ojalá, que esa esperanza, se convierta en una relacion concreta de relaciones mas sanas entre las dos Coreas.
    OJALÁ!

    Responder

Dejá un comentario

Sugerencia

Cuando las democracias devienen dictaduras

El repertorio de los poderes fácticos para asaltar instituciones se diversificó y compleji