El Social y Deportivo Central Ballester es uno de los clubes más jóvenes de los inscriptos en la Asociación del Fútbol Argentino. Fundado el 26 de octubre de 1974 en Villa Ballester, localidad ubicada en el centro del partido bonaerense de San Martín, el conjunto de camiseta a rayas verticales azules y amarillas milita en la cuarta categoría de AFA y tiene una conexión bastante curiosa con nuestra ciudad: en la temporada 1995/1996, tras sufrir un importante robo en la utilería, terminó jugando durante todo el torneo con la camiseta de Rosario Central, con escudo y sponsor incluídos.

Comprometidos desde hace tiempo con cuestiones sociales y relativas a los derechos humanos, y como una manera de impulsar y acompañar el paro internacional de mujeres del próximo 8 de marzo, el equipo salió al campo de juego con casaca violeta (el color de la lucha contra la violencia de género) y luciendo en el frente la consigna Ni una menos.

“En 2013 decidimos lanzar un plan comunicacional para instalar al club entre la gente y surgió la idea de darle un contenido social a la camiseta”, dice Ezequiel Rodríguez, hincha y dirigente de Central Ballester, y agrega: “Lo primero que hicimos fue una camiseta con el busto de San Martín y con máximas sanmartinianas, porque somos el único club fundado en el partido de San Martín, y en 2016 homenajeamos a los fusilados de José León Suárez (al cumplirse 60 años de ese hecho que inmortalizó Rodolfo Walsh en su libro Operación Masacre). Por un lado, para reivindicar a quienes fueron asesinados por defender los valores democráticos y para manifestarnos en contra de la violencia institucional y, por el otro, por una cuestión territorial, porque desde que nos quedamos sin cancha, hace ya 23 años, el lugar en el que más identidad tenemos es justamente José León Suárez”.

Luego recordaron a las víctimas de la Masacre de Carcova, tres chicos que en febrero de 2011 se acercaron a un tren que había descarrilado en busca de algo que sirviera para mitigar la pobreza o calmar el hambre y fueron reprimidos por la policía bonaerense con balas de plomo. “Dos de ellos murieron en el acto y el restante, Joaquín Romero, se salvó de milagro”, rememora Ezequiel.

Muchos lectores quizás recuerden que a mediados del año pasado, cuando Santiago Maldonado permanecía desaparecido tras una brutal represión a integrantes de una comunidad de pueblos originarios, los 11 jugadores de Central Ballester posaron para las fotos con la imagen del rostro del artesano, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado tiempo después, a modo de máscaras. Ahora, en un contexto plagado de violencia contra las mujeres, decidieron que había que salir a la cancha con la camiseta bien puesta.

Yo me pongo la camiseta

“Alrededor de los terrenos en los que estamos construyendo la cancha nueva, en apenas un radio de tres kilómetros, tuvimos cientos de casos de femicidio”, relata compungido Rodríguez, y detalla: “Por nombrar los más resonantes, te puedo citar los de Melina Romero, cuyo cuerpo apareció en un brazo del río Reconquista, Araceli Fulles, Micaela González, a quien el novio asesinó a ladrillazos, y acá nos conocemos todos y todas. Y aunque suene trillado, todos somos hijos, padres, hermanos, amigos, esposos o novios y no podemos permanecer ajenos ante semejante situación”.

Ezequiel, que estuvo en la vicepresidencia, en la tesorería y ahora es vocal 1º, se define simplemente como hincha. “Da igual. Esto es la D y hoy por hoy llevo la pilcha de los jugadores y ayudo donde se necesite más allá del cargo”, confiesa este diseñador gráfico y comunicador visual que impulsó la movida para que Central Ballester aporte su granito de arena a la concientización de la violencia de género.

“A lo que apuntamos es a visualizar los valores que transmitimos quienes participamos de la vida del club. Desde los profes de las divisiones juveniles que no cobran un peso y se tienen que ir hasta Hurlingham para entrenar a los pibes, que además de practicar tienen la posibilidad de tomar un mate cocido con galletitas porque muchos está en una situación precaria”.

Hace un tiempo, cuando Argentina decidió darle asilo a refugiados sirios, Central Ballester se ofreció para hacerle un lugar a ciudadanos de ese país que quisieran practicar deportes de manera totalmente gratuita a través de becas. También brindan charlas a los chicos de las inferiores y tienen un compromiso social muy grande.

Por eso, para quienes vienen siguiendo de cerca los gestos de la institución de San Martín, no fue una sorpresa lo que ocurrió el miércoles 28 de febrero, cuando el primer equipo salió del túnel para enfrentar a Atlético Lugano enfrascado en los colores de la lucha contra la violencia de género.

“La idea es hacer un aporte a esta problemática que lamentablemente va creciendo en nuestro país”, expresa Rodríguez, y añade: “Y a la vez, demostrar que dentro del ambiente fútbol hay un montón de gente que tiene valores muy diferentes a los de ese «macho» al que las mujeres, con muchísima razón, repudian”.

Antes de despedirse, Ezequiel remarca que Central Ballester forma parte de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, movida que se originó a fines del año pasado y que apunta a realizar un aporte a la construcción de Memoria, Verdad y Justicia utilizando al fútbol como herramienta, y que está en pleno crecimiento.

Tocayos y amigos

En la populosa ciudad bonaerense de Villa Ballester, segunda en importancia en el partido de San Martín, nacieron entre otros el genial periodista y escritor José Hernández, autor del Martín Fierro, el golfista Roberto De Vicenzo, el cantante Sergio Denis, uno de los que más temas coló en las tribunas del fútbol argentino, y el ex jugador de River y Central Leopoldo Jacinto Luque, campeón del mundo con la selección argentina en el Mundial que se disputó en 1978, y en medio del horror, en nuestro país.

El club Central Ballester, en realidad es un desprendimiento de Central Argentino, entidad fundada por los trabajadores ferroviarios de la zona en 1920 y que participó del fútbol argentino hasta su desafiliación en 1974. Enseguida, varios de los dirigentes que no estaban de acuerdo con desligarse de la AFA, se lanzaron a la aventura y parieron una nueva institución el 26 de octubre de ese mismo año.

La amistad con Rosario Central, que se extiende a las hinchadas más allá de la diferencia de categorías, es parte de la herencia, ya que ambos clubes surgieron bien cerca de las vías del ferrocarril.

“Leí en un libro de historia que cuando se fundó Rosario Central los únicos que se podían hacer socios eran los empleados del Ferrocarril Central Argentino, y que ocho trabajadores que se asociaron después fueron trasladados a San Martín, por lo que quizás, algunos de ellos hayan sido los fundadores del club Central Argentino”, rememora Ezequiel Rodríguez. Lo cierto es que, tras sufrir aquel robo que los despojó de la indumentaria en 1995, la directiva de Ballester le pidió a sus pares rosarinos un juego de camisetas, que era casi idéntica a la que utilizaban, y la respuesta favorable no se hizo esperar. En aquella temporada, con la casaca marca francesa que usaba en esos tiempos la entidad de Arroyito, incluyendo la publicidad de una compañía de seguros y el escudo oficial, Central Ballester se coronó campeón de la D por primera –y hasta ahora única– vez en su historia.

“La idea es reversionar aquella camiseta en la próxima edición de la Copa Argentina, a la que ya clasificamos, porque fue con la que vivimos nuestra hora más gloriosa”, concluye Ezequiel.

Fuente: El Eslabón nº140

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