La mayoría de las ofertas salariales que recibieron los docentes, en sintonía con la pauta del 15 por ciento que impone la alianza Cambiemos como techo en las paritarias, fue rechazada y el ciclo lectivo 2018 arranca con paros en varias provincias por considerar que las propuestas y las modalidades de los aumentos están por debajo de las proyecciones inflacionarias. El gobierno de Santa Fe se plantó en la cifra que bajó la Casa Rosada y fracasó en el primer intento. El ofrecimiento de suba es en tres tramos y con cláusula de actualización salarial en caso de que se disparen los precios y el aumento quede desfasado (cláusula gatillo). Los maestros santafesinos de escuelas públicas y privadas consideraron que la propuesta salarial no colma las expectativas y votaron huelga a la espera de retomar las negociaciones.

La administración Lifschitz defendió la oferta, ventiló números con el objetivo de mostrar a la opinión pública que un maestro “gana bien”, resaltó el hecho de incluir la cláusula gatillo, se mostró dispuesto a revisar los plazos de las cuotas y ató la propuesta a la situación financiera que atraviesa la caja provincial. El gobernador, entretenido en su cruzada por la reforma constitucional y los planes electorales para 2019, recordó las deudas que Nación mantiene con Santa Fe en términos de coparticipación de impuestos, lo que estaría generando un rojo fiscal que imposibilita mejorar la oferta. Por su parte, desde Amsafé y Sadop entendieron que la provincia está en condiciones de mejorar la propuesta paritaria y pidieron que la Casa Gris se despegue del límite salarial del 15 por ciento con el que disciplina Cambiemos.

La asamblea provincial de Amsafé, gremio docente mayoritario, definió rechazar de plano el ofrecimiento salarial que elevó el gobierno de Santa Fe, y convocó a un paro de 48 horas para el lunes 5, con movilización a Buenos Aires, y martes 6. Así, el ciclo lectivo retrasará su inicio hasta el miércoles 7, mientras que para el jueves 8 de marzo Amsafé resolvió participar activamente del paro internacional de mujeres y sumarse a las convocatorias de las multisectoriales de toda la provincia. “En caso de no haber una nueva propuesta para evaluar en asamblea, se contemplan otros dos días de paro la siguiente semana”, anticiparon desde el gremio que conduce Sonia Alesso.

La negociación colectiva de los docentes siempre actúa de “paritaria testigo” para el conjunto de los trabajadores. Por decreto, el presidente Mauricio Macri eliminó la paritaria nacional docente, que antes hacía de faro para las negociaciones provinciales. En reclamo de la impugnación de este decreto y disconforme con las ofertas de aumento en cada distrito, la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera) también convocó a un paro nacional docente. En la mayoría de las provincias no comenzarán las clases en tiempo y forma.

La Ctera denunció injerencia del gobierno en los ofrecimientos a los docentes que hicieron la mayoría de los gobernadores, ya que apenas tres provincias propusieron un incremento salarial por encima del techo del 15 por ciento, aunque con ínfimas diferencias: en San Juan un 0,5 por ciento más, en Catamarca un 0,7 más, mientras que en Tucumán, que ya cerró el acuerdo, la suba será del 17 por ciento en dos tramos y con cláusula gatillo de ajuste automático por inflación. Otras provincias, como Buenos Aires, Misiones, Salta, Entre Ríos, Mendoza, Córdoba y Santa Fe, siguieron la línea rectora del gobierno nacional con ofertas del 15 por ciento. La ciudad de Buenos Aires ofreció un 12 por ciento de incremento en tres cuotas, a lo que el gremio Unión de Trabajadores de la Educación lo consideró “una burla” e insistió con su reclamo del 25 por ciento de suba salarial basado en las estimaciones inflacionarias que hizo el centro Cifra de la CTA. Las peores ofertas fueron en Chaco, Jujuy y Neuquén, donde propusieron a los maestros subas entre el 5 y el 6 por ciento.

Como se dijo, algunas provincias, al igual que sectores privados “amigos” del ministro de Trabajo Jorge Triaca, cerraron sus respectivos acuerdos paritarios y se afiliaron al club del 15 por ciento. Muchos otros sectores aguardan el desenlace de la paritaria docente. Otros, como los metalúrgicos, están igual o más preocupados que el resto por los sistemáticos despidos que vienen sufriendo. La UOM denunció más de mil cesantías en los últimos dos meses a raíz del cierre de empresas en todo el país. Pero en Macrilandia todo está bien, hasta “la inflación está bajando” (¿?), según fantaseó el presidente en su discurso inaugural de las sesiones en el Congreso. También, en su mundo imaginario, baja la desocupación, crece la economía y los salarios le ganan a la inflación (sic).

El gobierno nacional y el corro de medios oficialistas apelan a la gastada estrategia de enfrentar a docentes con padres de alumnos por el no inicio del ciclo lectivo. Otra cuestión poco difundida y puesta en debate es que estudiar resulta cada día más caro. Además de los aumentos en el transporte, la canasta escolar, que incluye útiles, vestimenta y textos básicos, tuvo un aumento promedio del 30 por ciento entre 2017 y 2018 y acarrea un incremento de alrededor del ciento por ciento desde 2016, bastante por encima de las subas salariales que recibieron los maestros. En el caso de la educación privada, incluso, la cuota se fue por las nubes, y se vuelve más restrictiva. Sin embargo, el salario mínimo aumentó un 18 por ciento entre 2017 y 2018, lo que revela la pérdida de poder de compra de los bolsillos de los trabajadores en general.   

¿Salarios o renta financiera?

Con la puesta en marcha del programa económico neoliberal del macrismo, el trabajador y su salario pasaron a ser variable de ajuste. Llegaron los despidos y suspensiones en masa, cierre de empresas, profundización de la precarización laboral y caída del salario. Antes de que la alianza Cambiemos haga pie en la Casa Rosada, la Argentina tenía salarios que en promedio superaban al resto de América latina, entre otras razones, gracias al mecanismo de las negociaciones paritarias libres, que desde su restauración, en 2004, siempre (salvo 2014) le ganaron al índice de inflación.

Mientras el gobierno de los CEO pone el eje en el endeudamiento externo desenfrenado y en la valorización financiera, monta techo en las paritarias con el objetivo de que se negocien por debajo de la inflación y así reducir “costos laborales”. La meta oficial de inflación del 15 por ciento es la meta salarial en 2018, mientras consultoras y centros de estudios varios hablan de expectativas inflacionarias que se ubican en alrededor del 25 por ciento para este año. En enero, la inflación fue del 1,8 por ciento según el Indec. En febrero las consultoras estiman un índice en alrededor del 2,5 por ciento. Salarios no, renta financiera sí, parece ser el eslogan que acompaña a Cambiemos.

“En los que respecta a la inflación, el aumento de precios punta a punta entre diciembre 2015 y diciembre 2017, medido por el IPC Buenos Aires, fue de 78 por ciento; impulsado por la devaluación de 2016, los incrementos en las tarifas de los servicios públicos, la desregulación en los precios de los combustibles y el incremento de costos financieros. En este contexto, los salarios registrados subieron un 69 por ciento en el sector privado y 66 por ciento en el público, según el índice de salarios-Indec. Lo que implica una pérdida de poder adquisitivo promedio de este último del orden del 10 por ciento”, señaló Pablo Chena, investigador del Conicet y profesor en la Universidad Nacional de La Plata.

“El precio del dólar oficial aumentó un 97 por ciento entre diciembre de 2015 y el mismo mes de 2017. Con una baja de los salarios en dólares cercana al 30 por ciento. Este escenario se combina con una actividad económica estancada –entre diciembre de 2015 y noviembre de 2017 la economía creció un 0,5 por ciento según el estimador de actividad económica–, la pérdida de 421 mil puestos de trabajo urbanos –según la encuesta permanente de hogares del Indec– y una tasas de inversión que disminuye un punto del PBI respecto de 2015, para ubicarse en un 15 por ciento del mismo”, continuó Chena.

Para el investigador del Conicet, “el modelo de convertir ingresos salariales en renta financiera y monopólica se agota y esto agrava la situación. Como se puede observar, el salario, tanto en términos reales como en dólares bajó respecto a 2015 y la competitividad externa empeoró, la inflación es similar a la de ese año y la situación social y externa se deteriora al ritmo de la dependencia creciente del endeudamiento”.

La negociación paritaria de los docentes como la del resto de los trabajadores se da en un contexto de tensión inflacionaria y con constante caída en la participación de los trabajadores en el ingreso como resultado de una distribución regresiva. En este sentido, el profesor Chena sostuvo: “La salida de este círculo vicioso requerirá articular un compromiso distributivo que permita recuperar el salario con paritarias libres, regular ambiciones de ganancias de los sectores rentísticos y volver a controlar los flujos financieros”.

Fuente: El Eslabón

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