Podría pensarse que Macri no quiso hacer alusión a la muerte del asesino Luciano Benjamín Menéndez para no herir al amigo del genocida, su ministro de Defensa Oscar Aguad, pero no es así, es exactamente al revés: el “Milico” está en esas funciones porque al Presidente no le molesta en absoluto la amistad con el genocida, múltiple homicida, torturador y amo y señor de La Perla.
Es tan ostensible que este Gobierno de Cambiemos está integrado por hijos de los comandantes civiles de la última dictadura cívico-militar y por los socios políticos de casi todos los regímenes ilegales castrenses –la Unión Cívica Radical (UCR)–, que resulta infame que buena parte de la sociedad les crea a sus ministros y funcionarios cuando se quieren hacer los democráticos y distanciarse de las viejas prácticas dictatoriales.
En el macrismo, nada es casual ni forma parte del equívoco cuando se trata de la violación de los derechos humanos, respecto de las consignas Memoria, Verdad y Justicia, alrededor de los juicios por delitos de lesa humanidad, o en torno del régimen de prisión domiciliaria que beneficia a los represores condenados.
Tal como lo expuso la organización Hijos Rosario en el documento que elaboró en repudio a los despidos en la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, todas las acciones del Gobierno en el área forman parte de un “constante vaciamiento”, que el organismo enumeró con claridad.
Hijos Rosario señaló en ese comunicado que tras el despido del primero de los abogados rosarinos apartados de la Secretaría de DDHH de la Nación, desde las autoridades comenzaron con “pedidos para que no se utilice el término «represores» o «genocidas» en las presentaciones”, órdenes “de no oponerse más en los escritos a las prisiones domiciliarias de los condenados y procesados” y “recriminaciones por firmar documentos críticos con la gestión de Mauricio Macri”.
El criminal impulso en complicidad con la Corte Suprema de la aplicación del 2×1 a los genocidas, la condescendiente política de otorgar prisión domiciliaria a personajes abyectos como Miguel Etchecolatz, amparados en decisiones judiciales que se sabe tienen el guiño del Ministerio de Justicia y la complicidad del desvergonzado secretario de DDHH Claudio Avruj, son el real plafón del nombramiento de Aguad, primero en la dependencia que desguazó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y luego en Defensa, nada menos.
Que Macri haya mantenido en su puesto al “Milico” después su indecorosa y abominable actuación ante el hundimiento del submarino ARA San Juan habla de compromisos que van más allá de la sociedad con el radicalismo, y nadie olvidará jamás la inhumana indiferencia del tándem Macri-Aguad durante los trágicos días de incertidumbre antes de conocerse el triste final de los 44 tripulantes de la nave de la Armada nacional.
Que el CEO principal del régimen haya abierto su discurso rindiendo un homenaje a los marinos muertos del sumergible, refuerza la idea de que el cinismo en su versión moderna es uno de los insumos de la perversión con que maneja el Gobierno su comunicación.
El decir del autista
Macri abrió el 136° período de sesiones ordinarias como es costumbre: con el Congreso blindado por alrededor de dos mil efectivos de fuerzas federales en los alrededores del Parlamento bajo la coordinación general de la Policía Federal.
Evidentemente alterado e impactado por la caída de su imagen y la de su Gobierno, atento al hit del verano, que se difunde como reguero de pólvora en las redes, pero que tiene su origen en canchas, recitales masivos, subtes, y hasta en el concierto de Patti Smith realizado en el Centro Cultural Kirchner, Macri quiso tomar la iniciativa, mediante un lenguaje en el que mencionó “un mundo de iguales”, realizó guiños de género, y hasta se comprometió a enviar al Parlamento un proyecto que extenderá el período de licencia por paternidad.
Como la reforma laboral que lo obsesiona no pasó en diciembre, el Gobierno intentará que los diferentes tópicos que contiene la iniciativa sean tratados por el Congreso Nacional por separado. La licencia para los padres era uno de ellos.
El mandatario pronunció frases que sólo él y su superasesor Jaime Durán Barba siguen considerando desopilantes
Por ejemplo, en su afán por ganarse el favor de las mujeres, que seguramente los focus group le deben indicar que flaquean en su apoyo, sentenció: “No podemos permitir que un hombre gane más que una mujer. No es justo. No está bien, y según datos del Indec la diferencia llega a ser del 30 por ciento, por eso, tienen mi compromiso para que el salario igualitario que establecen las leyes, sea una realidad”.
Tuvo el tupé de considerar que “en un mundo de iguales, tampoco hay razón para que un hombre comparta solo dos días con su hijo recién nacido. Es importante estar en familia los primeros días por eso vamos a presentar un proyecto de Ley para extender la licencia por paternidad”.
El optimismo viró a autismo puro. Como si en más de dos años no hubiera pasado nada de lo que generó él mismo, ya desenfrenado, leyó las frases más cargadas de cinismo:
- «Lo peor ya pasó y ahora vienen los años en que empezamos a crecer».
- «Las transformaciones que hicimos empiezan a rendir frutos».
- «No vine a hacer lo que me conviene a mí o a mi gobierno: estoy acá porque quiero que cada uno de ustedes sienta que su vida mejora».
- «Algunos me critican porque voy demasiado lento y otros por ir demasiado rápido».
- A los sectores que piden «un shock de ajuste», les retrucó: «Acá vinimos a reducir la pobreza y a que ningún argentino pase hambre».
- A “los otros”, los sermoneó: «Los otros nos piden que nada cambie y yo les digo si nada hubiese cambiado estaríamos como otro país hermano que está en una desintegración social».
A los que insisten con los indicadores que marca la realidad económica, el mensaje no pudo ser más vago o ficcional: «Tenemos metas para bajar la inflación, reducir el déficit fiscal, y como las vamos a cumplir, vamos a dejar de endeudarnos y se van a multiplicar las inversiones en un país confiable».
Es interesante la lectura de la diputada nacional Lucila De Ponti, quien se refirió al discurso presidencial como “una fantasía que ni él mismo cree”.
La legisladora del Movimiento Evita incluso se permitió cierta dosis de incredulidad: “No sé de qué país habla Macri en sus discursos. Plantea cifras y datos totalmente contrarios a la realidad. Por ejemplo dice que nos estamos desendeudando cuando fue su gestión la que endeudó a nuestro país por 100 años”.
Pero quizás el pico de su discurso que despertó sonrisas en propios y extraños fue cuando afirmó que los funcionarios están «obligados a tener un alto estándar ético». Faltó que alguien grite desde las barras: “Cerrame la ocho y pedí el remís”.
El tema que debe ponerse en agenda
Luego de una semana en la que la familia del líder del partido Miles, Luis D’Elía –detenido por causas políticas– apeló a “razones humanitarias” para reclamar por su salud, y responsabilizó de lo que ocurra al presidente Macri, es necesario que las principales voces de la oposición retomen el reclamo y pongan al tope de la agenda lo que representa el retroceso más grande en términos de estado de Derecho desde el retorno del sistema de elecciones libres, con voto secreto y obligatorio.
Precisamente sobre ese tema, entrevistado por el programa radial Poné la Pava, que sale al aire por la emisora Gran Rosario, el ex vicepresidente Amado Boudou no dejó pasar la oportunidad de referirse a quienes, desde la asunción de Macri, también sufrieron persecución y procesamientos judiciales, en su mayoría sin demasiados fundamentos: “No permitamos que se invisibilice que en la Argentina hay presos y presas sin condena. Políticos, pero también gremiales, sindicales, empresariales. Esto es, sin lugar a dudas, una gran mancha para nuestra democracia y hay que pedir por la libertad de todos ellos”.
El hombre que pergeñó el sistema que le arrebató a bancos y Afjp el deleznable negocio que empobrecía jubilados y retornó al régimen solidario y de reparto, inscribió esa persecución y apresamientos en el territorio de la política, con claridad meridiana: “Estamos en una etapa de pérdida de derechos. Por eso es tan importante el tema de la unidad y mirar hacia adelante, y es indispensable ganar en 2019”.
Boudou destacó que “las persecuciones, las difamaciones, todo confluye en la pérdida de derechos de los trabajadores”, y disparó directo al corazón del régimen: “Lo que quiere este gobierno es un mundo sin recibos de sueldos, porque el recibo de sueldo es un contrato en el cual el Estado se hace cargo de algunos derechos de los trabajadores, como el sistema jubilatorio, y en el que el empleador también se hace cargo de, por ejemplo, pagar las cargas sociales y la obra social. Cuando el macrismo habla del emprendimiento individual, en realidad se imagina un mundo sin recibos de sueldo. El gobierno dice que le gustaría crear trabajos de calidad, ¿cómo no estar de acuerdo? Pero para lograr eso, en el siglo XXI, hay que tener tecnología, hay que fortalecer el Conicet, el Invap, la Comisión Nacional de Energía Atómica, y lo que hace Cambiemos todos los días es sacarle fondos a esos espacios, debilitando todos los centros de creación de tecnología en la Argentina”.
De todo eso es de lo que Macri no quiere hablar, y por eso planteó en el Congreso, el pasado jueves: «Hace 35 años que venimos postergando un debate muy sensible que como sociedad nos debemos: el aborto».
Por eso, cuando habló de las telecomunicaciones en un momento en el que el microclima político sabe a la perfección la feroz interna que dirimen Telefónica y el Grupo Clarín (que ya fagocitó a Telecom), en la puja por el espectro radioeléctrico, Macri anunció que enviará al Congreso un proyecto de ley que apuntará a «mejorar competencia de inversiones, bajar precios y mejorar el servicio de usuarios».
Miente a sabiendas, se burla con fruición, dice que la legislación está «atrasada respecto de otros países», y que se buscará que haya «lugar para que cooperativas, empresas pequeñas, medianas, grandes, nacionales e internacionales» a favor de la «neutralidad de las redes y pluralidad de contenidos». Nadie entre los grandes jugadores le cree una palabra, pero hay millones de personas que asisten embobadas a esa manipulación casi hipnótica.
Boudou es más simple, más directo, habla de lo que Macri no quiere decir ni mú: “La figura de la economía hoy, es una olla a presión donde los ingredientes son las lebac, el endeudamiento, la pérdida de consumo interno, la pérdida de poder de compra de los jubilados y los trabajadores, la balanza comercial deficitaria alrededor de 9 mil millones de dólares para este año, la inflación en más del 22 por ciento para este año, el déficit fiscal y cuasi fiscal”.
Mientras los políticos opositores, los dirigentes gremiales, los pequeños y medianos empresarios sean operados a través del miedo, del terror, el núcleo de poder dominante seguirá valiéndose de ésos y de todos los medios de que dispone al tener el manejo del Estado, por primera vez –y no es un detalle– a través de las urnas para alcanzar sus fines.
En algún momento se dijo, desde estas misma páginas, que “el sistema político argentino debe prepararse para lo que viene, que es –ni más ni menos– enjuiciar políticamente a los responsables del criminal plan sistemático de apropiación de los bienes del Estado y de la renta nacional que está llevando adelante el régimen macrista”.
También se sostuvo que “para ello, está claro, es preciso vencer al régimen, derrotarlo en toda la línea, acorralarlo políticamente hasta que caiga. Sin embargo, la mayoría de los actores y fuerzas que conforman el actual sistema político nacional no está a la altura de esas circunstancias”. Es hora de que eso ocurra, o el hit del verano habrá servido para generar la necesaria risa fácil. Pero, como se sabe, el que ríe último, ríe mejor.