La directora presenta dos historias surgidas de talleres realizados en el Teatro La Manzana. En tono de comedia, y con disímiles estéticas, las obras abordan fuertemente las desigualdades de género.

Dos propuestas teatrales en La Manzana, el teatro situado en calle San Juan 1950. Con diferentes cromáticas, formatos y utilización del espacio, pero bajo los mismos ejes: superación de géneros, imposición de roles, deber ser y hacer. Ambas piezas cuentan con la dirección de Mariana Valci y la asistencia de Lucía Morabito. Se trata de Plastic. La Rebelión en la lona (viernes de marzo a las 21.30); y Trauma. Una poliforma manera de amar (sábados de marzo a las 21.30).

Las obras que propone la docente Mariana Valci son sucesoras de Call Center. Mujeres fuera de servicio (2014), Cambalache (2016), y Cría Cuervos. Caigan en sus propios lazos, y Pútrida (2017).

En diálogo con El Eslabón, Valci contó detalles de la cocina de su menú teatral. Desde principios del año pasado, la directora tenía resuelto claramente los ejes que quería abordar: “Las desigualdades sociales y cómo nos mostramos frente a la sociedad. Mujeres y hombres que someten o son sometidos, que postergan proyectos, amores e hijos, hasta que algo pasa y se empiezan a descubrir las mentiras, las insatisfacciones. Así que empecé a escribir a modo de borrador dos historias distintas, con el objetivo de generar propuestas contrapuestas que giren sobre los mismos ejes temáticos. Les entregué a los actores el texto que no estaba del todo cerrado, y se abordó desde distintos entrenamientos, para ver a los cuerpos en acción y lograr que la dramaturgia contenga esos cuerpos. Fueron surgiendo los personajes, y tras varios meses de ensayos, viendo cómo esos cuerpos reaccionaban, e investigando la temática, en agosto del año pasado terminé de escribir los textos finales”.

La mentora describió a Trauma como “una propuesta minimalista y despojada, con una historia que va y viene en términos temporales, y que aborda el rol del hombre, la dicotomía y la carga social que conlleva la identidad corporal. Personajes que luchan contra su instinto y deseo. En cambio, Plástic es una obra opulenta, exagerada y colorida que transcurre en un patio lleno de piletas de lona. Se percibe la lucha por la igualdad de género, la mujer frente al modelo cultural que se le impone”.

Con estos trabajos, y de manera grupal, se analizó el rol que juegan ciertos actores sociales como los medios de comunicación y ciertas operatorias que de algún modo ponen en evidencia hipocresías y un discurso acomodaticio.

“No hablamos específicamente de los medios de comunicación en las obras –aclara la directora–, pero se me ocurre que la analogía viene por el lado de que así como en los medios aparece la agenda feminista y después se dicen y hacen atrocidades, en las obras pasa lo mismo. Los personajes son nefastos y el público se ríe de eso, porque lo naturalizado pesa más. Es una coyuntura en la que la violencia de género aparece en los medios, el cuerpo femenino se pone en discusión sobre lo que debe y no debe hacer, y lo que muestra. A su vez, el hombre queda encerrado en una estructura que lo atiborra de responsabilidades y le coarta el sentir, el desear. La sociedad les impone a los hombres que tienen que ser el sostén de la familia, que tienen que ser heterosexuales, que tienen que ser fuertes, que los sentimientos no se demuestran, entre otras cosas. Estas obras juegan con eso”.

Mariana Valci define a sus trabajos como comedias dramáticas. “Se juega con humor en torno a temas sumamente delicados, para despertar la reacción y crítica del espectador. Siempre trabajo el humor de manera transversal, y de esa manera plasmo mi ideología y mi crítica de las cosas. En general no hay ni buenos ni malos. Los personajes dicen cosas terribles con su cara más buena, y eso genera risas en el público. Quizás el espectador luego sea consciente de la barbaridad de la que se rió. Todos son expuestos con sus dobles caras. Creo que ese contraste que genera ver algo horroroso, que puede causar gracia, hace que el espectador pueda tener un pensamiento crítico y activo. Es mi modo de ver el arte: la risa involucra al cuerpo y el cuerpo se rebela”, asegura.

En cuanto al rol del teatro en la actualidad, Valci reflexiona: “Para mí, el teatro es un medio de comunicación. Nosotros hacemos teatro para relacionarnos de manera carnal y más orgánica. Desde que nacemos nos comunicamos por medio de distintos lenguajes: corporal, oral, escrito, y en estos tiempos multimediáticos estamos inmersos en la web, que ahora es nuestro medio de comunicación, sociabilización, y lo que nos constituye como personas. Frente a esto, está el teatro –dice–. Con cada decisión que pongamos en escena estamos comunicando algo. La ideología subyace a cada expresión artística. Y allí, en cada puesta, estamos nosotros, seres hechos carne frente a los espectadores, en un instante preciso. Es luchar por el mundo en que uno quiere vivir, pero desde el arte”, y agrega: “El teatro no se puede ver por el celular, ni se puede pausar, o sea, cuando la propuesta es proyectada desde un dispositivo deja de ser teatro. Pierde esa frescura, en la que cada función es única e irrepetible”.

Las mitades de la manzana
Plastic. La Rebelión en la lona (viernes a las 21.30, en San Juan 1950) plantea, según sus autores, un chapuzón de inconformidad y engaños del otro lado de la medianera. Como todas las tardes, los Benavídez irrumpen en el patio de la Cocot, casa de pasillo, centro de manzana, en el centro de Rosario. Las piletas de lona cubren una mentira que lleva años sumergida bajo las presiones de un padre déspota pero cool. Tan amable con los vecinos, y con un tono picaresco, que nadie percibe en su discurso las monstruosidades que pronuncia, el trato y menosprecio a las personas que lo rodean, las ilegalidades que cometió. La llegada de un nuevo muchacho provoca el tsunami y las mujeres de esta familia deberán hacerse de valor para romper con la costumbre. Actúan Clarita Frana, Lily Rodriguez, Marta Dómina, Andrea Guastella, Guillermina Durando, León Ramos y Horacio Guaragna.

Allí mismo, en el Teatro de la Manzana, los sábados a las 21.30, se presenta Trauma. Una polimorfa manera de amar, obra en la que se desliza, como adelanto, que el amor es lo que buscan. Todos. Sara y el Dan se conocen, se gustan. En adelante, todo lo que se tiene que hacer en esta vida: Casarse, tener hijos, progresar. Sin embargo, ella sabía, pétalo rosáceo, que él no era. Simplemente no era. Y allí, la superación del género, el rol, el deber ser y hacer. Algunos aman, otros duelen. Actúan Carolina Bedetti, Fabián de Marco, Gabriel Sánchez, María Bardach, Juanjo Druetta, Sofía Carozzi y Eugenia Raffo. Los peinados de las dos obras están a cargo de Héctor Gabriel. La fotografía en manos de Marina Schegtel Romanos, y el trabajo de prensa a cargo de Guillermina Durando.

“Las dificultades que surgen con dos obras quizás, tiene que ver más con una cuestión de tiempos que de puesta en escena. A la asistente de dirección y a mí nos implica doble ensayo, doble redacción de gacetilla, pensar todo por dos. Fueron meses de mucho trabajo, pero por otro lado es doble satisfacción ver como funcionan estas dos propuestas tan disímiles”, afirmó la directora.

Nota publicada en el semanario El Eslabón número 342. 

Call Center. Mujeres fuera de servicio.

 

 

 

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