El presidente Mauricio Macri tuvo un amargo Tedeum en el cumpleaños de la Patria. El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, sentenció, en sus narices: «El deber del Estado es cuidar a los pobres y marginados».

Poli encabezó el oficio religioso por el aniversario de la Revolución de Mayo, del que participó el mandatario, que llegó a la Catedral Metropolitana minutos antes de las 10 de la mañana para participar del tradicional Tedeum por un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo.

Previamente recorrió a pie el trayecto desde la Casa Rosada hasta la Catedral acompañado de su esposa Juliana Awada y miembros de su gabinete.

El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina señaló que «el primer deber del Estado es cuidar la vida de sus habitantes, los débiles, los pobres y los marginados».

Pero además, durante su homilía, Poli sostuvo que «hay que desconfiar de los logros instantáneo y recetas prometeicas», al tiempo que lanzó otra estocada: «Este pueblo que todo lo toleró sin perder la esperanza, confiando en que la Justicia llegará».

En la misma línea, afirmó que «los cambios sociales y culturales se dan en procesos que demandan tiempos que nos trascienden y se extienden más allá de los períodos de un gobierno y debemos desconfiar de los logros instantáneos».

Poli agregó: «Si comenzamos hoy, dentro de 10, 15 o 20 años se verán los frutos; el tiempo no lo podemos someter pero sí continuar unidos por el bien común, y el deber del Estado es cuidar la vida», especialmente «de los pobres y marginados».

El prelado apeló para hablarle a Macri a un personaje bíblico, Zaqueo, que descollaba por su bondad entre sus execrables pares, los publicanos, o recaudadores de impuestos: “Era un oficio despreciable, porque la mayor parte del dinero que recaudaban iba a para a las arcas romanas no sin retener una buena parte de los impuestos, de modo que se enriquecían notablemente”.

El relato del cardenal, que era escuchado con grave rictus por parte de algunos ministros y funcionarios, algunos de ellos con cabezas gachas, continuó haciendo referencia a los publicanos: “Eran indiferentes al patriotismo de sus conciudadanos, que luchaban por obtener la libertad de su pueblo humillado. Estas y otras actitudes les valieron el desprecio popular y eran considerados grandes pecadores”.

Como Zaqueo era un publicano bondadoso, Poli expresó una moraleja lapidaria ante la cohorte de predadores de las finanzas y los tarifazos que componen el Gabinete macrista: “La indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertidos a los ojos de Dios”.

Al término de su discurso, el arzobispo citó al Papa Francisco y exclamó: “En la Argentina no sobra nadie”.

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