Adolfo Scilingo, el oficial argentino que confesó el plan de la Armada conocido como “los vuelos de la muerte”, condenado por tirar al vacío a 30 personas, lleva 26 salidas de la cárcel en un pequeño pueblo de la sierra madrileña.

En un artículo firmado por Alejandro Requeijo para el sitio web de noticias Voz Pópuli, se pueden ver fotografías del hombre, que actualmente tiene 71 años, paseando tranquilamente, haciendo compras, y del edificio donde vive con su familia cuando sale de la cárcel.

Por su participación en “los vuelos de la muerte”, el excapitán de corbeta Adolfo Francisco Scilingo Manzorro fue condenado en España a 1.084 años de cárcel por haber cometido delitos de lesa humanidad.

En el citado artículo, se recuerda que durante la dictadura cívico militar los marinos secuestraban a ciudadanos “que consideraban contrarios al régimen… les torturaban durante días, semanas o meses… luego les drogaban para dejarlos seminconscientes y les subían engañados en aviones”.

Requeijo también rememora que “cuando sobrevolaban el océano, abrían la compuerta y les lanzaban desnudos al vacío”, y que esa metodología recibió el nombre de “vuelos de la muerte”.

Actualmente, Scilingo disfruta “de la libertad que le permiten sus permisos penitenciarios escondido en un pequeño pueblo de la sierra madrileña”, señala Voz Pópuli.

Foto serial de Voz Pópuli.

El autor de la nota asegura que en el pueblo donde vive Scilingo cuando sale “casi todo el mundo se conoce. Generalmente los vecinos se saludan por su nombre. Sin embargo, casi nadie en el lugar sabe que entre ellos se halla un activo represor de la dictadura militar que sembró de terror y muerte Argentina entre los años 1976 y 1983”.

Juzgado en España, Scilingo –según el relato de los testigos que declararon ante el Tribunal Supremo– subió en diez ocasiones a “Capucha”, el último piso del edificio de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), donde yacían en condiciones infrahumanas los últimos secuestrados en llegar al centro clandestino de detención.

Según el autor de la nota, “Scilingo ahora huye de los periodistas. Deja que sea su mujer la que abra la puerta de casa para decir que «él ahora no está» o que «no volverá hasta la noche». Se preocupa de abrir la puerta lo justo y evitar que el extraño pueda ver a su marido en el interior de una casa modesta”.

De tal modo, el ex militar rechazó la invitación de Voz Pópuli a que se le haga un reportaje. “En lugar de eso –sostiene el periodista–, su mujer indica que se encuentra tratando de poner fin a su condena que, según fuentes penitenciarias, termina en 2024”.

Y el autor del artículo afirmó que “fuentes jurídicas informan a Voz Pópuli que lo que busca Scilingo es la anulación de la sentencia, firme desde 2007. Para ello recurre, según las mismas fuentes, a la desclasificación de informes de la inteligencia argentina que, a su juicio, le exculpan de los crímenes que él mismo reconoció ante las cámaras de televisión”.

En 2015, el diario El País reveló que el juez de Vigilancia Penitenciaria José Luis Castro había rechazado la petición de Scilingo de acceder al tercer grado, lo que le permitiría salir a diario de prisión con la única excepción de los fines de semana.

Los motivos del magistrado son, según Requeijo, que el ex marino “no reconoce plenamente los hechos por los que se le condenó”, y que el preso alega “que la sentencia no detalla ni las fechas de los dos vuelos de la muerte en los que participó ni los nombres de sus víctimas, por lo que de ese modo no puede dirigirse a nadie para mostrar su arrepentimiento”.

Lo cierto es que recién ahora se sabe que Scilingo “disfruta de permisos penitenciarios como el que le mantiene estos días lejos de la cárcel de Alcalá de Henares donde cumple su pena”, puntualiza el artículo, y “al estar clasificado en segundo grado penitenciario tiene derecho a solicitar un total de 36 días al año repartidos en tramos no superiores a los 7 días”.

Para completar la información, el periodista indicó: “Según las mismas fuentes, en los últimos años ha disfrutado de 26 salidas, gracias a los informes favorables sobre su conducta que elabora la Junta de Tratamiento de la cárcel. Todos ellos los ha cumplido sin incidentes, una actitud que mantiene dentro de la prisión donde cuenta con un trabajo remunerado”.

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