La corrupción es el caballo de Troya de la derecha regional para destruir los procesos que se oponen al neoliberalismo en América latina. Los servicios de inteligencia, las corporaciones transnacionales, la CIA, los medios de comunicación hegemónicos y el Poder Judicial convertido en un poder dictatorial, configuran el nuevo monstruo: el Plan Cóndor modelo siglo XXI.

En cada país tiene sus métodos, sus formas, sus estrategias para hacer añicos la voluntad popular y acumular todo el poder en manos de los representantes de los poderes fácticos.

La corrupción es una realidad que nadie puede negar. Y es un flagelo con el que hay que terminar, obvio. Nadie puede estar en desacuerdo con esto. Justamente por eso, las afirmaciones con las que nadie puede estar en desacuerdo son las más aptas para ser manipuladas y utilizadas con fines ocultos, muy distintos a las buenas intenciones que se manifiestan.

El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, utilizó la corrupción, real, pero a la vez manipulada políticamente, con distintas y convenientes varas, para producir en Ecuador un giro a la derecha y profundizar la restauración conservadora en la región.

Fue virando de a poco. Primero fueron unas señales de alerta, un cambio de estilo. Después se vinieron cambios más profundos, de fondo, que hicieron implosionar la Alianza País, y lo enfrentaron duramente al ex presidente Rafael Correa.

“Conocíamos dos vías de contraofensiva conservadora: la de la victoria electoral de la derecha, en Argentina; y la del golpe, como en Brasil. Ahora otro país, de forma sorprendente, se suma a esa ola: Ecuador”, señala Emir Sader, que en su nota “El viraje conservador de Lenín”, publicada este lunes 29 de enero en Página 12 explica que Ecuador presenta una alternativa distinta: la recomposición conservadora que nace desde adentro de los movimientos progresistas.

Lenín Moreno pegó un giro neoliberal al proyecto inicial por el que lo habían votado.

“Es un mecanismo conocido en la política, así como en otro tipo de instituciones. Alguien que siempre fue segundo de un gran líder, vice, sub, de repente es elegido por ese líder para ocupar su lugar; pero no sólo no se muestra a la altura, sino que termina traicionando el mandato del que había participado y el mandato para el cual había sido elegido. Asimismo, pasa a acusar al líder que lo eligió como responsable de los problemas de su gestión. Hace un gobierno mediocre, burocrático, marcado por retrocesos, como transición para la recomposición de la derecha”, explica el autor con relación al viraje o “traición” de Moreno con respecto al camino trazado por Correa, con quien está ahora enfrentado.

“Es una ruptura irreversible entre dos sectores que han protagonizado juntos la Revolución Ciudadana, proceso que ha trasformado de manera formidable a Ecuador por más de una década. Como es un fenómeno nuevo, no está claro el futuro del país y de la izquierda ecuatoriana. Lo que es cierto es que se ha configurado un nuevo bloque conservador en el gobierno, que recibe el apoyo de la derecha tradicional y de sectores de los movimientos sociales que tenían conflictos con Correa. Mientras que éste y la reconstrucción de un partido que proponga la continuidad de lo que fue su gobierno son claves para el futuro de la izquierda ecuatoriana”, señala Sader.

Es más: la consulta popular a la que convoca Moreno este domingo tiene entre sus objetivos principales proscribir a Correa para una futura reelección presidencial.

Correa lanzó una campaña contra las políticas neoliberales de Moreno, y salió de recorrida por el país.

FÓRMULAS CONOCIDAS: “SE ROBARON TODO” Y “LA PESADA HERENCIA”

En abril de 2017, Moreno ganó la segunda vuelta electoral con el 51,16 por ciento de los votos, derrotando al banquero de derecha Guillermo Lasso, que obtuvo el 48,84 por ciento. Por aquel entonces se pensó que Moreno representaba la continuidad de la Revolución Ciudadana que había encabezado Rafael Correa, es decir la continuidad de las políticas de inclusión social y redistribución de la renta que llevó adelante la alianza PAIS.

Todos los análisis políticos por entonces pensaron que la derecha había sido derrotada, que se había puesto un freno a la restauración conservadora. La realidad fue muy distinta.

Una vez en el poder, Moreno recurrió a dos clásicos de la derecha regional, la ya mencionada corrupción, y el otro gran recurso: “la pesada herencia”. Pocos meses después, Jorge Glas, vicepresidente y hombre de confianza de Correa, fue condenado a seis años de prisión. Glas fue acusado de recibir sobornos por parte de Odebrecht, sin pruebas firmes que lo demuestren, solo en base a la confesión de altos mandos de la empresa que fueron sobreseídos. Glas perdió la vicepresidencia. Ese fue el punto de inflexión. La gran ruptura entre Moreno y Correa, y entre dos proyectos que comenzaron a mostrar diferencias irreconciliables.

En medio de un gran bombardeo mediático, y con el apoyo de toda la derecha corporativa, y de parte de algunas fuerzas progresistas que siempre fueron críticas de la gestión de Correa, Moreno logró imponer la idea de una consulta popular que llevará a la población ecuatoriana a las urnas este domingo 4 de febrero.

La consulta apunta principalmente a anular una posible candidatura de Correa y busca que el Poder Ejecutivo acapare todos los poderes del Estado, más precisamente que vuelva a detentar los poderes que la Revolución Ciudadana había traspasado al Consejo de Participación, máximo exponente de la refundación revolucionaria que produjo ese proceso, que cambió profundamente las estructuras políticas y sociales de Ecuador.

El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social es una entidad autónoma que cumple cinco funciones: la función ejecutiva, la judicial, la legislativa, la electoral y la función de transparencia y control social. Moreno quiere hacerla añicos y volver al statu quo anterior.

La consulta popular consta de siete preguntas, cinco de referendo (se pregunta sobre una norma jurídica ya vigente) y dos de consulta popular (se pone a consideración un tema de carácter general).

Más de 13 millones de ecuatorianas y ecuatorianos están convocados a las urnas electorales para participar.

Las preguntas buscan consultar sobre minería, explotación petrolera responsable, sanciones contra la corrupción de funcionarios del Estado, eliminar la reelección indefinida, evitar la prescripción de delitos sexuales contra menores y el cese de las funciones a los miembros del Consejo de Participación Ciudadana.

La pregunta 2 plantea si “Para garantizar el principio de la alternabilidad, ¿está usted de acuerdo con enmendar la Constitución de la República del Ecuador para que todas las autoridades de elección popular puedan ser reelectas una sola vez, recuperando el mandato de la Constitución de Montecristi, y dejando sin efecto la reelección indefinida aprobada mediante enmienda por la Asamblea Nacional el 3 de diciembre del 2015 (…)?”.

La pregunta 3 apunta contra el organismo más importante de la Revolución Ciudadana “¿Está usted de acuerdo con enmendar la Constitución de la República del Ecuador para reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, así como dar por terminado el periodo constitucional de sus actuales miembros y que el Consejo que asuma transitoriamente sus funciones tenga la potestad de evaluar el desempeño de las autoridades cuya designación le corresponde, pudiendo, de ser el caso, anticipar la terminación de sus periodos (…)?”.

Correa, que tras dejar la presidencia se fue a vivir a Bélgica, volvió a Ecuador para hacer campaña contra la consulta popular, a la que considera ilegítima e inconstitucional. El ex presidente de Ecuador encuadró la estrategia de Moreno en el marco de un plan sistemático de la derecha regional: “Es la judicialización de la política, el Lawfare como lo llaman los gringos. Se trata de aniquilar al adversario político llenándolo de causas. Es toda una estrategia, como en la guerra. Primero, exacerban un caso de corrupción y generalizan, para que la gente se sienta indignada. Después, los medios ubican al culpable y se produce un linchamiento mediático que dura meses. Es lo mismo que hicieron con Dilma, con Lula y con la propia Cristina. Por último viene el juicio, que es un trámite. Con semejante nivel de efervescencia popular y de linchamiento mediático no se puede tener un juicio justo. Con todo esto tratan de destruir la fuerza moral de nuestra gente diciendo que todo fue producto de la corrupción. Eso es mentira, Ecuador dio pasos agigantados en la lucha contra la corrupción. En el caso de Jorge Glas, se dice que recibió sobornos y no se ha encontrado nada. ¡Se instaló en el imaginario colectivo, pero no hay pruebas!”, señaló el ex mandatario en el reportaje realizado por Julia Goldenberg, publicado el 24 enero en Página 12.

La derecha ecuatoriana, enmarcada en la estrategia de la derecha regional, como señala Correa, también recurrió a una táctica de manipulación que le dio grandes beneficios: la demonización del adversario, con altos niveles de odio, violencia y resentimiento azuzados por los medios. El propio Correa padeció esta violencia el miércoles 31, cuando fue atacado con proyectiles, piedras y huevos mientras brindaba una entrevista en una radio de la localidad de Quinindé, en la provincia de Esmeraldas, al norte de Ecuador. El ex mandatario estuvo retenido una hora y media en el edificio de la emisora. Los agresores rompieron las ventanas de la radio y atacaron el auto de Correa. La policía tuvo que utilizar gases para dispersar a los manifestantes y permitir la salida del ex mandatario.

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