“Siguen rompiendo los huevos con el tema de los bolsos, viste que lo mencionó el Presidente el otro día, mientras él y sus amigos se comieron 10 mil millones de dólares en una semana y a nosotros, los laburantes, nos está matando”, se queja el hombre con la campera roja de Vassalli. Tiene 65 años y varias crisis en el lomo. Está rodeado por otros seis compañeros, entre ellos tres de la “vieja guardia” y dos más jóvenes que entraron en 2003, cuando reabrió la fábrica de maquinarias agrícolas y que, hoy, son delegados. Los obreros de la principal industria de Firmat, que empleaba a unos 600 trabajadores hasta principios de 2016 y que en tiempos de Macri se redujo a la mitad, llevan 21 días de toma en reclamo de sueldos, vacaciones y aguinaldos atrasados desde diciembre pasado. En diálogo con El Eslabón, repasaron los motivos del conflicto, describieron la angustia que atraviesan sus familias hostigadas por deudas y embargos, y se mostraron expectantes ante las novedades de un posible cambio de administradores de la firma. “Con tres cosechadoras que vendan, pagan todo lo que nos deben”, aseguran.

Los delegados son Patricio Bilos y Adrián Muratalla, ambos de 41 años de edad. Al igual que sus compañeros cumplen turnos rotativos de 24 horas para sostener las tomas de las tres plantas de Vassalli. En sus rostros se nota el cansancio no sólo de haber pasado la noche en la Unidad 2, las más grande, sino la suma de los 20 días de ocupación que llevan en la mochila.

Foto: JEB/La Masa.

El silencio y la tranquilidad típicos de cualquier localidad de la pampa húmeda santafesina no es algo común en esta zona de Firmat, donde se ubica la larga fila de galpones del predio industrial montado al costado de la ruta nacional 33, a menos de un kilómetro del empalme con la 93. Allí, cualquier día laboral los movimientos de camiones y máquinas son constantes, pero este jueves 16 de mayo a las 11 de la mañana todo es quietud.

Mientras un grupo de obreros preparan una olla popular y otros juegan a las cartas en el hall de entrada a la planta, en la oficina de ventas, completamente despoblada al igual que toda la fábrica, Patricio y Adrián explican cómo es bancar veinte días de toma y estar cinco meses sin cobrar. “Es muy complicado, acá para comer hacemos la olla popular, pero afuera de la fábrica la cosa se complica más. Acá hay gente que trabaja, marido y mujer. Pero hay otros que en su familia todos dependen de este único sueldo”, cuenta Patricio.

En la ronda más amplia de obreros que se armó después de la entrevista con los delegados, destacaron la ayuda que reciben del Municipio y del Concejo municipal de Firmat, los aportes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que les entrega bolsones cada diez días, la colaboración de otros referentes como la senadora nacional Marilín Sacnun o los 5 mil pesos por única vez que entregó el gobierno provincial. “Pero igual no alcanza, no llegás”, advierte Patricio.

“Hoy, el tema es la plata. Tenemos que pagar la luz, el gas, los impuestos y no paramos de acumular deudas”, indica por su parte Adrián.

“Nos están intimando de todos lados. Del banco mandan cartas documento, de las tarjetas de crédito”, añade Patricio. Y agrega: “En el caso de la luz, por parte de la Municipalidad hablaron para que no nos la corten, porque todos debemos tres meses. Con el gas y el agua estamos igual. Pero no sé hasta qué punto, hasta cuándo nos van a aguantar. Lo que ya tenemos firme son los embargos por parte de las tarjetas y los bancos”.

La insensibilidad habitual de los hombres de las finanzas resalta en el relato de los trabajadores. La mayoría cobraban sus sueldos en la misma entidad bancaria que ha mandado intimaciones a los laburantes que no tienen depósitos desde diciembre pasado. “Casi todos cobramos en el Banco Macro, se intentó alguna gestión pero no hubo caso, no les importó nada”, señala Adrián.

“Compañeros que alquilaban ya han sido desalojados y se han tenido que ir a vivir con los padres. El alquiler, un mes, dos meses sin pagar, te bancan, pero más no. Además de este último tramo que es el peor, ya venimos mal de plata desde hace un año, con problemas con los sueldos”, recuerda Adrián.

Adrián y Patricio, los delegados que estaban de turno cuando este medio llegó a la Planta 2 de Vassalli para charlar con los trabajadores. | Foto: JEB/La Masa.

Patricio cuenta que en un momento, cuando se empezó a complicar el pago de salarios, les entraban de a 2.000 pesos por semana. “Usábamos esa plata para comer, y se dejaron de pagar impuestos y otras cosas”, completa el delegado.

El inicio del conflicto

El cambio de gobierno nacional, y sobre todo de políticas económicas, pegaron fuerte en Firmat. Apenas comenzada la era macrista proliferaron en la ciudad los conflictos sindicales en las todas fábricas, en su mayoría vinculadas a la agroindustria. En abril de 2016, ese escenario se puso de manifiesto con una pueblada convocada por la UOM local, junto a la intersindical firmatense, que recibió el apoyo del Municipio y el Concejo, además de referentes políticos de distintos espacios sociales y políticos.

Pero la empresa nacida en 1949 durante el primer peronismo y fundada por Don Roque Vassalli –primer intendente de Firmat tras ser declarada ciudad a inicios de la década del 60–, es la madre de la industria local y si tiembla, retumba todo el pueblo. A tal punto es así que el propio gobernador Miguel Lifschitz afirmó por esos días, cuando asomaron los primeros problemas serios de la compañía, que “si Vassalli caía, caía Firmat”.

En uno de los portones de la fábrica, los trabajadores colgaron trapos escrachando a los empresaros que les debe los sueldos e incumplieron los acuerdos. | Foto: JEB/La Masa.

Desde principios de 2016 un grupo de concesionarios, encabezados por Néstor Girolami, se hicieron cargo de la firma en una suerte de sesión accionaria con la propietaria Mariana Rossi Vassalli. Tras un primer momento en que los empresarios se presentaron como salvadores de la compañía, y que en un rapto de inédito marxismo empresario llegaron a llamar “Octubre Rojo” a una cosechadora presentada en marzo de 2017, “comenzó un nuevo ciclo de crisis de esos que acompañan los distintos momentos que vive el país”, como sintetizó Eduardo, uno de los laburantes históricos.

Los concesionarios que hasta hoy controlan Vassalli, a la hora de pagar sueldos, discutir paritarias o saldar deudas, se excusan al igual que todos los patrones “en la dificultad de los tiempos que corren” –de apertura importadora, ajuste y depresión del mercado interno–, y se quejan de la caída general de la actividad económica.

En la última Navidad se planteó un primer conflicto fuerte con los nuevos empresarios, que ya venían con varios incumplimientos. El motivo fueron los telegramas de despidos que recibieron 51 obreros como regalito de fin de año, y que luego del reclamo de la UOM y la intervención del Ministerio de Trabajo de Santa Fe se transformaron en retiros voluntarios.

Ese mismo diciembre, los otros 350 trabajadores recibieron aguinaldo y vacaciones con cheques a pagarse a fines de febrero y marzo. “Algo que todo el mundo esperaba, son unos 45 mil pesos promedio, con los que habitualmente solemos proyectar algo, terminar algo de la casa, cambiar el auto, o algo por el estilo”, graficaron los delegados.

Patricio y Adrián contaron a El Eslabón que que esos cheques se entregaron a comercios, mutuales y farmacias de la ciudad. “Algunos los pudieron cobrar, pero fueron menos de la mitad, al resto le empezaron a rebotar”, se embronca Patricio . “Lo peor fue los que tuvieron que venderlos a prestamistas para poder tener un mango”, agrega Adrián. Ambos destacan que fue un momento en el que “se armó un revuelo bárbaro” en toda la ciudad. “La economía de Firmat siente muy fuerte la situación de Vassalli, se nota de inmediato en los comercios o en el supermercado Beltrán (una importante cadena local, que tiene tres sucursales)”, apuntan los delegados.

En febrero y marzo pasados, cuando los cheques voladores empezaban a aterrizar y rebotar, la tensión entre los concesionarios y los laburantes y su sindicato se agudizó. “Cada convenio firmado en el Ministerio de Trabajo fue incumplido”, refieren los delegados en sintonía con lo que explicó a El Eslabón, Diego Romero, el secretario general de la UOM Firmat, hace dos semanas atrás.

Ocupación, resistencia y esperanza

En la mañana del 27 de abril pasado, el aire que se respiraba en Vassalli se podía empaquetar en un silo bolsa. A las 9.30, desde la gerencia, hicieron sonar la sirena para que la gente se vaya antes de tiempo, cuando el horario de salida debía ser las 14,48. A las 10, estaba pautada una asamblea para evaluar la situación laboral y qué medidas tomar. La estrategia de la patronal, era diluir esa reunión de sus obreros.

El día anterior, en el Ministerio de Trabajo de Santa Fe, los empresarios habían propuesto cerrar la fábrica por 60 días, pero las autoridades gubernamentales no avalaron la iniciativa. “Querían que nos vayamos y vaciar la empresa, por eso en la asamblea, que hicimos igual, decidimos iniciar la toma”, recuerda Adrián.

Foto: El Correo de Firmat

Desde hace 20 días los laburantes de Vassalli mantienen la ocupación de la fábrica “para evitar que se lleven los concesionarios el capital que hay adentro” y para “exigir la plata que deben”, dicen.

A esta altura del conflicto, los trabajadores dejan en claro que quieren que los empresarios que gestionan la compañía “se vayan”. “Ya no les creemos más, inclumplen cada cosa que firman”, remarcan.

Ahora, la expectativa de los laburantes –que se muestran conscientes de que si se mantienen las fuentes de trabajo será producto de la dura lucha que están llevando adelante–, está puesta en el reclamo a los concesionarios hecho por la propietaria histórica de la fábrica, Mariana Rossi Vassalli, nieta de “Don” Roque, para que le devuelvan el control de la compañía y así sentarse a conversar con otro grupo empresario, que ya se mostró interesado.

La información que manejan los trabajadores es que gente vinculada a la firma Corven, de Venado Tuerto (que fabrica autopartes y motos), necesita instalaciones como las de Vassalli, para un proyecto de venta de autos, camiones y colectivos eléctricos importados desde China, y que debería incluir la continuidad de la producción de maquinarias agrícolas.

La conversaciones entre Rossi Vassalli y el Grupo Iraola (Corven) están avanzadas, a tal punto que los obreros, que hoy tienen el control de la entrada y la salida de cualquier persona en la fábrica, ya fueron contactados para que el empresario interesado pueda recorrer este mismo sábado las tres plantas.

“La gente está muy mal. Nosotros tenemos que hacer de psicólogos, no dejar que nadie decaiga. Los ánimos están muy complicado. Por momentos son de mucha angustia y por momentos de bronca, como cuando decidimos cortar las dos rutas”, grafica Patricio, a quien se le hace un nudo en la garganta. Pero también remarca: “Si asoma una esperanza es porque nos mantuvimos acá, así que seguiremos firme en defensa de nuestro trabajo”.

“Esto ya lo vivimos”

Foto: El Correo de Firmat

Los delegados de Vassalli, Patricio Bilos y Adrián Muratalla, entraron a la fábrica cuando ésta reabrió sus puertas en 2003, en medio del proceso de recuperación nacional iniciado por Néstor Kirchner, tras la debacle neoliberal del 2001. A la hora de hablar de los tiempos pasados, recurren a los compañeros más experimentados, como Eduardo, Sergio, Humberto y Omar, que comenzaron a laburar entre los años 75 y 77.  

La historia de Vassalli, al igual que la de los argentinos, está signada por las idas y vueltas entre los dos modelos que se disputan la orientación económica del país desde sus orígenes. Uno, el nacional popular, mercado internista e industrialista en el que nació y revivió la firma, y otro de especulación financiera, neocolonialista, oligárquico y liberal, en el que la empresa quebró, cerró y que ahora, cuando el FMI vuelve mandar en La Rosada, entró en zona de riesgo.

En la charla abierta con “la guardia histórica” de Vassalli, que se disparó tras la entrevista con los delegados, quedó claro cómo sufrieron esos vaivenes los laburantes.

Los obreros de más de 60 años recordaron “la crisis del ‘81”, cuando en medio de la dictadura hubo una primera toma. También se refirieron a la del ‘87 y a “los duros años 90”. En 1998, cuando la convertibilidad menemista hacía estragos, tal vez en uno de los peores momentos registrados, la empresa terminó con una quiebra que derivó en un cierre que se mantuvo desde el año 2000 hasta el 2003.

“Esto es cíclico, ya lo hemos vivido”, coincidieron los “veteranos” de Vassalli.

Fuente: El Eslabón

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