El miedo e inseguridad ante lo otro, tan típico de la denominada subjetividad neoliberal. Apatía. Descreimiento ante los grandes relatos, y hasta ante los más posmodernos y pequeños relatos. Preocupación por la crisis económica y la desocupación. Una lucha a todo o nada entre los euroescépticos, por un lado, hartos de los dictados de Bruselas y los banqueros alemanes, y los amigos de seguir dentro de la Unión Europea, por el otro. Y el giro a la derecha xenófoba, fascista, racista y neonazi que se verifica en varios países de Europa, y que dio lugar en Italia a grandes manifestaciones de repudio. Estos son algunos de los ejes de discusión que se activaron durante la campaña con vista a las elecciones del 4 de marzo.

Y este escenario está cruzado además por el deambular del fantasma de Silvio Berlusconi, que está inhabilitado para cumplir cargos públicos hasta 2019. Pero su fuerza política sigue en carrera y está dentro de la alianza de derecha y ultraderecha xenófoba, racista, neonazi, y fascista pro-Mussolini que encabeza las encuestas. “Tuvimos a Trump 25 años antes”, señaló el escritor italiano Alessandro Baricco en una entrevista al diario español El País. “Italia es un laboratorio”, completó el autor, para quien en su país los procesos históricos se elaboran de una manera “más rápida y pasional”.

Se renovarán 630 diputados y 315 senadores. A partir del 23 de marzo comenzarán las discusiones para formar gobierno, para lo que se necesita el 40 por ciento de apoyo parlamentario.

Según las últimas encuestas, publicadas hace 12 días, la coalición de cuatro partidos de centroderecha que integra, entre otros, el ex premier de 81 años procesado por fraude fiscal, Silvio Berlusconi, continúa como favorita, mientras que el Movimiento Cinco Estrellas y el gobernante Partido Demócrata (PD) se disputan el segundo lugar.

Los números que marcan los sondeos dan cuenta de un escenario abierto, porque registran casi un 30 por ciento de indecisos, y además, con la nueva y compleja ley electoral, se hace difícil hacer proyecciones. Asimismo, desde el 16 de febrero está prohibida la publicación de sondeos.

La coalición de derecha que integran Fuerza Italia, de Berlusconi; la ultranacioanalista Liga Norte, de Matteo Salvini, Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, y los independientes de Nosotros con Italia, aparece primera en las encuestas, con una intención de voto de hasta el 37 por ciento.

El movimiento “anti-casta política” Cinco Estrellas, que lleva como candidato al joven de 31 años Luigi Di Maio, alcanza entre el 28 y el 30 por ciento de intención de voto. Es el partido que, sin alianzas, obtiene más sufragios, pero no le alcanzaría para formar gobierno y tiene una política de “no ensuciarse las manos” armando frentes con otras agrupaciones.

El PD alcanzaría entre un 20 y un 25 por ciento de los sufragios.

La alianza de derecha plantea blindar las fronteras para frenar la inmigración, expulsar a 500 mil inmigrantes, y no dejar llegar a las embarcaciones que llegan por el mar Mediterráneo. Las dudas dentro de este frente es si se mantendrá unido luego de las elecciones. De hecho, no todos los partidos que lo forman tiene la misma opinión sobre un tema tan importante como la relación con Europa.

La ultranacioanalista y xenófoba Liga Norte de Matteo Salvini es euroescéptica y partidaria de tomar distancia de la UE. En cambio, Fuerza Italia, de Silvio Berlusconi, más cercana a los banqueros y a los negocios, no rechaza la unión continental.

Cinco Estrellas es contrario a la UE. Este movimiento, surgido de la indignación contra la corrupción de la clase política, a la que denomina “la casta”, ofreció a la ciudadanía un relato que pretende despegarse de lo que denominan “la vieja política”.

Prometió reducir la burocracia mediante la abolición de 400 leyes, invertir en tecnología, asegurar un sueldo mensual de 780 euros proporcionando apoyo salarial universal y pensiones mínimas. Propone además recortar privilegios a políticos y jubilados acomodados y reorganizar las compañías públicas y agencias, aumentar la cantidad de policías y construir dos nuevas prisiones. También se anuncia un ministerio para “la calidad de la vida”.

Fuente: El Eslabón

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