Bruno Silva tiene 14 años y fue convocado al seleccionado argentino de powerchair fútbol. Su familia lanzó una campaña para poder pagar la silla de ruedas eléctrica que necesitaba y el lunes 11 habrá una actividad en el Centro Cultural Atlas para recaudar fondos.

Bruno Martín Silva recibe con una sonrisa de oreja a oreja a los cronistas y fotógrafo de el eslabón. Y no es para menos. Hace poco recibió dos grandes noticias, una mejor que la otra: primero fue convocado a la Selección Argentina de powerchair, y luego sus padres lo sorprendieron –en un emotivo acto en su escuela– con la nueva silla eléctrica para practicar ese deporte. Pero como a este pibe de 14 años nada en la vida lo detiene, ahora quiere que sus compañeros de equipo de Rosario Central también puedan contar con semejante máquina para disputar los partidos de igual y igual a quien se les cruce por delante. “La diferencia entre una silla y otra es abismal, los movimientos son más rápidos, tiene más reacción”, asegura este chico, que también es youtuber, artista, fotógrafo aficionado, y que además, quiere ser periodista deportivo. “La idea es terminar de pagar la de Bruno y seguir haciendo eventos para comprar más sillas, porque hay tres chicos acá que aún no la tienen”, se suma María Leguizamón, su madre, mientras ceba unos exquisitos mates dulces y convida unas facturas. “Queremos seguir haciendo cosas para que el deporte se visibilice, así se nos abren más puertas”, se engancha Eduardo, su padre.

Entre las rifas, bingos, recitales que se vienen para colaborar con esta causa noble, el ciclo de poesía Ciclotimia aporta su granito de arena con un especial programado para el lunes 11 de junio, en el Centro Cultural Atlas (CCA). “Desde los últimos eventos siempre hacemos algo solidario, así que cuando me enteré de este caso, me pareció genial la idea”, remarca Pablo Castro Leguizamón, uno de los creadores de este emblemático espacio artístico de la ciudad, que próximamente será declarado de Interés Municipal por el Concejo.

Sobre ruedas

Las enormes cifras que se piden por estas sillas especiales provenientes de Estados Unidos, más los enormes deseos de Bruno por levantar su nivel en esta disciplina, empujaron a esta familia de laburantes a recorrer cielo y tierra para cumplir el sueño del pibe. “Hace un año y medio que venimos recaudando para comprar la silla, que es con la que juega al fútbol. Veníamos haciendo eventos chicos, sólo la familia, organizando bingos, vendiendo tortas. Con eso juntamos 45 mil pesos. Hace un mes salió la idea de los Ex Combatientes de hacer una obra de teatro junto con el director de la escuela de Bruno, que es actor. Con eso llegamos a juntar 71 mil pesos, pero la silla sale 181 mil, usada”, comenta María, y destaca más aliviada que en esta lucha pudieron ganarle a la corrida de la moneda estadounidense, que vació más aún los bolsillos del pueblo. “Tuvimos la suerte que nos congelaron el precio antes de la subida del dólar”, dice.

Con el dinero acumulado, esta familia de barrio Godoy pudo hacer la entrega necesaria para tener en casa la preciada silla, aunque todavía resta un partido difìcil. “Ahora nos quedan las cuotas. Tenemos que cancelar el resto, que son unos 70 mil pesos, antes de agosto, septiembre”, comenta la mujer, que acota: “Una silla básica sale 7.900 dólares, después a eso se le va sumando la adaptación que cada chico necesita. Antes venía jugando con una que es anterior a la profesional, que no es nada que ver. Es distinta la velocidad, el impacto, no tienen la misma fuerza, la otra era más alta”.

Pero la movida solidaria no queda ahí, según adelanta Leguizamón: “La idea es terminar de pagar la de Bruno y seguir haciendo eventos para comprar más sillas, porque hay tres chicos acá que aún no la tienen. Ahora estoy armando un bingo que se va a realizar en el polideportivo Belgrano, que está cerca del Monumento. Y estamos viendo la posibilidad de hacer un recital, porque ya nos prestaron el Hipódromo, así que una vez que tengamos a los artistas que se quieran sumar a beneficio, lo organizamos. Porque a fin de año viajan los chicos a Uruguay a jugar Copa Libertadores”.

Por último, María no quiere dejar pasar de largo el trabajo que realizan desde la fundación Power Chair, quienes hacen de intermediarios entre la empresa yanqui que fabrica las sillas y las familias interesadas en adquirirlas. “Nosotros tenemos la posibilidad de comprar la silla a través de ellos, con beneficios como las cuotas, ya que por nuestros propios medios sería imposible comprarla directamente en EEUU, porque te exigen pago al contado, gastos de envío, patentamiento”.

Eduardo Silva, por su parte, lamenta que hayan sido pocas las manos que se extendieron en estos momentos, aunque hace las salvedades: “Sólo por medio del Concejo hemos tenido dos donaciones pero para Bruno, no ahora para el equipo. Hace unos años que estamos buscando sponsor, pero aún nada. Lo bueno de lo que movilizamos con Bruno fue que se conoció más el deporte, porque antes nadie sabía de su existencia y ya había cuatro chicos en la Selección”.

Hay que salir a jugar

Foto: Manuel Costa

Cuando a los 10 años Bruno perdió definitivamente la movilidad de sus piernas, encontró en el powerchair una forma de seguir conectado con el fútbol, como lo hacía más de pibe. “A los 7 lo diagnostican, así que desde ahí sólo pudo seguir natación. Cuando dejó de caminar, descubrió el power y desde ahí nunca más dejó”, rememora su madre. “Antes lo había visto por la tele, y después fuimos a ver un entrenamiento y me empezó a re gustar, así que seguí”, confirma el chico que también practicaba taekwondo, y que desde hace 4 años defiende los colores de Rosario Central, donde la rompe como zaguero, lo que le valió figurar en la lista del combinado nacional. “Me enteré por un mail que le mandaron a mi mamá. Veía sólo los nombres de mis amigos y me puse contento por ellos, pero no veía el mío. Cuando lo vi no lo podía creer, hasta que fui al entrenamiento. Y esa noche no pude ni dormir”, confiesa este pibito, que desde el martes sacó a relucir su nuevo chiche en la sede Canaya de Cruce Alberdi, donde practican habitualmente.

Sobre su experiencia en el Cenard, ya con la albiceleste puesta, Bruno destaca que “fue algo hermoso, porque vas conociendo chicos con distintas patologías, se aprende mucho, y además hay más nivel”. Ahora se relame por ir al próximo mundial de la disciplina. “Se juega en 2021, en Australia. Pero antes tenemos que jugar la Copa América, que se hace en Canadá”.

“La diferencia entre una silla y otra es abismal, los movimientos son más rápidos, tiene más reacción”, asegura el joven que se enteró de la buena nueva en la escuela, rodeado de sus amigos, y lágrimas de por medio. “Cuando arranqué con esto me costó un poco adaptarme, sobre todo porque arranqué con una silla más vieja. Después un amigo me prestó una mejor y noté un cambio, hasta que me subí a la nueva, que fue un cambio mejor aún. A la otra la sentía lenta, porque veía que los jugadores me pasaban así nomás”, acota entre risas, y concluye: “No sé si me significó una ventaja para practicar este deporte el hecho de haber jugado al fútbol cuando aún podía caminar. Porque ya cuando lo hacía me dolían las piernas, se me aflojaban, me caía”.

Ciclotimia saca la gorra

Enterados de la movida que realizan los Silva para terminar de pagar la silla de Bruno, el ciclo literario rosarino se incorpora a este partido para liquidarlo definitivamente. “Nosotros dejamos de hacer Ciclotimia semanalmente y desde este año comenzamos a hacerlo cada tanto. Estábamos charlando la gente del Atlas, que es un lugar hermoso, y el diputado nacional Marcos Cleri me comentó lo de Bruno, porque nosotros desde los últimos eventos siempre hacemos algo solidario. Así que me pareció genial la idea”, reveló el referente del ciclo, Pablo Castro Leguizamón.

Así se armó el evento literario-musical y solidario que se realizará el lunes 11, a partir de las 21, en el viejo cine Atlas, reconvertido en centro cultural, ubicado en Mitre 645. Y como la entrada es libre y gratuita, “habrá circulando una gorra o buzón, para que la gente vaya y colabore”.

El organizador del evento repasa el plantel de artistas que saltará al escenario del CCA, y que también tendrá la presencia del propio Bruno, que pintará un cuadro, en vivo: “En poesía va a estar Eugenio Previgliano, Maia Morosano, Alejandra Benz, y Carla Gordillo. También van a estar Anabel Martín y Maia Ferro haciendo poesía audiovisual, y va a estar Punto G, la banda de Coki Debernardis tocando en el cierre”.

“Como a Ciclotimia lo hacíamos con Fabricio Simeoni, que toda su vida anduvo en una silla de ruedas, tenemos con respecto a ese tema una cuestión que nos sale del corazón”, finaliza Pablo.

Máquina guerrera

Las pasiones de Bruno Silva no se concentran con exclusividad en el powerchair. No se pierde partidos de Rosario Central en el Gigante de Arroyito, quiere ser periodista deportivo, y también es youtuber.

“Tengo camisetas autografiadas por jugadores de Central, dos de (Javier) Pinola, de (Germán) Herrera, (Diego) Lagos, (Marco) Ruben, una pelota firmada por (Juan Antonio) Pizzi. También tengo una de Temperley, firmada por Marcos Figueroa, que vino a saludarme para fin de año porque soy fanático de él, al igual que de (Federico) Pachi Carrizo”, se agranda este pibito a quien le encanta ir a la cancha, “donde me vuelvo loco”.

La idea de ser un hombre de los medios y del deporte le surgió de la indignación que le produjo el tedioso y pésimo relato del PES (videogame de fútbol), cuando jugaba a la play con un amigo. “Le sacamos el sonido porque queríamos relatar y comentar nosotros, y así arrancamos”, cuenta Bruno, que en ese rubro admira a Horacio Pagani, y le pone sus fichas a Edgardo Bauza, flamante DT del club de sus amores. “El otro día empezamos a ver quién gritaba más largo los goles, y despertamos a mi mamá, a mi papá y a mis hermanitos”, admite el chico entre carcajadas, y bajo la mirada de sus padres.

Por último, este jovencito también se le anima al universo de las redes sociales, y se define como youtuber. “Ahora no tenemos ningún video subido porque Youtube nos sacó todo, y no sabemos por qué. Teníamos ya algunos suscriptores”, lamenta masticando bronca, y añade: “De los youtuber me gustan El Rubius y un par que son de Rosario. Ahora estamos juntando con un amigo para comprar un micrófono. Y también hicimos un video para promocionar los eventos que organizamos para recaudar”.

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