El programa económico neoliberal del macrismo tiene varios puntos de contacto con el plan económico que implantó la sangrienta dictadura cívico – militar de 1976, modelo que, en democracia, profundizó el menemismo durante los 90. Cambiemos actualizó políticas económicas a favor del capital concentrado y en detrimento de las mayorías populares. Estas políticas, presentadas como “modernas”, hicieron estragos en nuestro país y fueron propulsoras de las principales crisis. Pero hay un punto clave que une los actuales proyectos del gobierno nacional elegido en democracia con los del gobierno de facto: la deuda externa, un tema que en apariencia no está entre las principales preocupaciones de la población, aunque su devenir ha marcado la historia económica del país.

“Volvimos al mundo”, dijo el presidente Mauricio Macri ni bien el gobierno de derecha que él encabeza comenzó a darle un perfil aperturista a la economía, desmantelando controles cambiarios, liberando el comercio y reinsertándose en los mercados financieros internacionales. Con Macri en la Casa Rosada volvió a pedalear la bicicleta financiera, a deteriorarse el aparato productivo, desindustrialización, avalancha importadora, relaciones carnales con el Fondo Monetario Internacional, desempleo, empleo precario, caída del poder adquisitivo del salario, distribución regresiva del ingreso, y más pobreza.

Los mismos efectos causó el plan económico dictatorial. Macri, como lo hizo el primer ministro de Economía de la dictadura de Videla, José Alfredo Martínez de Hoz, reabrió un nuevo ciclo de endeudamiento. Tanto en el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional como en la era Cambiemos, el país venía de una etapa anterior de desendeudamiento, decisión política que, con claroscuros, trajo mayor independencia económica y autodeterminación.

Cuando sucedió el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, del que se cumplen 42 años, la Argentina debía aproximadamente 7.500 millones de dólares. Y cuando la dictadura genocida llegó a su fin, en 1983, el país tenía una deuda externa de unos 45.000 millones de dólares. Aquella monumental multiplicación del rojo con acreedores externos tuvo que ver con la decisión del Estado argentino de asumir como propias las deudas de los grandes grupos económicos privados, la “estatización de la deuda” ocurrida en 1982, cuando un tal Domingo Cavallo andaba por el Banco Central. La deuda cívica y militar se hizo una única deuda, que fue creciendo a pasos agigantados con el correr del tiempo, hasta desembocar en el estallido y default de diciembre de 2001.

Cambiemos se fumó buena parte del desendeudamiento alcanzado durante el kirchnerismo (2003-2015). Desde que Macri hizo pie en la Presidencia, las emisiones de deuda en moneda extranjera con acreedores privados aumentaron 55 por ciento, equivalente a casi 83 mil millones de dólares más de deuda en dos años, según se desprende de datos alarmantes que difundió el Indec con relación al frente externo.

El endeudamiento serial es la base del esquema económico de Cambiemos. La Argentina tiene el triste récord de ser el mayor emisor de deuda soberana en el período 2016-2018 cuando se lo compara con sus pares emergentes en lo que hace a la toma de deuda en moneda extranjera. El Ministerio de Finanzas encabezado por Luis Caputo convirtió al país en uno de los principales emisores de deuda del planeta. La pelota se hace cada vez más grande.

¿Hasta cuándo le prestarán plata a la Argentina? La decisión económica de endeudarse arrastra una decisión política de emprender un feroz ajuste contra el pueblo trabajador. Endeudarse no es bueno ni malo en sí mismo, sino depende del uso que se le da al dinero prestado. No es lo mismo destinar el dinero a grandes obras de infraestructura o ampliar la capacidad productiva que tapar baches de cuenta corriente. No es lo mismo tomar un crédito para comprarse un bien durable que si se contrae deuda para pagar la cuenta con el almacenero de la esquina, que con cara de pocos amigos anunció que no fía más.

El cambio de orientación política y económica le permite al gobierno de Macri -al menos hasta el momento- pasar la gorra con éxito en los mercados financieros internacionales y también recurrir a la plaza local. El endeudamiento externo que puso en marcha la administración macrista, después de un arreglo generoso con los fondos buitre (15 mil millones de dólares), devaluación mediante, hace a la Argentina más vulnerable ante las volatilidades internacionales en un escenario mundial complejo, según señalaron desde el Cifra-CTA. “Los dólares que entran al país por colocación de bonos se destinan al pago de importaciones, la remisión de utilidades y dividendos de las firmas extranjeras, el financiamiento de los viajes al exterior, la cancelación de los vencimientos de deuda y abastecimiento de la fuga de capitales”, indicaron. En los primeros dos años de Macri el flujo de dinero fugado creció casi 15 por ciento, según arroja el déficit de cuenta corriente en el último informe del Indec.

Una deuda que no para de crecer

En base a datos del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala, el sitio Nuestras Voces tiene un contador de la deuda que contrae el gobierno de Cambiemos desde que asumió en diciembre de 2015. Ver correr el reloj del endeudamiento irrita y preocupa. “El gobierno intenta mostrar el endeudamiento como signo de confianza (a falta de inversiones) y el extremo llegó a finales de junio del año pasado, cuando el gobierno colocó un bono por 2.750 millones de dólares a 100 años y con una tasa superior al 7 por ciento. La colocación, con vencimiento en el 2117, fue duramente criticada por el arco opositor”, señalan en la página web.

Al momento de dimensionar el globo verde que infla Cambiemos, Nuestras Voces contabilizó que desde que asumió el macrismo el total de deuda por habitante argentino creció más de 4 mil dólares.

Y, según datos actualizados hasta fines de febrero pasado, se comparó: “Con la deuda emitida por Cambiemos se podrían pagar 385.646.922 salarios mínimos de 9.500 pesos; se podrían pagar 478.282.737 jubilaciones mínimas de 7.246 pesos y, también, se podrían pagar 2.594.649.975 asignaciones universales por hijo de 1.412 pesos”.

Fuente: El Eslabón

 

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