En medio de la pulseada por las paritarias, con inflación en ascenso y caída de salarios, más la incesante destrucción de fuentes de empleo genuino, Camioneros, un sector de la CGT, las dos CTA, movimientos sociales y organizaciones políticas marcharán el próximo 21F contra el modelo de ajuste del gobierno de Mauricio Macri. En otra muestra de descontento, lo que en principio iba a ser una movilización sectorial se convertirá en una nueva acción de unidad callejera opositora, algo desordenada y variopinta, con la reaparición de Hugo Moyano en la primera línea de fuego como dato distintivo, con reacomodamientos gremiales y políticos frente al poder de turno. El reclamo transversal representará un peldaño más en la lucha popular contra el neoliberalismo salvaje.

El gobierno adoptó como política de Estado la redistribución regresiva del ingreso. Si bien el clima social todavía es diverso y mutante, aunque las políticas de la Nueva Alianza afecten al grueso de la sociedad, el malhumor de los sectores populares hacia la ceocracia va in crescendo con el correr de los días. Difícilmente el gobierno cambie de rumbo. En efecto, la involución de la economía, que deja pocos ganadores y un mar de perdedores, augura para el resto del año mayor conflictividad social. La coyuntura ofrece un racimo de razones para salir a la calle. Un punto caliente es la espiral inflacionaria y los denodados intentos del gobierno por contener la demanda salarial, después de recortar jubilaciones y beneficios sociales.

Foto: Andrés Macera.

El balance laboral de los dos primeros años del gobierno de Cambiemos es negativo. Un informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) resumió las principales tendencias en materia de empleo, desocupación, subocupación, calidad del empleo y salarios reales: “El año 2016, con una caída del nivel de actividad económica del 2,2 por ciento, resultó particularmente perjudicial para los trabajadores, que padecieron el aumento de la desocupación y la disminución del poder adquisitivo de sus salarios. En 2017 la economía tuvo una  recuperación que llevó el producto bruto interno (PBI) levemente por encima del nivel de 2015, pero los indicadores laborales no experimentaron la misma mejoría: el desempleo se mantuvo por encima del 8,5 por ciento (era del 6,5 en 2015) y los salarios reales no volvieron a los niveles previos a su caída. En la comparación, se destaca además el empeoramiento en la calidad del empleo, en particular, el incremento en la tasa de no registración del empleo asalariado”.

El análisis de Cifra sobre la evolución de las remuneraciones develó otro aspecto negativo del balance laboral del modelo macrista. “En 2016, en el marco de una elevada inflación traccionada por la devaluación de la moneda y el aumento de las tarifas de servicios públicos, el poder adquisitivo de los salarios sufrió una pérdida del 6 por ciento en promedio para los asalariados registrados del sector privado. La recuperación que siguió a las negociaciones paritarias de 2017, en un contexto de inflación elevada pero de menor nivel que en el año anterior, implicó un aumento real del 2 por ciento cuando se considera el promedio de ese año”.

En Rosario, las movilizaciónes a la sede de trabajo, contra los despidos, son cada vez más frecuentes. | Foto: Manuel Costa

Y continuó: “De todos modos, no se volvió aún a los valores de 2015, previos a la caída. En noviembre de 2017 el poder adquisitivo de los salarios registrados resultó 4 por ciento inferior al del mismo mes de 2015, y dado que la inflación volvió a elevarse desde diciembre de 2017 puede esperarse una situación más desfavorable en la actualidad. Los trabajadores no registrados sufrieron una reducción aún mayor en el poder de compra de su salario”.

Estas mismas políticas de ajuste de un plan basado en la especulación financiera, con ruptura del aparato productivo, llevaron a que en dos años se achique la clase media argentina. Un estudio de la consultora Delfos mostró que en comparación con 2015, la clase media se redujo un 5 por ciento. Coincide con la pérdida en el poder adquisitivo del salario, los despidos, la desocupación y el aumento del empleo no registrado y el cuentapropismo (trabajadores independientes).

Desde la asunción de Cambiemos, la tradicional clase media (conocida como C3 en la nomenclatura profesional) perdió cinco puntos porcentuales de participación. Según el estudio citado, que se basó en dos grandes encuestas domiciliarias (una con 8.510 casos en 20 ciudades y otra con 5.990 casos, en 16 centros urbanos) pasó del 30 al 25 por ciento del total de la población. El informe indicó que la caída motivó un ensanchamiento proporcional de la clase inmediata inferior, llamada D1. A su vez, el segmento más bajo de la pirámide social no mostró grandes cambios y se mantuvo en el orden del 19 por ciento. A modo de conclusión, desde la consultora aseguraron: “En los últimos dos años se quebró la tendencia a la movilidad social ascendente”.

Sin 21, todo al 15

Por los datos expuestos arriba se deduce que algunos reposicionamientos gremiales frente a la marcha del 21F responden más a una puja de política sindical que al acuciante andar de la economía, donde fluyen motivos suficientes para andar de protesta. Los dirigentes cegetistas que rechazaron participar de la movilización atribuyeron la decisión a que la misma se trata de una pelea “personal” entre Moyano y Macri. La industria metalúrgica ha padecido el modelo anti mercado interno, avalancha importadora y despidos. Sin embargo, la conducción nacional de la UOM no participará de la marcha, aunque algunas regionales de este gremio sí lo harán. Habrá “presentes” y “ausentes”, entre ellos “independientes” y “gordos”, dos sectores de la CGT que siempre se llevan bien con los oficialismos. Consultado sobre la decisión de varios dirigentes de darle la espalda a la movilización, Moyano dijo que “algunas ausencias suman”.

Foto: Télam.

El gobierno y los medios oficialistas, o sea, la mayoría, jugaron fuerte a romper o debilitar la nueva marcha opositora, y de paso defenestrar la organización sindical. La Justicia Federal también envió una señal y levantó el secreto fiscal y bancario de Hugo Moyano y su familia en una causa por presunto lavado. Moyano, de 74 años, vuelve a protagonizar un nuevo capítulo en su vida sindical. Coqueteó con Macri, lo ayudó a llegar al poder. Hoy el gobierno pone a los trabajadores como principal variable de ajuste y le da al cacique sindical sobradas razones para retomar la protesta. Sus últimas andanzas fuertes fueron por el impuesto a las Ganancias contra el gobierno de CFK, con quien hoy se sentaría a tomar café y a dialogar. Como muestra del retroceso que protagoniza el mundo laboral en materia de derechos y conquistas, en el remozado discurso del dirigente camionero aparecen palabras o frases como despidos, recorte jubilatorio, ajuste salarial, inflación descontrolada. Moyano se reencontrará en la calle con Hugo Yasky, de la CTA de los Trabajadores, y con organizaciones kirchneristas.   

El macrismo cree que dividiendo reinará y por eso se alía al conglomerado de gremios que se bajó o no acompaña la marcha del 21 de febrero. Entre los que recularon se anotan el triunviro Carlos Acuña, de estaciones de servicio, que al final se sumó a la postura de Héctor Daer (Sanidad), otro conductor cegetista. El restante, Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento) se mostró a favor de la movilización. El gastronómico Luis Barrionuevo también dio marcha atrás.

El secretario general de la Unión Ferroviaria, Sergio Sasia, anunció que no irá a la marcha y trascartón le anotó un poroto al ministro de Trabajo Jorge Triaca, al firmar con el gobierno la unificación o “modernización” del convenio colectivo de los ferroviarios con guiños a la reforma laboral. Gerardo Martínez (Uocra), Andrés Rodríguez (UPCN), Armando Cavalieri (Comercio), también dieron la espalda a la convocatoria moyanista. La negativa de los colectiveros de la UTA y los ferroviarios de La Fraternidad podría quitarle fuerza a la marcha, aunque los organizadores anticipan una manifestación multitudinaria.

Marcha contra la reforma laboral de diciembre pasado | Foto: Alejandro Amdan | Télam

La administración Macri buscará con estos mismos grupos sindicales cerrar los próximas paritarias bajo el techo del 15 por ciento de aumento. En rigor, José Luis Lingeri, secretario general de Obras Sanitarias, otro “independiente” que le dijo “no” a la marcha del 21, firmó un acuerdo salarial con el gobierno en el Día de San Valentín que contempla una suba del 15 por ciento en dos cuotas y sin cláusula gatillo, más una recomposición del 2,8 por ciento por la pérdida inflacionaria del año pasado. Así, el gobierno avanza con su pauta salarial del 15 por ciento, aunque en la letra chica hay aumentos superiores a la línea que quiere marcar el oficialismo.

En rechazo al tope del 15 por ciento en las negociaciones paritarias en ciernes, el jueves pasado, estatales pararon y marcharon junto a movimientos sociales en todo el país. Fue la previa de la protesta del miércoles 21. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Ctep), la Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie se movilizaron para exigir la sanción de una ley de emergencia alimentaria, mientras que ATE y otros gremios de la CTA Autónoma realizaron un nuevo paro, con una marcha a Plaza de Mayo, en la que confluyeron con los movimientos sociales. Según un informe de ATE-Indec, el salario de los trabajadores del Estado se deterioró un 11,3 por ciento desde que gobierna “el mejor equipo de los últimos 50 años”.

Fuente: El Eslabón

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