Kelli Mafort, miembro de la Dirección Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, de visita en Rosario, enumera los ataques y amenazas que recrudecen sobre la democracia brasileña, pero también destaca las posibilidades que se abren ante la unidad que se va generando en torno a Lula, la gran figura de la política brasileña. El líder, aún preso, mantiene el 40 por ciento de la intención de voto. “Lula se ha vuelto en algo más que un candidato es el símbolo de resistencia de los sectores populares”, sostiene la dirigente.

Luego de un acto a sala llena en el Complejo Cultural Atlas, el jueves pasado, en el marco de la campaña internacional #LulaLivre, convocada a nivel local por distintas organizaciones sociales y políticas como Patria Grande, Ciudad Futura y el Movimiento Evita, la dirigente charló con El Eslabón, en una de la última notas antes de emprender el regreso a Brasil, después de una breve mini gira que la llevó a Córdoba, La Plata y Buenos Aires, como parte de la denuncia sobre el arbitrario e ilegal encarcelamiento que sufre el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva.

Imagen: Diego Cazzaretto

La dirigente subraya la palabra “golpe” para definir lo que pasó primero con la presidenta Dilma Rousseff y luego con el encarcelamiento del líder. Considera que los desafíos son enormes para el pueblo brasileño pero también para toda América Latina ante un nuevo bloque de golpistas que se replica en la región y que tiene en el “partido judicial” a uno de sus nuevos ases, pero que tampoco desdeña las otrora tradicionales andanadas militares.

—¿Cómo está la situación actual en Brasil luego del encarcelamiento de Lula?
Para nosotros hoy en Brasil no es posible afirmar que hay una democracia. La democracia que tanto nos costó, tanta lucha, está bajo amenaza. Porque el encarcelamiento a Lula Da Silva es un hecho en el que la Justicia tomó una posición muy grave, porque Lula está preso por una interpretación equivocada de nuestra Constitución que es muy clara: una persona solo puede ser considerada culpable si pasa por todas las instancias de juzgamiento. En Brasil son cuatro. Lula fue condenado en la segunda instancia. Y como él hay unas 50 mil personas. Entonces hay una presión política muy grande y estamos muy preocupados, porque esto no es solamente una gestión para impedir que Lula se presente como candidato en las próximas elecciones (de octubre próximo) sino un atentado muy fuerte contra la democracia misma.

El bloque que está por detrás del golpe es un bloque de sectores de los medios de comunicación, sectores económicos, de la política tradicional pero también de una parte de la Justicia que también tiene una articulación internacional y que es sostenida por las empresas, por intereses muy particulares y en especial por parte de los grupos trasnacionales que tienen tantos intereses en Brasil, como en otros países. Por eso es que justifican la situación de la prisión de Lula, algo tan improbable que pasara (por la falta de pruebas en su contra), y que al final ocurrió. Estamos muy preocupados además, porque la propias garantías sobre el curso normal de las elecciones de octubre próximo tampoco están garantizadas. Hay amenazas de que, por ejemplo, la intervención federal que hoy se desarrolla en Río de Janeiro pueda ser ampliada a otros estados con lo que las elecciones se suspenderían. Todo esto es muy grave porque la democracia que significa la participación popular está en riesgo.

Mafort estuvo acompañada en el panel por el concejal
Juan Monteverde (Ciudad Futura), la diputada nacional Lucila De Ponti (Movimiento Evita) y Fernando Rey (Patria Grande). | Imagen: Diego Cazzaretto

—Y en Brasil además, aparecieron, como en otras épocas golpistas, las amenazas de intervención de las fuerzas armadas.
—Sí, este es otro punto importante de aclarar, porque las Fuerzas Armadas no estaban, hasta el momento, de una forma tan explícita, como parte del bloque golpista. Pero el pasado 4 de abril, cuando se estaban por conocer los fundamentos del Tribunal Federal que estaba evaluando si podría tener lugar un habeas corpus para Lula –y las posibilidades de su liberación por ser juzgado solamente en segunda instancia–, en la noche anterior se conoció una declaración del general (Eduardo) Villas-Boas, que es un general importante, y que se difundió por la red O Globo y otros medios y que fue como una amenaza. Porque sugería que si el Tribunal no ordenaba la prisión de Lula las Fuerza Armadas podrían intervenir de alguna forma. Esto es muy grave porque la población rechaza la militarización. Hay una encuesta que dice que el 68 por ciento rechaza la intervención militar.

Entonces: se encarcela a un ex presidente de la República, que está adelante en la disputa electoral con el 40 por ciento de intención de voto, y se amenaza con no tener elecciones en curso normal. Esto es una situación muy grave que nos pone a todos en alerta porque consideramos que no solo es una amenaza para Brasil sino para el resto de América.

—A la vez hubo un asesinato muy significativo de una dirigente social y el clima de violencia se pone espeso.

—Lo que ocurrió con Marielle Franco legisladora negra, lesbiana, fue muy grave, porque se trató de ningunear pero fue un claro mensaje para todos los luchadores y luchadoras, para los defensores de los derechos humanos, para que callen su voz. Marielle Franco y su chofer Anderson Gómez fueron asesinados y hasta el día de hoy no se sabe ni se esclareció sobre quienes fueron sus asesinos y quienes los mandaron matar. Hace poco fue divulgado un estudio que dice que durante 2017 hubo 70 líderes campesinos asesinados también. Entonces, hay preocupación en las organizaciones, debemos luchar y además proteger a las personas que luchan por sus derechos en Brasil.

—Estos son los aspectos más sombríos de la actualidad pero a la vez se abre un promisorio panorama político de unidad y de fuerza, en un sector popular que estaba muy fragmentado y que incluso tenía internas muy fuertes
.
—Sí, sin duda, porque la izquierda en Brasil, como en muchas otras partes, tiene muchas divisiones. Pero ahora con la prisión de Lula hay una lucha común entre los dos principales frentes que están adelante en la lucha contra el golpe que son el Frente Brasil Popular y el Frente del Pueblo Sin Miedo, que congrega varios movimientos populares, sindicales, intrasindicales, partidos de izquierda y también otros sectores populares, progresistas, como artistas, escritores, persona importantes en nuestra sociedad. Entonces, hay una articulación más amplia que no solo es de la izquierda sino que abarca a distintos sectores progresistas para poder frenar la posibilidad de un golpe, pero también puede reflexionar sobre otras tácticas y estrategias y herramientas de lucha, y discutir proyectos de país para el pueblo de Brasil.

—Es difícil enfrentar el poder de los medios y ganar un espacio en la agenda para debatir la situación política. ¿Las acciones como la toma del famoso triplex por el que fue acusado Lulla van en ese sentido?

—Esta acción fue muy importante porque también explicitó de una manera muy creativa que en realidad Lula no es el propietario del Triplex, y que la gestión de propiedad del departamento es un argumento utilizado por la justicia para justificar la prisión de Lula. La acción (el departamento fue tomado por unas 150 personas) fue ideada por el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo que luchan por vivienda. También demostró que en verdad los dueños del Triplex son de una gran constructora, la empresa OAS, y que muchos puntos que el propio del juez Sergio Moro tenía sobre Lula sobre supuestas reformas en el departamento tampoco existen. Entonces, fue una acción política muy grande que junto con los acampes frente a la Policía Federal en Curitiba, y también en Brasilia, las ocupaciones de tierras, los cortes de ruta, conforman luchas pedagógicas que dialogan con la población de Brasil, para que también ellos se den cuentan que lo que está en juego se manifiesta en las calles, exigiendo la libertad de Lula, la justicia por Marielle pero también denunciando la retirada de los derechos que afectan a los sectores populares más castigados y que son la mayoría en Brasil.

Fuente: El Eslabón.

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